Esta es la historia de cómo ese libro vio la luz.
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El padre de Alice es editor, especializado en libros infantiles. Y tiene por costumbre llevar a casa libros, notas, cuentos de todo tipo que da a leer a su hija. Una tarde de tantas, Alice, buena lectora pese a su edad, oye a su padre llegar y corre a abrazarlo. Hoy no ha sido un buen día y papá ha olvidado traer alguna lectura nueva para su hija.
Solo lleva consigo un texto poco interesante que ha recibido en la oficina. Escrito con máquina de escribir, no le parece tan estimulante como para que merezca el interés de la pequeña Alice. Pero la cara de la niña, espectante e ilusionada le hace cambiar de opinión y le entrega el manuscrito mecanografiado.
A ella no le importa que el texto destile poca "modernidad" por no estar escrito en ordenador. Alice corre a su cuarto a devorar su nueva adquisición. Una hora más tarde vuelve de su cuarto y le espeta a su padre:
"¡Esto es mucho mejor que cualquier otra cosa que me hayas traido nunca, papá!"Y le pide el resto del relato. Tiene que haber más; esto tiene que ser el principio; dime que hay más. Por favor.
Barry Cunningham, que así se llama papá, promete a su hija que conseguirá el resto del texto para ella, ya que tanto le ha gustado.
Al día siguiente, Barry recuerda la promesa realizada a su hija y ofrece un adelanto de 1500 libras por el manuscrito completo. La agencia literaria no regatea y traslada el interés del editor al autor del texto.
No tiene nada claro que vaya a recuperar la inversión, pero dedice de todas maneras publicar la historia, aunque solo sea para que su hija pueda leerlo en formato libro.
Al poco rato, la agencia devuelve la llamada y confirma el interés de la autora -se trata de una mujer- en la oferta del editor.
En pocos días está firmado el contrato de edición. Y el señor Cunningham decide "regalar" un bientencionado consejo a la joven autora. Su experiencia le dice que publicar no es sinónimo de éxito. Y recomienda a la autora, separada, con hijos y graves problemas económicos, que busque un empleo distinto al de escribir porque no cree que pueda vivir de escribir cuentos para niños.
La autora, de nombre Joanne, acepta el consejo; pero el proceso editorial no se detiene.
Se realiza una modesta edición de 1000 ejemplares, la mitad de los cuales van directamente a bibliotecas. El resto se pone a la venta… y se venden.
A día de hoy, esos ejemplares de la primera edición están muy cotizados; la editorial Bloomsbury, que así se llama la editorial de papá, es una de las editoriales más importantes del mundo; y su autora, ya no tiene problemas económicos y firma bajo un pseudónimo que comienza con J.K. Lo que sucedió a partir de entonces es conocido.
Porque el libro del que hablamos lleva por título "Harry Potter y la piedra filosofal".
La historia la cuenta Santiago Posteguillo en La noche en que Frankestein leyó el Quijote. Ed. Planeta. Barcelona 2012.
Libro que #recomiendoleer, y en el que nos cuentan la vida secreta de lo libros (porque los libros tienen otras vidas).
Y coincido con Posteguillo en que el mérito de J.K. Rowling reside, fundamentalmente, en haber conseguido enganchar a la lectura a toda una generación de lectores jóvenes (y no tanto), que le han perdido el miedo al número de páginas de un libro.
Y para los vagos irredentos, también hay adaptaciones cinematográficas muy dignas.
La contaportada dice así:
"¿Quién escribió las obras de Shakespeare?
¿Qué libro perseguía el KGB?
¿Qué novela ocultó Hitler?
¿Quién pensó en el orden alfabético para organizar los libros?
¿Qué autor burló al índice de libros prohibidos de la Inquisición?
Estos y otros enigmas literarios encuentran respuesta en las páginas de La noche en que Frankenstein leyó el Quijote, un viaje en el tiempo por la historia de la literatura universal…"