Estas palabras tan superfluas
y sin sentido
que se reposan sumisas sobre este ordenador
tan estupidamente prolijas
y perezosas de motivos,
no tienen razón de ser
ante este presente
de realidad cruel.
Y pensar
que en un momento
me creí certero de palabras,
hasta que el colmo de la perfección
se presentó impune ante mí,
con ese nombre
que remite al Leteo,
aquel mítico río del olvido,
con una vida brillante y un destino
ya escrito.
Qué incompleto sería describirte,
cuan inutil sería decirlo,
las palabras forman reflejo
sobre el camino desierto,
donde solo queda tu imagen como idea
y mi frustración como espejo.