Así en frío, la noticia parece casi normal. Hace muy pocos años, en Gran Bretaña se presentó una ONG estadounidense, la Project Prevention, que aplicaba la esterilización a drogadictos a cambio de dinero. El primero en acogerse a esta fórmula fue un hombre de 38 años de Leicester, del que sólo se conoce el nombre, John, que se sometió a la vasectomía a cambio de 200 libras esterlinas. John admitió que ha sido el dinero lo que le ha llevado a la esterilización. Por su parte, la fundadora de la ONG lo justificó porque es la única manera de evitar que los futuros bebés sean afectados por la adicción de sus padres. En Estados Unidos ya han sido esterilizadas unas 3500 personas, en medio de una fuerte polémica. Parece elemental garantizar que los individuos que se someten a la vasectomía están en condiciones de tomar esa decisión por sí mismos.
La similitud con algunas prácticas llevadas a cabo en la Alemania nazi son manifiestas: allí se comenzó con la esterilización forzosa de epilépticos, débiles mentales, criminales, alcohólicos y dementes; aquí se trata de estimular con incentivos económicos la esterilización voluntaria de drogadictos y deficientes mentales. De ahí a una legislación eugenésica no hay más que un paso.