Uno de los tópicos que envuelven los Premios Goya es denominar la gala de entrega como “la gran fiesta del cine español”. En realidad no lo es, es una reunión de nominados que aguantan el tipo los segundos que tarda el anuncio del ganador y luego intentan ocultar sus emociones si no ganan, mientras sonríen y aplauden al galardonados. Con alguna reivindicación social o crítica política por medio, las galas suelen ser tediosas, lo que resulta bastante contrario al concepto de fiesta.
En cambio, la gran fiesta del cine español ha abarcado el año 2016 con unas producciones cinematográficas de gran calidad que han ofrecido, ¡por fin!, una alternativa real a los largometrajes estadounidenses que lideran las listas de venta de entradas. Tres películas inteligentes son prueba de ello, tres thriller que, además, nos han colocado en un nuevo género cinematográfico, más allá del terror, en el que España ya posee nombres y películas reconocidas en el ámbito internacional, y de la comedia de enredo erótica festiva que suele quedarse sólo en las taquillas de nuestro territorio.
El hombre de las mil caras, dirigida por Alberto Rodríguez, recoge parte de nuestra historia cercana para narrar, con elementos propios del thriller, uno de los episodios de espías y corrupción más lamentables de nuestra historia, la detención de Luis Roldán. Una tarde para la ira, que obtuvo cuatro Premios Goya 2017, entre ellos Mejor Película y Mejor Director Novel para el actor Raúl Arévalo, narra una historia negra, descarnada, que nos enfrenta a un submundo que pensamos no existe en nuestra sociedad. Por último, Que Dios nos perdone, dirigido por Rodrigo Sorogoyen, es quizás el thriller más redondo de las tres propuestas, con un guión que ahonda en la maldad del ser humano y en las efectos devastadores del maltrato en la relación madre hijo en la construcción de la personalidad.. Con estas tres grandes películas, el cine español sí está de fiesta. Y aunque para algunos, su maestro de ceremonias podría ser Antonio de la Torre (protagonista de Una tarde para la ira y de Que Dios nos perdone), muchos queremos que este actor afronte un guión con mayor diálogo y que requiera otra expresión diferente a la del silencioso atormentado.