Este verano podría ser frío

Publicado el 24 junio 2013 por Elinfiernodebarbusse

Sé que sí. Que me reitero. Que es mi fijación. Mi obsesionante recurrencia. Mi manía bibliográfica. Mi vicio literario. Vale, sí, lo admito. Y ahora -dirán ustedes-, otra vez London, ¿a cuenta de qué? Pues, la verdad es que pocos acuentasdequé me harían falta para recomendarles a este escritor una vez más, pero, en esta ocasión los hay, y si no los hubiera, los buscaría -eso también es verdad-, y no me sería difícil encontrarlos, por cierto. El primer acuentadequé -porque hay varios- es que me lo estoy pasando pipa pasiflora (como diría esa enjundiosa escritora, ya más que una promesa, que es MM) con la lectura de El vagabundo de las estrellas (qué capacidad de fabulación, qué fluidez narrativa, qué voz), hipnotizante novela.
El segundoacuentadequé es la recentísima edición de Encender una hoguera que acaba de poner en la calle Periférica. En 1902, London, recibió un encargo de la revista juvenil Youth’s Companion y escribió esta narración ambientada en el gélido Yukón que seis años después, en 1908, corrigió y aumentó dotándola de mayor carga dramática y psicológica y publicándola en el Century Magazine. Es un apasionante y durísimo relato -considerado uno de los mejores de su autor- que ya ha conocido otras recientes ediciones en nuestra lengua, como la preciosa de El Rey Lear, ilustrada por Raúl Arias, que cuenta con la vibrante traducción de Catalina Martínez Muñoz. La novedad que incluye el volumen de Periférica es que presenta -por primera vez- en un mismo volumen las dos versiones que escribió el autor.

Como estoy seguro de que les va a encantar el relato antes citado -en caso contrario pásense a no más tardar por urgencias médicas, porque pueden sufrir algo más grave de lo que creen-, aprovecho -y éste es el tercer acuentadequé-, para señalarles la existencia de un magnífico volumen de relatos de London en Cátedra con el que ustedes pueden seguir deleitándose con la literatura de la mejor clase. Es el mejor aire acondicionado para los rigores veraniegos que conozco: genera un gran bienestar, refresca en pocos minutos y es, además, económico y silencioso. 
Y, por último, un cuarto acuentadequé. Desde hace tiempo persigo -con ahínco, con vehemencia irreductible- hacerme con una primera edición de The Call of the Wild, publicada por MacMillan en 1903. Mírenla. ¿Acaso no es bonita, evocadora? Con esas ilustraciones, tan únicas, gastadas, de Bull, Goodwin y Hooper. Estoy en ello, pero, claro, un ejemplar en buen estado que esté disponible en el mercado no baja de una cierta cantidad que ya me gustaría a mí gastar silbando la Traviata. Se me ha ocurrido que, puesto que hoy es mi cumpleaños, podrían ustedes ponerse de acuerdo y ejercer el sano y bondadoso ejercicio del altruísmo iniciando una colecta para tal fin. No sé, es una idea. 

The call of the wild, Macmillan Company, 1903

Ilustración de Goodwin para The call of the wild, 1903


Ven, había unos cuantos acuentasdequé londonianos. Siempre los hay, o debería haberlos. Podría seguir con alguno más, pero, como les he dicho, es mi cumpleaños, y me tomo el día libre. Ya saben, este verano podría ser frío. Yo que ustedes, me abrigaría. Sin dudarlo.