Las autenticas estrellas de cine son las que, a la de su condición
de actores, unen su capacidad para comerse la pantalla,
robándole protagonismo a quien esté a su alrededor.
Manuel Alexandre tuvo ese don pero, por su condición de actor
secundario en un cine de tercera, se quedó en robaplanos de
primera.
Un genial robaplanos cuya presencia perdurará en las esquinas
de algunos de los mejores planos del cine español.
Ahora que ha salido del encuadre como quien no quiere la cosa,
muchos protagonistas hispanos pueden descansar en paz.