Estocolmo, la ciudad sobre el agua

Por Martafr1975

Si hay algo que no falta en Estocolmo, es agua. Ubicada en un laberíntico archipiélago al sudeste del país, la capital de Suecia ocupa 14 islas conectadas por 57 puentes, cada una de las cuales alberga un barrio con su propia idiosincrasia.

Pero más allá de las 14 islas que ocupan las ciudad, el archipiélago se extiende hasta el mar Báltico a través de, aproximadamente, unas 24.000 islas cubiertas de frondosos bosques, campos de flores silvestres y casas de madera al más puro estilo nórdico con embarcaderos privados y alguna que otra sauna.

Alojarse en Estocolmo

Como cualquier ciudad nórdica, los precios de los hoteles pueden resultar excesivamente caros si pretendemos dormir en pleno centro. Como alternativa, lo mejor es buscar algo a las afueras aprovechando que el transporte público llega a muchas zonas y, realmente, funciona muy bien.

Nuestra opción fue una casa en Sollentuna, muy cerca de la estación de tren de Norrviken Station. Luego hablaremos del transporte.

No la voy a recomendar porque, aunque la casa era suficientemente grande para las seis personas que nos alojamos y la decoración era muy nórdica, la limpieza brillaba por su ausencia y la falta de mantenimiento en una casa que no debía estar reformada hace demasiado tiempo, era más que evidente. Grant, el dueño de la casa que vivía al lado, tampoco fue excesivamente simpático con nosotros, siendo realistas, ni siquiera nos saludó. Pero a pesar de todo, no estuvimos mal y la ubicación y el precio eran más que correctos.

Transporte público

Si por algo se caracteriza Estocolmo, además de por la gran cantidad de agua, es por su transporte público con una magnífica red de metro, autobuses, tranvías, trenes y ferrys que llega a casi todos los puntos de la ciudad y el extrarradio.

Los precios de los billetes no varían por zonas y, por lo tanto, si os alojáis a las afueras, el precio será el mismo que si estáis cerca del centro.

Hay diferentes tipos de billetes:

  • El billete sencillo: Cuesta 45 SEK (31 SEK con descuento para niños o ancianos) y permite viajar por la red de transporte durante 75 minutos. Se adquieren en las máquinas expendedoras.
  • Tarjeta de recarga SL Access: Con esta tarjeta de prepago que cuesta 20 SEK el billete sencillo sale por 32 SEK (22 SEK niños y ancianos con descuento), osea que con dos viajes que hagamos ya hemos amortizado el coste de la tarjeta. Pero atención, la recarga mínima son 100 SEK, por lo que si el último día tenemos que recargar solo para uno o dos viajes no podremos y si lo hacemos perderemos dinero, así que hacer bien las cuentas de lo que vais a necesitar. De algo que, seguramente, no os informaran es que una tarjeta sirve para un grupo, así que si solo compráis una podéis ir recargando para todos los que vayáis. Eso sí, no podréis validarla por las máquinas sino que os lo tendrán que hacer manualmente en las taquillas.
  • Travelcards: Son bonos de transporte de una duración determinada (24 horas, 72 horas o 7 días) aconsejables si se va a usar el transporte más de dos o tres veces al día, según duración. Hay que tener en cuenta que Estocolmo no es una ciudad grande y que si cada día la dedicamos a una zona distinta, no es necesario coger el transporte más que para ir y volver del hotel. Por lo tanto, yo no lo recomiendo.

Cualquiera de estas tarjetas no incluyen la tarifa para ir o volver del aeropuerto de Arlanda (pendeltåg 40), que además del billete sencillo habrá que desembolsar 120 SEK. Una opción para evitar esta tarifa es coger el tren hasta Märsta (pendeltåg 41) y hacer transbordo a algunos de los autobuses que nos llevaran hasta Arlanda, dependiendo de la terminal. De este modo os ahorrareis los 120 SEK por persona. Y cuidado no he hablado del Arlanda Express que aunque más rápido, también es mucho más caro.

Tres días en Estocolmo

Dividida en 14 islas y con zonas perfectamente delimitadas por el agua, es fácil organizar una visita a la ciudad y centrarse cada día en alguna de las zonas que se quieran visitar.

