Los caracoles y las babosas o limacos, son seres de actividad nocturna o de días lluviosos, ya que si se arriesgan a salir en las horas centrales del día corren el riesgo de morir por desecación. Con el fin de evitar esto, cuando comienza a amanecer, se refugian en lugares húmedos y oscuros en los que poder estar a salvo. Si volteamos un tronco podremos observar varias especies de moluscos apelotonadas buscando el resguardo de la humedad. Pegan su concha a algún sitio duro y cierran la junta con mucus. En la foto, (Helix aspersa, 1; Otala punctata, 2; y Cochlicella barbara, 3 ). En tiempos muy secos incluso segregan un "tapón" completo que ocupa toda la abertura de la concha y que se solidifica impidiendo
la pérdida de humedad y que permite el paso del aire. Las babosas, que no poseen conchas, o mejor dicho, que la tienen bajo la piel han de permanecer en los huecos más húmedos. Duranye el invierno se refugian en profundos agujeros y sellan sus conchas por completo.
Y esto es lo que hacen gran cantidad de especies de moluscos, aunque algunos de ellos hagan justo lo contrario, como estos Theba pisana. Lejos de esconderse y refugiarse, se suben a un lugar bien alto totalmente expuestos al viento y el sol. Les llamamos "caracoletas" en Zaragoza, y son tan abundantes que no reparamos en su comportamiento, totalmente contrario al de muchos otros caracoles. A pesar del calor tan intenso de este verano y de que no ha llovido ni una gota ahí han permanecido todo el tiempo. Han servico de estandartes en cada uno de los tutores que hemos puesto para que la fuerza del viento no maltratase en exceso los nuevos árboles y arbustos que hemos plantado.