Hoy, 28 de julio del 2021, se cumplen 200 años del día en que el General José de San Martín, con la anuencia de la aristocracia criolla y de representantes del clero, proclamó la Independencia del Perú "por la voluntad general de los pueblos y por la justicia de su causa". Y hasta ahí llegó. El virreinato se mantuvo fuera de Lima, casi con su misma estructura burocrática.
Eso no quiere decir que el aporte de San Martín haya sido irrelevante (instauró el congreso, los símbolos patrios, fundó la biblioteca nacional...) pero de independencia de la corona española, poca. No sería hasta la batalla de Ayacucho, 3 años después y liderado por la dupla Bolivar-Sucre, cuando por fin se sella la independencia del Perú y de todo el continente Americano.
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Hoy también juramenta Pedro Castillo como Presidente del Perú, un presidente que triunfó en la primera vuelta por poco más de dos millones setecientos mil votos, alrededor de 15% del total, es decir, solo 1 de cada 6-7 peruanos. La que quedó segunda, Keiko Fujimori, tuvo solo un 11%, y entre ambos disputaron la segunda vuelta en la que tres de cada cuatro peruanos no quería a ninguno de ellos como presidente.
Finalmente Castillo es presidente gracias a una final de fotografía. El país se dividió en dos, como se está dividiendo el mundo entero, en donde los extremos parecen ser las únicas alternativas válidas. Y si no te gusta quien gana se habla de fraude, se les convierte en encarnizados enemigos y se intenta convertir la realidad en una que esté más de acuerdo con sus creencias.
Organismos nacionales e internacionales han confirmado la victoria de Castillo y hoy varios jefes de gobierno están asistiendo a su investidura. Ya está. A mi tampoco me gusta pero así es la democracia. Ganó el que tuvo más votos. Castillo representa al gobierno del Perú. Pero no representa a todos los peruanos. Diría que ni siquiera representa a sus votantes. Cada cual se representa a sí mismo. Si quieres un golpe de estado, te representas como un golpista. Si compartes las ideas de terroristas condenados, te representas como un terrorista. Pero hay una gruesa mayoría que no se ve representado por ninguna de esas posturas, los que solo quieren vivir, trabajar y salir adelante. Y para que eso ocurra lo mejor es que le vaya bien a este nuevo gobierno. Y si es incapaz de hacerlo, que sea el mecanismo democrático el que se encargue de sacarlo de ahí.
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Hasta hace año y medio sabía dónde estaría hoy: estaría en Lima, con mi hermano y su familia, viendo en directo el cambio de gobierno. Habría llegado dias antes y me quedaría todavía unos días después. Y tendría la agenda llena, faltándome horas para reunirme con todos mis amigos que viven en la capital, pero también con muchos otros que viven fuera del país, para los que el Bicentenario era una bonita excusa para el retorno, aunque fuese solo vacacional.
Pero un puto bicho se interpuso y cambio todos los planes a nivel mundial. Veo imposible conseguir otra conmemoración que hubiese movilizado a tanta gente desde el exterior. Cuando viajemos al Perú en un futuro, cuando terminen todas las olas y nos acostumbremos a las miles de variantes, visitaremos a nuestros amigos y familiares como siempre ha sido, alegrándonos de verlos y extrañando a los expatriados que no pudimos ver. Y así como el "Cueva CTM", putearemos para siempre al virus que impidió el mayor reencuentro de peruanos jamás pensado.
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Y a pesar de que la independencia se dio de verdad tres años después, a pesar que tengamos un presidente por el que no votamos, y a pesar que el
coronavirus nos impidió festejar con nuestros amigos el mayor acontecimiento del siglo, mi corazón y mi razón se ponen la blanquirroja y celebran este día, el día del Bicentenario, con la mejor frase que un argentino nos pudo dedicar y que sigue tan vigente como entonces:
"¡Feliz independencia, loco! ¡Que les dure!"