Día 1, sábado 21 septiembre 2019

A T-Centralen llegan todos los trenes y metros, así que seguramente cada día la visita empiece en este punto. Auténtico punto neurálgico de la ciudad. Desde Segels Torg salen varias calles peatonales a rebosar de tiendas de ropa y complementos con firmas tanto internacionales como la archiconocida cadena sueca H&M que está por todo lados.

Cogemos Hamngatan para dirigirnos hacia Küngsträdgärten o los Jardines del Rey para llegar a la terminal de ferrys. Si la idea es hacer un pequeño crucero por los canales o visitar el arcipiélago, lo mejor es comprar los billetes el primer día para asegurarnos un sitio en alguno de los barcos los días posteriores. Sino es bastante probable que esté todo lleno.

Desde aquí, por el puente Strömbron se cruza a Gamla Stan, la ciudad vieja de Estocolmo y según los suecos uno de los lugares más bonitos de Suecia. A partir de aquí toca perderse por los callejones y mezclarse con turistas y locales disfrutando del frío y, si hay suerte, del sol y pasear por su calles adoquinadas entre iglesias renacentistas, plazas medievales y casas de vivos colores que albergan tiendas de souvenirs, estupendas cafeterías donde hacer un fika y pequeños restaurantes donde degustar unas albóndigas.

Siempre vigilante el Kungliga Slottet es el castillo real de suntuosas estancias que se esconden tras un exterior barroco siendo uno de los mayores palacios de Europa. El cambio de guardia se celebra en el exterior del patio a las 12.15 de lunes a sábado y a las 13.15 los domingos y festivos. Excepto los lunes y martes de septiembre a mayo que no se hace.

La cercana Storkyrkan, el edificio más antiguo de Estocolmo y su catedral, ha sido escenario de bodas y coronaciones reales.

La plaza Stortorget es la plaza más fotografiada de la ciudad. Flanqueada por vistosos edificios de colores y una fuente central, es un buen lugar para sentarse en un banco y observar a los suecos degustando sus tradicionales fikas en las terrazas de los cafés. El Museo Nobel se encuentra es esta misma plaza y muestra la historia de los premios y los galardonados en él.

Si nos dirigimos hacia el este desde la plaza, por la calle Köpmangatan, se llega hasta una pequeña pero animada plaza vigilada por la estatua de Sankt Göran och Draken (San Jordi y el dragón). Seguimos por Österlånggatan hasta Järntorget y subimos por Vänsterlånggatan una de las calles principales de Gamla Stan llena de tiendas de regalos y escaparates con deliciosos dulces. A pocos metros del inicio de esta calle se llega a otro de los puntos más fotografiados de la ciudad el famoso callejón de 90 centímetros Mårten Trötzigs Gränd.

Llegados a este punto toca un descanso y comer algo. En Kornhamnstorg, a orillas del canal, en el lado sur de la isla hay un pequeño puesto callejero especializado en arenque frito servido de diferentes maneras y acompañamientos. No es algo que recordaras el resto de tu vida, pero es rápido, muy típico, rico y, si tienes la suerte de tener buen tiempo, puedes compartir mesa al sol con algunos locales con los que intercambiar algunas palabras, si se dejan. El chiringuito en cuestión de llama Nystekt Strömming y es muy conocido y visitado por los suecos.

Seguimos por Vänsterlånggatan donde nos podemos entretener haciendo un poco de shopping y desviarnos hasta Käkbrinken con Prätsgatan para ver una inscripción rúnica vikinga.

Cruzamos por el puente Riddarholmsbron para llegar a la pequeña isla de Riddarholmen, La isla de los Caballeros, importante en la historia de Suecia desde que se empezó a edificar en ella entorno al año 1200 y desde donde obtiene una fantástica vista del edificio del Ayuntamiento. Antiguamente la isla albergó un convento franciscano con monasterio e iglesia pero durante el siglo XVII durante la Reforma todo pasó a manos del estado. Hoy en día la isla está dominada por algunos edificios de la administración y la iglesia de Riddarholmskyrka, lugar de descanso de los reyes suecos desde Gustav II Adolf (1632) a Gustav V (1950) con la única excepción de la reina Kristina que está enterrada en la iglesia de San Pedro en el Vaticano. También se hallan en ella los restos de otros reyes suecos de la Edad Media.

Volviendo a T-Centralen, cruzando el puente Vasabron podemos ver a nuestra derecha la isla Helgeandsholmen mayormente ocupada por el parlamento sueco.

