Este Cine es Nuestro: Al tanto con lo siniestro...

Publicado el 11 enero 2013 por Fimin

11 de Enero del 2013 | etiquetas: Este Cine es Nuestro, Carles Guardiola Twittear

Myra y Billy, el matrimonio que organiza sesiones de contacto con los difuntos en una de las estancias de su sibilino palacete, tienen un plan maravilloso. Que el plan comprenda el rapto de una niña de familia bien como anzuelo para los espíritus invocados, y para una buena recompensa por su liberación, bien puede incrementar su maravilla o precipitarlo en la crueldad del crimen. O cerramos los ojos y escuchamos a los muertos, o denunciamos el caso con mucho disgusto. Plan siniestro (Seance on a wet afternoon, Bryan Forbes, 1964) nos propone aliviar esta cerrada disyuntiva y disfrutar de esas sorpresas del ánimo humano transportadas a las imágenes, ¡que mejor verlo que aquí contarlo!, claro.

De todos modos, atrevámonos a husmear un poco en las oscuridades de la casa en que la vidente Myra se pasea convencida de que hay conexión, de que hay recepción, ya palpitan los espacios y las velas lo abanderan. Pero, ¡ah!, para ella no hay convencimiento, ella está digamos que en flor, abierta a lo que capta, y parece que sea a nosotros a quienes se nos anima a ello, a atender al silencio y a ese encantamiento que recae sobre Billy.

Pues ocurre que si el plan requiere hacerse con la chiquilla, Billy procede a ello. ¿Y nosotros, procedemos? ¿Cuánto comimos nosotros en La gran comilona de Ferreri? Allí se nos animó a bañarnos en unas habitaciones que rezumaban, y aquí, en esos deslizamientos de la cámara escaleras abajo hasta una Myra escuchando el ambiente, como vistiéndose con la moqueta que reposa a lo largo de la casa, ¿cuánto dejamos de convencernos para empezar a encantarnos?

Menos mal que después se nos ofrece la trotonería de los tiempos modernos como contrapunto cuando Billy marcha a la ciudad a mantener el plan hacia delante, un trámite en la cabina de teléfono y escarceos por los corredores del concurrido metro londinense, punteado todo por tintineos y avisos de peligro de la música de John Barry. Ese ritmillo de Atraco a las 3 como otro encantamiento que podemos recibir, aunque éste provenga de la vida real y sus intrigas y su justicia a aplicar, ¿hará desmoronar el hechizo de los espíritus, y asumiremos entonces la moqueta como moqueta y la escalera como camino de acceso al cuarto de reclusión de la niña?

Ardua tarea, mmmm, ardua si seguimos recibiendo las vistas que se nos da de la pareja apostando por su cometido. “Estamos locos, tú y yo” pronuncian cuando se acerca el culmen, y, más allá de la locura, sus imágenes seguirán siendo muestras de enlazamiento con su hogar esotérico a base de abundantes planos cerrados pero contrapicados, en que se les cuela como cúpula el escenario. Como la escena en el lecho de los suicidas enamorados de Hotel del Norte de Carné, el sentimiento de agarrarse a lo planeado ha quedado realizado. Que el exterior quiera que pare, sean infiltrados en la sesión de espiritismo o los gritos del resto de vecinos del hotel, es otra cosa, otra variable a tener muy en cuenta. Menos por Michael Haneke (El vídeo de Benny, El séptimo continente), en efecto, cuyos siniestros planes es bien sabido que sí culminan.