La voz inmortal de la "Damisela Encantadora" de Antonio Lecuona, murió con 100 años, el sábado en La Habana.-
Por la singularidad de su voz, de amplia tesitura, y su dicción clara y pulida, Esther Borja lega un amplio cancionero que pasará a la posteridad.
La Damisela era ella
Su centenario fue recordado con homenajes de artistas y músicos en la isla, donde se había retirado oficialmente de los escenarios en 1984 tras más de medio siglo de carrera.
Con voz de mezzosoprano, Esther Borja fue una de las más importantes promotoras del arte lírico en Cuba y es considerada la mejor intérprete de las canciones del famoso compositor y pianista cubano Ernesto Lecuona (1895-1963), de quien fue amiga personal.
Borja no sólo difundió durante muchos años la obra de Lecuona, dentro y fuera de Cuba, sino que también interpretó la música de otros importantes del cancionero cubano del siglo XX como Gonzalo Roig y Adolfo Guzmán, entre otros. Conocida como la "damisela encantadora", a partir de una de los temas de Lecuona que más la identificó, Borja actuó en zarzuelas y operetas, trabajó en la radio, el teatro, el cine y la televisión, donde incluso animó un programa musical durante varios años: Álbum de Cuba.
Su carrera profesional comenzó en 1935, acompañada por Lecuona al piano en los más importantes teatros de La Habana. Sus giras internacionales incluyeron países como Argentina, Chile, Perú, Brasil, Uruguay, España y Estados Unidos.
SU VOZ HECHA MITO
Vivió un siglo y el tiempo la alcanzó para llenarse de gloria. La icónica voz de Esther Borja, la damisela encantadora de varias generaciones, finalmente cerró su libro de partituras.
Diciembre fue un mes irónico con ella. En Cuba, lo comenzaron celebrando el centenario de la intérprete por excelencia de Ernesto Lecuona, Rodrigo Prats y Gonzalo Roig, y hoy, casi al terminarlo, deben despedirla.
Ha muerto La Damisela Encantadora de Cuba. Esther María de la Caridad Borja Lima nació en La Habana y se dio a conocer en los circuitos de la radio comercial de la primera mitad del siglo XX, en una Habana pletórica de estaciones y concursos de talentos.
Por la singularidad de su voz, de amplia tesitura, y su dicción clara y pulida, Esther fue invitada a cantar junto Lecuona, en una conjunción que se inmortalizó en la memoria musical del país. Zarzuelas, operetas e incluso guarachas y puntos cubanos integraron un repertorio de centenares de canciones, muchas de ellas, por suerte, registradas para la posteridad.
Pero tal vez el ejercicio que más presencia en la memoria cultural le granjeó fue el programa “Album de Cuba”, que condujo por veinticinco años y donde compartió gran parte de ese vasto cancionero.
Apostó, por más de medio siglo, a cuidar creaciones de la canción nacional, de evocación lírica y costumbrista del paisaje campesino. Era pura voluntad, lo cual reafirmó cuando expresó a Radio Habana Cuba: “cuando todo el mundo quería cantar Tosca o Madam Buterflay, yo me empeñé en rescatar lo cubano”
A muchos hoy, cuando los medios le recuerden que ha muerto Esther Borja, solo les evocará la memoria los ojazos negros de una damisela encantadora que la televisión nacional repone de vez en vez. Pero el legado es más amplio, tan largo como un siglo.
ESPLENDOR, ESTHER BORJA JUSTIFICABA TODA SU GRATITUD HACIA EL CARIÑO Y LA ADMIRACIÓN QUE SIEMPRE LE PROFESÓ SU PÚBLICO.