Imagínate un día de verano en la playa…
Uno de esos días, de mar bastante movido, estaba yo por allí y me di cuenta de una cosa.
Me dio por pensar que se veían claramente tres grupos distintos de personas:
> Escucha este artículo aquí –>Esto pasa cuando haces justo lo que quieres.
Unos cuantos estaban en la arena, debajo de su sombrilla y sin ninguna intención aparente de meterse en el agua. Ahí, tan tranquilos.
Otros paseaban por la orilla, también tranquilamente.
Y unos pocos (entre ellos yo, claro, jajaja) estábamos metidos en el agua. Con lo que eso suponía justo ese día, que estaba el mar intenso…
Olas fuertes que te dan y te tiran, rodillas magulladas, tragar más agua que… y salir con el pelo como una loca y asegurándome de que el bañador estaba en su sitio.
(Porque yo no soy de las que salen impolutas y elegantes, yo como si me hubieran dado una paliza. Hecha polvo, jajajaja).
Eso sí, con una sonrisa gigante en la boca de lo bien que me lo había pasado.
Hasta ahí normal.
Pero sabes lo importante.
Que los demás también tenían una sonrisa en la boca.
Y es que cada uno estaba disfrutando de ese día a su manera.
Y todas esas formas diferentes estaban bien.
Es muy importante saber cómo disfrutas tú (como alegoría de qué quieres en la vida) para que así no estés pensando…
«Me tenía que haber metido, mira qué bien se lo está pasando esa y yo aquí que no me atrevo».
O…
«Tenía que haberme quedado fuera, voy a salir toda magullada. ¿Ves? Tendría que estar paseando y no aquí tirada en la arena…»
O que pienses: «Mira esa loca ahí metida» o «mira esos, qué aburridos ahí sin hacer nada«.
Cuando sabes lo que quieres, lo que a ti te hace disfrutar, no criticas, no te comparas, no te intentas obligar a hacer algo que no quieres hacer, porque te conoces y sabes que estás haciendo justo lo que quieres hacer.
Y te parece genial que otros hagan otras cosas, porque es su vida.
Eso es lo que pasa cuando estás haciendo justo lo que quieres, que eliminas el ruido externo.
Estás feliz y contenta haciendo lo que quieres.
Paseando tranquilamente o jugando con las olas o leyendo en la arena…
Y oye, a lo mejor el próximo día haces tú otra cosa. Que esto no es una cadena perpetua. Ni en la playa ni en la vida.
Qué importante es saber lo que quieres y elegir tú y saber también que puedes cambiar. Un día puede ser playa, otro montaña, otro en tu casita.
Otro haces surf.
Otro no te mueves y te comes un helado. O dos.
Y lo mismo con tus elecciones profesionales.
¿Y si no tienes claro lo que quieres? Pues el primer paso es averiguarlo. No lo dejes y te conviertas en una persona amargada que solo saber criticar lo que hacen los demás o que nunca está a gusto con lo que hace (básicamente porque no hace lo que quiere).
Para saber lo que quieres, aquí.
No lo dejes mucho, como dice Antonio Machado:
«Hoy es siempre todavía, toda la vida es
ahora. Y ahora, ahora es el momento de
cumplir las promesas que nos hicimos.
Porque ayer no lo hicimos, porque mañana es
tarde. Ahora.»