Y para acabar el día no puede faltar el tradicional fika, una costumbre típicamente sueca que consiste en tomar un café o un té rodeado de amigos o familiares y que incluye, indispensablemente, un dulce o un pastel. Se practica en toda la sociedad sueca, en el hogar, con amigos e, incluso, en el trabajo dentro de la jornada laboral. A pesar de ello, o gracias a ello, es uno de los países más productivos del mundo. Si añadimos que al caer la tarde, también lo hacen las temperaturas, entrar en una cafetería con aroma a canela es una costumbre a la que, creo, podría acostumbrarme muy pronto.

Día 2, domingo 22 septiembre 2019

A la isla de Djurgärden se la conoce como la isla de los museos y es que en ella estan ubicados una gran cantidad de importantes museos de la ciudad en un marco sublime de jardines, vegetación y zonas para pasear y hacer picnics, si el clima acompaña y el tiempo del que disponemos lo permite.

Tres días no dan para mucho y hay que seleccionar que museo visitar si no queremos estar todo el día bajo cuatro paredes por muy interesantes que sean. Mi consejo y tras visitarlo, el Vasamuseet es, sin duda, uno de los imprescindibles de Estocolmo.

Se construyó para albergar el enorme buque de guerra, orgullo de la corona sueca que naufragó en su viaje inaugural tras recorrer poco más de un kilómetro después de zarpar. El buque fue rescatado el 24 de abril de 1961 y tras su reensamblado y restauración se muestra, hoy, al público en este maravilloso y único museo. No solo se expone el barco de 69 metros de eslora y 49 metros de calado en toda su plenitud, sino que también se exhiben piezas recuperadas y los rostros y la historia de varios de los tripulantes que perecieron en el naufragio. Para ello se ha recurrido a la ciencia forense.

A primera hora de la tarde tenemos reservado una excursión por el archipielágo de Estocolmo, pero antes de coger el barco nos desplazamos hasta Kungshallen para comer algo. Ubicado en el centro de la ciudad, es un lugar barato, rápido y con especialidades para todos los gustos, donde se sirven comidas de diferentes países y regiones del mundo.

Desde Estocolmo se pueden hacer diferentes excursiones a zonas cercanas para visitar algunos de sus palacios, antiguos pueblos vikingos o las mágicas islas del archipiélago que tanto han inspirado a escritores y artistas. Pero debemos tener en cuenta la época del año antes de planificar nada. Muchos de los ferrys dejan de tener servicio a principios de septiembre y no vuelven a circular hasta bien entrada la primavera, y son los circuitos organizados los que más estiran la temporada.

Si disponemos de poco tiempo, como es nuestro caso, la empresa Stromma Kanalbolaget ofrece un tour en barco de unas tres horas de duración por el archipiélago, salpicado de pequeñas islas e islotes llenos de naturaleza y bosques a pie del mar Báltico. Recomendable ir muy abrigado, especialmente si ya hemos dejado el verano atrás, ese verano que en Suecia dudo que exista.

Atardece, hace frío y después de tres horas en barco disfrutando desde la cubierta pero en plena intemperie lo que apetece de verdad es un fika. No puede ser de otro modo. El Café Kladdkakan en Stora Nygatan 32 ofrece deliciosos pasteles caseros, bollos de canela o cúrcuma acompañados de grandes tazas de café o chocolates con unas esplendidas raciones de nata. Dejamos pasar la tarde charlando, acompañados de amigos y arropados por la agradable temperatura de la cafeteria y su aroma a dulces y canela. Así lo manda el fika.

Día 3, lunes 23 septiembre 2019

Saltamos de isla en isla y hoy visitamos Södermalm. Situada al sur de Estocolmo es la zona más vanguardista y bohemia de la ciudad, donde se pueden encontrar tiendas de segunda mano, galerías de arte y cafeterías. Su relieve irregular y las grandes diferencias de altura en el terreno hacen
que Södermalm cuente con miradores que ofrecen unas panorámicas inolvidables, especialmente desde las colinas del norte desde donde hay una sensacionales vistas de Gamla Stan y del centro.

