¿Cómo sería, qué forma tendría, qué olor, qué sabor? Y envueltos en un gran entusiasmo decidieron montar una fiesta. En esa fiesta había música (Libertad, libertad, sin ira, libertad y abre la muralla, cierra la muralla), había baile y había bebida, mucha bebida.
- ¿Y tú qué tomas?
- Un trinaranjus de naranja, por favor.
- Pero no seas panoli, hombre, pídete algo más fuerte.
- Es que no se me ocurre, ¿tú qué vas a tomar?.
- ¿Yo? Lo que siempre deseé tomar cuando fuera mayor: "¡camarero, ponme una autonomía!
Alguien, desde el fondo, se pidió otra y animado, invitó: "¡autonomías para todos!"
Algunos preferían trinaranjus pero no se atrevieron a decirlo, no querían quedar como panolis ahora que empezaban a ser mayores. ¡Atonomías para todos!. Eran jóvenes, y querían probar emociones fuertes. Se juraron que desde ese momento eso sería lo que todos iban a tomar y lo firmaron y lo sellaron en forma de Constitución, para tenerlo todo atado y bien atado y que a nadie se le olvidara lo que acordaron en aquella fiesta.
Los jóvenes crecieron, se hicieron mayores y ahora se encuentran en plena madurez. Algunos piensan que las cosas no fueron como las imaginaban y bastantes consideran que se equivocaron y que quizás cometieron un error, aquel verano de juventud, en plena borrachera (sé lo que hicisteis el último verano)
Realmente todos terminaron bebiendo lo que sólo 2 de ellos deseaban, los demás no tenían sed de aquello y entre todos saciaron la sed de unos pocos. Todos pidieron autonomías, cuando hubieran preferido el clásico trinaranjus. Y era una bebida muy cara, carísima. Pidieron whiski Chivas cuando sólo llevaban dinero para mosto. Y ahora nos persigue el camarero,con la cuenta de todos estos años. ¡Y a ver quien paga!
Publicado por Lagartija, miembro de la Red de blogs comprometidos