Pero en esta tierra, cartagineses, romanos y árabes, ya encontraron en las faldas del cerro de San Cristóbal, una inmejorable posición estratégica y el lugar perfecto para asentarse.
El mismo José María el Tempranillo, el Vivillo o el que dicen fue el último bandolero, El Pernales, campearon por estos lugares, siempre con la atenta mirada de la Torre de la Victoria, símbolo de la ciudad.
La Colchona, mujer de un transportista local, que gracias a la profesión de su marido, distribuía los mantecados que elaboraba en el camino hacia Córdoba y en la propia capital.
Pronto comenzaron a tener fama estos deliciosos mantecados, extendiéndose su consumo ya no sólo por Andalucía y por España, sino también en el mercado internacional.
Puede decirse que La Colchona fue la pionera de esta industria tan floreciente y famosa de Estepa.
En la fábrica de La Estepeña existe un museo dedicado al mantecado.