¿Bajarán las tarifas internet adsl? ¿Cómo será el futuro de la Red después del coronavirus? ¿Se disparará el uso de las tarjetas prepago internet móvil?
Estos días estamos viendo como internet se ha vuelto poco menos que imprescindible en los tiempos actuales, y en momentos de crisis más aún. De ahí que sea lógico que nos preguntemos que deparará todo esto que estamos viviendo para el futuro de la red. Conforme la demanda se extiende cara a la omnicanalidad, cada punto de contacto debe contar de una atención al usuario con redes integradas, robustas y flexibles. En fin, que ya las compañías se preparan para todo ofreciendonos, en principio tarifas moviles baratas. Se trata de facilitarnos las cosas en tiempos difíciles.
Y es que la manera en que los usuarios usamos la tecnología y las redes que la mantienen asimismo ha alterado las cosas ya en los últimos tiempos. Y nada que decir que no sepamos de lo que está ocurriendo en plena crisis del coronavirus. De las redes sociales a la verificación de costes en las tiendas, pasando por el hiperconsumo en la Red, el Móvil es la piedra angular de todos los usuarios.
Es esencial que la integración de las redes nos permita movernos on agilidad de dispositivo a dispositivo y de red a red. Sin duda, las compañías que impulsen esta movilidad van a ganar en lealtad y, consecuentemente, en ventas, puesto que el empleo de sus redes se transforma en una experiencia menos difícil.
Hacia Redes más diligentes
El cambio profundo que están padeciendo los hábitos de consumo, y de qué forma este se manifiesta en el acceso a las redes digitales, van a subir un escalón más con la transición al 5G.
El trasfondo de esta relación serán unas redes veloces y flexibles. Poco a poco más empresas van a virtualizar sus redes para poder dar los servicios veloces y localizados que sus clientes del servicio demandarán. Unas redes optimizadas, integradas y adaptadas al cambio gozarán de la base sólida sobre la que edificar su cartera de servicios y productos.
La expansión continua del acceso a datos móviles va a hacer que las redes se centren en el acceso primario desde el móvil. Comienza a haber cada vez menos dudas en este sentido y ya casi nadie da la espalda a las redes sociales, o bien por lo menos, a las redes sociales como las conocemos.
Ya casi no hay una generación que no haya tenido contacto con las redes sociales al menos desde jóvenes. Aquellos hombres y aquellas mujeres que no tenían ni idea de internet, son de otros tiempos.
Pero también somos cada vez más las gentes de todo tipo que ahora percibimos una gran parte de las redes sociales como el reino de la absoluta hipocresía, como el escaparate permanente en el que hay que estar siempre y en toda circunstancia muy, muy guay y enseñando los sitios a los que se viaja, en las que se insulta y se engaña, en las que se compite continuamente por tener más seguidores. Y el coronavirus puede que en esto nos esté dando una lección… de humildad, que falta nos hacía.
Hay quizás un ambiente creado por una serie de fallos de base que están determinando el abandono progresivo de ciertas redes sociales no tanto en beneficio de otras como se pretende interpretar, sino en pos de elementos nuevos, en los que las presuntas sustitutas asimismo fallan de forma clamorosa. El inconveniente no es que las redes sociales sean malas, es que las presentes, en un panorama mayoritariamente dominado por la mentalidad de Fb, lo son.
El futuro de las redes sociales está en planteamientos radicalmente nuevos. Las redes sociales habrían de ser otra cosa, algo que Fb no está dispuesta a crear. No pueden ser compañías dedicadas a solicitar perdón un día sí y al otro asimismo. Este futuro de las redes sociales, cada días más, está en ser capaces de examinar y comprender la era blog post-Fb.
