Intensa semana con sesiones de grato recuerdo. Empezamos el lunes en el Colegio Mayor Larraona en Pamplona. Ya en Madrid sesiones para Avaya, GreenLight, Beer&Food; (del grupo Heineken) y otro Colegio Mayor, el Aquinas, donde además de la sesión, compartí con varios colegiales una larguísima y amena cena en plan “tengo una pregunta para usted”. Lo pasé muy bien. Como también lo pasé genial en Granada con el estupendo y simpático equipo directivo del grupo CATSA.
Por la noche, en Granada subimos a cenar a uno de los cármenes del Albayzín. Allí, mientras disfrutábamos de una espectacular vista de la Alhambra me contaron esta historia.
Cuentan que hubo en Granada un joven, único descendiente de una familia muy rica que dilapidó toda su herencia llevando una vida disoluta y libertina. Cuando sólo le quedaba su casa, un pequeño palacete nazarí situado cerca de las Torres Bermejas y desde cuyo jardín se divisaba la Alhambra, se arrepintió de su vida pasada y decidió trabajar con ahínco para recuperar su fortuna.
Tanto trabajaba que llegaba noche tras noche a casa agotado. Una noche, al entrar en su jardín se apoyó bajo un naranjo para descansar contemplando la maravillosa vista que desde allí se ofrecía. El cansancio le venció y se quedó dormido. En sueños se le apareció un hombre misterioso que sacándose una moneda de oro de la boca le dijo: “Tu fortuna está en Persia, en Isfaján; vete a buscarla."
A la mañana siguiente se despertó y emprendió el largo viaje afrontando todos los peligros de los montes, los mares, los desiertos, los piratas, los ríos, las fieras y los hombres. Tras varios meses de travesía alcanzó Isfaján una noche de verano. Decidió descansar y dormir antes de entrar en la ciudad en el patio de una mezquita de extramuros.
Había junto a la mezquita una casa, y una pandilla de ladrones atravesando la mezquita entró en ella. Las personas que dormían se despertaron con el estruendo de los ladrones y pidieron socorro. Los vecinos también gritaron pidiendo ayuda hasta que el capitán de los serenos de aquel distrito acudió con sus hombres y los bandoleros huyeron por los tejados. El capitán hizo registrar la mezquita y en ella dieron con el joven granadino, al que consideraron uno de los asaltantes y le castigaron con mil azotes con varas de bambú de tal forma que estuvo cerca de la muerte.
A los dos días recobró el sentido en la cárcel. El capitán lo mandó buscar y le dijo: "¿Quién eres y cuál es tu patria?”. El joven declaró: "Soy de la famosa ciudad de Granada, en Al-Andalus y mi nombre es Mohamed Al-Sabika". El capitán le preguntó: "¿Qué te trajo a Persia?". El granadino optó por la verdad y le dijo: "Un hombre me ordenó en un sueño que viniera a Isfaján, porque ahí estaba mi fortuna. Ya estoy en Isfaján y veo que esa fortuna que prometió deben ser los azotes que tan generosamente me diste".
Ante semejantes palabras, el capitán se rió sonoramente y acabó por decirle: "Hombre desatinado y crédulo, tres veces he soñado con una casa en la ciudad de Granada en cuyo frente hay un jardín, y en el jardín un reloj de sol y después del reloj de sol un naranjo y luego del naranjo una fuente, y bajo la fuente un tesoro. No he dado el menor crédito a esa mentira. Tú, sin embargo, has sido tan estúpido de ir vagando de ciudad en ciudad, atravesando miles de peligros, bajo la sola fe de tu sueño. Que no te vuelva a ver en Isfaján. Toma estas monedas y vuelve a tu casa".
El hombre las tomó y regresó a Granada. Al atravesar el pórtico de su casa descubrió un reloj de sol del que nunca antes se había percatado ya que uno de los naranjos lo había mantenido oculto entre sus ramas, ahora algo marchitas por el tiempo pasado sin atención. Junto al naranjo, la fuente. Así que escarbó bajo la fuente de su jardín y encontró el tesoro del sueño del capitán.
Sólo los que luchan con fuerza, entusiasmo y sin desfallecer, como Mohamed, alcanzan sus sueños. No dejes de perseguirlos. Aunque ahora te parezcan lejanos quizá están escondidos muy cerca de ti.