Me gustan las series de temática histórica. Me gustan también las series que, siendo de ficción, su acción transcurre en un contexto histórico concreto, siempre que se avise de que personajes o hechos son ficticios. Lo que no soporto son las series (o películas) que pretenden pasar por históricas inventando, manipulando o eliminando personajes y situaciones. En esos casos, la hidra de Lerna es un cachorrillo a mi lado. Supongo que lo comprenderéis. Es mi profesión. Y me duele que medios como la televisión o el cine se malgasten en hacer creer a la gente que nunca leerá un libro de historia que una serie de hechos inventados son ciertos porque los vieron en una serie “histórica”.
Eso me ha pasado con la serie Los Tudor. Hace ya tiempo que tengo las tres primeras temporadas, me falta la cuarta y última, pero ahora que ha empezado a emitirla TVE en capítulos dobles, será cuando llegue masivamente al público. Y ¿qué patrañas creerá la gente saber de la historia de Enrique VIII? Hay patrañas grandes, medianas y pequeñas, personajes inexistentes y supresión de otros que existieron, cambios de fecha, anacronismos en edificios y armas. En fin, para elegir. Vosotros mismos juzgaréis si con una historia “ya hecha”, que no necesita ningún ingrediente más para ser apasionante, intrigante, llena de personajes atractivos y odiosos, merece la pena meterse en semejantes agujeros.
Podemos empezar con el título de la serie, que ya induce a engaño. Porque no se llama Enrique VIII, sino “Los Tudor”. Eso quiere decir que tendría que haber incluído al padre de Enrique, Enrique VII, a las dos hermanas de Enrique (ambas casadas con reyes) y a los tres hijos legítimos de Enrique (reyes de Inglaterra los tres). Es como si hago una serie llamada “Los Borbones” y luego me limito exclusivamente al personaje de Luis XV de Francia.
El niño creció, su padre estaba muy encariñado con él, fue criado como un príncipe y pensó en nombrarlo heredero. Se casó con una prima de Ana Bolena, recibió los títulos de conde de Nottingham, duque de Richmond y Somerset y, con vistas a una probable sucesión al trono tuvo casa propia y los cargos de gran almirante y teniente de los condados al Norte del Trent. Desgraciadamente murió joven. Si no hubiera sido así podía haber sido una alternativa al enfermizo Eduardo VI.
¿Qué ventajas reporta a la trama de la serie el alterar los verdaderos acontecimientos y matar al personaje siendo casi un bebé? Pues para mí, ninguna. Incluso yo díría que, muy al contrario, el hecho de que hubiera un hijo varón reconocido aportaba cierta presión a las sucesivas reinas que no lograban darle un heredero varón al rey, incrementando la tensión dramática y haciendo que comprendamos mejor la situación de Ana Bolena, pendiente de un hilo por esta causa, después de parir una hija (la futura Isabel I) y dos varones que murieron el mismo día de su nacimiento.
Pues bien, la princesa Margarita no se casó con el rey de Portugal ni con Charles Brandon. Se casó tres veces: con el rey Jacobo IV de Escocia, con quien tuvo seis hijos; después de enviudar de su primer marido se casa con el conde de Angus, con quien tuvo una hija; y, divorciada de éste, se casa con Enrique Estuardo, con quien tuvo otra hija. Por otro lado, el rey de Portugal no se casó con ninguna princesa inglesa, sino con infantas españolas. Y, por supuesto, no murió asesinado por una de sus esposas.
Sin embargo, Enrique VIII tenía otra hermana, María, que se casó con Luis XII de Francia. Ella SÍ se casó con Charles Brandon cuando se quedó viuda del rey de Francia, pero además en una época que no se correspondería con la supuesta boda entre Margarita y Brandon ya que, cuando empieza la serie, María y Brandon llevaban ya bastantes años casados.
¿Qué aportan a la trama estas nuevas patrañas? Nada. La verdad hubiera sido mucho más interesante, puesto que las auténticas bodas de Margarita contribuyeron a liar más la situación entre Escocia e Inglaterra. Fue la abuela de María Estuardo y también abuela del segundo esposo de ésta y, sobre todo, regente de Jacobo V tras quedarse viuda. Su segunda boda causó que fuera despojada de esta regencia y que tuviera que huir de Escocia mientras su hijo, el rey niño, quedaba en poder del duque de Albany. Al tiempo de la tercera boda de Margarita su hijo, el rey de Escocia, consigue escapar y reunirse con su madre, aunque finalmente madre e hijo acabaron distanciados. Como se puede ver, mucho más interesante la realidad que la paparrucha de la boda portuguesa, con ese intento burdo de ridiculizar al pretendido marido.
Y tampoco aporta nada a la serie ocultar la existencia de la otra hermana. Hubiera sido un elemento más en todos los tira y afloja alrededor de Ana Bolena, porquue María se oponía fuertemente a la boda de su hermano con Ana, a la que consideraba una vulgar trepa.
Al principio de la serie aparece el asesinato de un tío del rey, supuestamente embajador, a manos de los franceses. Ese tío no existió. Sí existió con ese nombre el marido de una tía suya, pero no murió asesinado, sino de enfermedad.
Los papas mencionados en relación a “La cuestión real” (como se llamaba al divorcio de Catalina de Aragón y el matrimonio con Ana Bolena), no existen. En la serie aparece un papa llamado Alejandro que está muriéndose, y se supone que a ese le sucede un tal cardenal Orsini. Pero no ha habido un papa llamado Alejandro desde antes del comienzo del reinado de Enrique. El papa que tenía que haber aparecido era León X, que a su muerte fue sucedido por Adriano de Utrech y éste, a su vez, por el cardenal Medici, que con el nombre de Clemente VII fue el que se negó a dar el divorcio a Enrique.
Enrique, para celebrar el nacimiento del hijo que tuvo con Lady Blount, aparece disparando un arma que no se inventó hasta un siglo después (esta información se la debo a mi amigo Paco, gran entendido en este tema, y que me arrastró toda una mañana por la Torre de Londres mirando todas y cada una de las armas y armaduras allí expuestas). Parece que cuando hablamos de épocas pasadas un siglo más o menos no tiene ninguna importancia en estos detalles, pero es como si en una película del Oeste vemos a los protagonistas disparándose con lanzamisiles. Por cierto, Lady Blount no estaba casada cuando tuvo al hijo de Enrique VIII. Se casó después.
Enrique VIII no vivía en el palacio que aparece desde el principio de la serie como su residencia. Ese palacio no pasó a su propiedad hasta después de la caída de Wolsey. Y tampoco se llamaba entonces Whitehall.
En fin, no quiero aburriros con una avalancha de datos. Terminaré comentando que el aspecto juvenil del rey, y que mantiene hasta lo que yo he visto (final de la tercera temporada, anulación de su cuatro matrimonio), tampoco se corresponde con la realidad. La mayor parte de los hechos de la serie transcurren cuando Enrique estaba cerca de los cuarenta años. Se llevaba con Ana Bolena bastante más diferencia de edad de la que aparenta (entre 10 y 18 años) y tenía ya 42 años cuando se casó con ella. Si continuáis viendo la serie hasta donde yo la he visto podréis ver cómo a los 49, faltando sólo siete años para su muerte, ha cambiado poquísimo.Y ya sabemos todos, por los retratos de Holbein, el aspecto que tenía para entonces.
Sé que el tema de la fidelidad a la realidad de las series históricas es una batalla que tengo perdida de antemano pero, por lo menos, los que lean este blog conocerán algunas verdades.