dada la coyuntura de internamiento obligatorio y navegando por Internet, he salvado un vídeo sobre de qué forma evolucionará el planeta en los próximos ocho años tanto desde el punto de vista demográfico como tecnológico. En el dos mil veinte el planeta tiene unos siete mil quinientos sesenta y dos millones de habitantes, con una esperanza de vida superior a setenta años y un cincuenta y cinco por ciento de ellos viven en urbes. Las industrias relacionadas con salud, bienestar, alimentación, han tenido un desarrollo esencial, y todo el gasto sanitario mundial va a aumentar un cincuenta por ciento en los siguientes diez años o más. Ya estamos viendo las serias carencias y que en sanidad, no conviene recortar, de la misma forma que tampoco conviene mentir a los ciudadanos y jugar con virus. El desarrollo de la economía mundial, estimada en un cuarenta por ciento, procede primordialmente de los BRIC, China y de Estados Unidos. La clase media ha crecido en mil cuatrocientos millones de personas, de ellas el cincuenta y cuatro por ciento en Asia al tiempo que en Europa un dieciocho por ciento.
Las industrias no solo han de ser globales, necesitamos emprendedores y fomento de proyectos autárquicos y locales de riqueza. Contrariamente a lo que se dice, apostar por la autarquía no es estar en contra del mercado internacional, solo se trata de la necesidad imperiosas de las naciones, de los territorios cohesionados y de los pueblos de poder defenderse de los graves problemas que la Globalización ha creado. Se trata de, ni más ni menos, de que, cuando un peligro global acecha, como un virus a una población, los gobernantes de esta no tengan que verse abocados a poco menos que lanzarse a piratear en la jungla de mercado global para comprar medicamentos que podrían haber fabricado ellos mismos pero que alguna regulación internacional prohibió. Y esto es solo un ejemplo.
Aunque los negocios con mercado internacional seguirán teniendo un plus. Las industrias habrán de ser globales algunas, pero las esenciales para la vida de los ciudadanos, no. Y los emprendedores deberían crear primordialmente negocios locales aunque con perspectiva de poder competir con mercado internacional. El veinte por ciento de la energía en Europa tiene ya carácter renovable con lo que este ámbito va a despegar en el futuro próximo. España era estos días atrás líder mundial en energía eólica, ya veremos si esto cambia, porque cuando volvamos a salir a la calle, todo habrá cambiado.
El sesenta y siete por ciento del nuevo empleo se creaba en Asia, y solo uno con ocho por ciento en Europa. Necesitamos reformas profundas de la enseñanza para dimensionar a los ciudadanos en un planeta globalizado. La economía digital es una enorme, y una gran ocasión. Y la nueva buena va a venir de la convergencia entre Internet y Móvil y del importante tamaño del cosmos digital. Sin olvidar que los servicios digitales van a estar en la nube.
Podríamos recordar que en pleno dos mil diecisiete millones de ciudadanos de la India rural no conocían Internet. La nevera que te mandará un mensaje cuando falte leche, los taxis que no van a tener conductor, los robots que van a ayudar con los deberes o bien los juegos que te van a llevar a lo largo de horas a otra realidad. Esto se va a acelerar, sin duda.
PERO ESTAMOS PREPARADOS
Los ciudadanos nos amoldamos a todo, a los nuevos tiempos, mas estamos mal pertrechados de cara a comprender situaciones como las que estamos viviendo, y otras, como ejemplo, ese desempleo inducido por los robots. Más que los ciudadanos tengamos o no problemas para absorber las tecnologías digitales, resulta que son las grandes instituciones las que lo tienen.
Hay una gran velocidad de asimilación de las tecnologías. Se ha reducido impresionantemente lo que costó digerir la radio, la T.V., a lo poco que ha costado asimilar los ordenadores, Internet o bien el WhatsApp. Nuestras sociedades semejan ser capaces de fagocitar y también añadir cualquier clase de tecnologías. Ahora se trata de añadir nuevas aplicaciones a una tecnología que ya existe. La sociedad es capaz de digerir cualquier tecnología, pero la política y la economía han de cambiar radicalmente, todos deberíamos haber aprendido esta lección… No hemos hecho bien las cosas, el capitalismo salvaje y sin control gobernando globalmente por encima de los gobiernos no es buena cosa, pero tampoco lo es la fallida y totalitaria economía colectivizada. En medio, puede que esté el camino, para las redes, y para las personas.