Estoy enfermo, no tonto, pt: II

Publicado el 12 mayo 2019 por Carlosgu82

Llegar a casa, que gloria, el hogar, las habitaciones distantes, la nevera…el fantasma.

Corría hacia la nevera, pero claramente no era hora. Abrí la nevera y ahí estaba el queso a medio comer.

— te has comido todo el queso de nuevo.

— no he sido yo, ha sido el fantasma.

Sonríe, ¿qué es lo gracioso? últimamente todos ríen, menos yo, yo no me rio.

De un momento a otro, empezó a dolerme la cabeza, lleve mis manos a la misma para sostenerla, ¿porqué de golpe este dolor?, ¿por qué debía dolerme la cabeza?

La realidad parece cambiar, sentía que estaba viviendo una realidad ficticia.

  • ¿dónde estás?

Mi amigo, no encuentro mi amigo, usualmente suele estar conmigo, pero ahora no lo está, ¿se ha ido? ¿sin avisarme? Escucho un pitido mientras intento sostener mi cabeza, es como si mi cerebro estuviera siendo cogido por una mano y que lo apretase, me duele todo el cerebro, es una sensación tan extraña, pero de todos modos me ocurre cada tanto. Me distrae, no me deja vivir mi vida con la normalidad que merezco.

— ****, ¿estás bien?

El dolor ha parado, y veo a mi amigo.

— me ha pasado de nuevo, por un momento sentí que no estabas.

— ¿ah?

— como si no fueras real.

— pero que tonterías dices, ¿no me ves?

— si, si te veo, pero en ese momento no te veía, y me dolía mucho la cabeza, no entiendo por qué de golpe tengo que sufrir eso. ¿dónde estabas?

— no lo sé…creo que me perdí un momento.

— ¿cómo puedes perderte? son cuatro paredes.

De nuevo, el dolor, mi cabeza empieza a doler, me molesta.

— para por favor, para.

Decía jadeante llevando las manos a la cabeza. Las habitaciones parecen más largas, las ventanas igual, empiezo a caminar intento mantenerme distraído, me dejo caer al suelo y me quedo pensativo, ¿por qué de golpe, me está doliendo? Nuevamente se ha ido, ¿qué pasa?

— es todo falso, debes pedir ayuda.

Me levante, para así dirigirme a la puerta, tal vez necesite tomarme alguna aspirina y todo pasara.

— Madre.

— ¿sí?

— ¿has visto a mi amigo?

— pero si has llegado solo.

¿He llegado solo?, esta mujer ya se ha vuelto loca, no puedo fiarme. Es bipolar, quisiera aclararlo. Realmente yo no soy un médico ni mucho menos, pero estoy seguro de lo que digo, tiene algún problema, no es normal.

— ¿a dónde vas?

— ¿dónde estabas? son dos veces seguidas que me duele la cabeza y tú te vas.

— lo siento, ¿vale?

— vale.

He tomado la aspirina color azul, ¿por qué azul? no me gusta.

— no es azul.

— creo saber la diferencia del azul y otros colores.

— pero no sabes la diferencia de lo real y de lo falso.

— ¿y tú?

— yo sí.

Esta muy parlanchín, últimamente. Yo estoy bien, me siento bien, ¿qué sucede?

— encontré una navaja en el armario.

— ¿y? ¿nunca has visto una?

— ¿no quieres verla?

Fruncí el ceño confundido, realmente no quería verla, a mí me da igual, pero si me gustaría saber qué hace algo como eso ahí adentro, es extraño, no tiene sentido.

Deje la aspirina para dirigirme a mi habitación, quedando frente a frente con el armario. Roble, oscuro, cubría toda la pared, tenía una decoración de flores muy atractiva, me gusta tocar la madera, es suave. Las majillas son redondas, algo viejas a este punto, pero son encantadoras, realmente no hay nada más que aportar de ellas, pero me gustan.

Lleve la mano a mover la majilla para así tirar de ella, y abrir el armario.

— no veo ninguna navaja.

— ahí, mira en el suelo.

— eso no es una navaja, es una cosa de estas de las rasuradoras.

— creo que suena mejor si la llamamos navaja.

— ¿y? no entiendo el punto de esto.

Al decir aquello, toma aquella cosa.

— corta.

— ¿me permites?

Me cruce de hombros y le pase aquella cosa.

La veía, parecía enternecido, increíble que ver algo tan “común” podría causar esa mirada en él. He volteado mi mirar al armario para así cerrarlo, cuando he sentido como de mi dedo pulgar salía sangre, ¿por qué?

— ¿qué has hecho, gilipollas?

— te he cortado.

— ¿quieres parar?

Dije aquello llevando mi dedo pulgar a mi boca, no sé porque tenemos esta costumbre cuando la sangre tiene un sabor a mierda tremendo.

— cuidado.

Era una voz femenina.

Me gire desde donde me encontraba para ver otra gran estructura de mi habitación. Unos estantes uno encima del otro de madera, de color blanco, ahí estaba, la señora está hablando, como siempre.

— ¿algo te molesta? ¿qué haces aquí?

— no es real.

Murmura.

Joder, que miedo, es preferible no acercarme demasiado. Negó con la cabeza para así acostarme en la cama, ¿soy el único que ve el cuarto oscuro y se siente observado?, es como si hubiera alguien más aquí.

Mi dedo ha dejado de sangrar, eso es bueno.

Al día siguiente me desperté sintiéndome extraño, como si fuera otra persona, no entiendo porque pasa esto. Han pasado ya dos noches donde no logro dormir, tengo esta sensación en el pecho de que me estoy volviendo loco, como si estuviera perdiendo la razón, no entiendo porque de repente tengo estos sentimientos extraños, tal vez debería ver a un médico o algo, y pedir ayuda.