Pero si por algo se ha hecho famosa esta zona de la ciudad en los últimos años es por ser escenario de la famosa saga de novela negra Millenium del fallecido Stieg Larsson. En sus calles se desenvuelve la mayor parte de la historia y es en ellas donde Lisbeth Salander y Mikael Blomkvist viven, donde se haya la redacción de la revista Millennium, la sede de Milton Security y un gran número de restaurantes y bares frecuentados por los personajes. Así que si eres un friki de la novela negra este es tu destino. Existe, incluso, una guía para seguir la ruta Millenium.

Bajamos en la estación de metro Slussen y desde aquí cogemos Hornsgatan y Bastugatan para llegar a la colina Mariaberget, concretamente a Monteliusvägen uno de los sitios con mejores vistas de Kungsholmen y Riddarholmen. Volvemos sobre nuestros pasos para subir al mirador de Katarinahissen y su famoso ascensor desde el que se contempla el Gamla Stan medieval y la isla de Djurgarden, donde se encuentran la mayoría de los museos de la ciudad. El ascensor se construyó con tuberías de hierro y metal en 1936 para unir la zona de Slussen con la parte alta de Södermalm, y poco a poco se ha ido convirtiendo en un icono de la zona. Se puede subir directamente a la plataforma mirador por la callejuelas de detrás de los edificios y cruzar el puente sin tener que abonar el precio del ascensor.

Recorremos Katarinavägen y nos adentramos por el sendero Fjällgatan para dar un paseo por la zona histórica que delimita entre ésta y la calle Stigsbergsgatan donde antiguas y pintorescas casas de madera rojas y blancas construidas entre 1700 y 1800 con el típico estilo sueco, bordean el acantilado.

A poca distancia, Renstiernas gata se convierte en la puerta de entrada al SoFo, el barrio hipster de Estocolmo por excelencia y un lugar ideal para hacer un parón y comer algo en alguno de sus muchos restaurantes. Si buscas comida tradicional, las albóndigas suecas de Meatball for the People no te defraudaran. Utilizan solo productos orgánicos y de proximidad minimizando el impacto medio ambiental y sus platos están acompañados de puré de patata, salsa, arándanos rojos y pepinos encurtidos. Un clásico sueco.

Tras el festín de albóndigas, seguimos dando un paseo por el SoFo, adentrándonos en sus calles y sus plazas y oteando algunas de sus tiendas de diseño o de alimentos delicatessen.

Pero todos los caminos llevan a Gamla Stan y es allí donde nos espera nuestro tradicional fika al atardecer, en el Cafe Krans, con enormes kanelbulle que invitan a relajarse y disfrutar de la compañía.

Finalizamos nuestro tercer día en el Ayuntamiento de Estocolmo en la isla de Kungsholmen. Este edificio con las tres coronas en lo alto de su torre es una de las siluetas más reconocidas de la ciudad. En su Blå hallen (Salón azul) se celebra anualmente el banquete de los Premios Nobel con casi mil comensales que luego se trasladan al Gyllene salen (Salón dorado) para proseguir con el baile y la fiesta. Desde el patio trasero del ayuntamiento, a orillas del Báltico, el atardecer nos regala unas vistas singulares con cielos cobrizos. Un placer acabar así nuestra última tarde en Estocolmo.

Día 4, martes 24 septiembre 2019

Llegó el último día, el fatídico momento de volver a la realidad y a la monotonía, pero aún nos quedan unas horas para nuestro coger nuestro vuelo y un tiempo maravilloso que aprovechar.

Estocolmo está lleno de museos gratuitos, si bien no son los más visitados por los turistas, pero como buenos catalanes que somos, no podemos decir que no a algo que sea gratuito y si además es interesante pues mucho mejor.

El Historiska Museet cubre más de diez mil años de historia y cultura suecas, con piezas que van desde la Edad de Hierro hasta el Renacimiento, destacando la Sala Dorada, una cámara acorazada llena de reliquias vikingas y raros tesoros. Los niños pueden ir siguiendo un juego de pistas que si consiguen completarlo, se llevaran de recuerdo un diploma del museo.

Comemos en Mom’s Kitchen antes de ir al aeropuerto. Este restaurante de cocina tradicional sueca, ofrece comida rápida y fácil de llevar sin comprometer a la calidad. Aunque utilizan productos orgánicos y de proximidad, la cantidad de packaging usado hace que el impacto medio ambiental sea importante, aunque ellos digan que cumplen con la normativa vigente…

Y hasta aquí nuestro viaje a Estocolmo, una ciudad sin grandes pretensiones, quizás, pero con un enorme potencial para enamorar.