En la mayoría de mis sesiones de coaching me encuentro muy a menudo con una historia recurrente que responde a un dialogo parecido a este:
- Mi trabajo no me llena.
- ¿Qué es lo que no te gusta exactamente de tu trabajo?
- Puff, casi nada. Para empezar trabajo un montón de horas y no puedo disfrutar de mi familia. Me exigen cada vez más y vivo en permanente estrés. No le encuentro sentido a lo que hago y cada vez siento una mayor frustración.
En las películas de clase B dirían: “cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia”
Sinceramente yo no creo mucho en las coincidencias. Lo que creo que hay es en una importante situación de hartazgo y de insatisfacción laboral muy generalizada.
Retrato robot del “quemao”
Soy andaluz y lo de quemado me resulta incómodo así que con tu permiso le llamaré quemao.
Pues bien, el perfil del “quemao” es el de una persona universitaria, entre 30 y 45 años que ha hecho todo lo que se suponía que tenía que hacer para alcanzar el éxito profesional.
Algunas de ellas a pesar de haberlo conseguido no se sienten realizadas.
Otras no encuentran el sentido a esa carrera para alcanzar promociones que verdaderamente ya no les importa en absoluto.
Y a eso hay que añadir que por lo general trabajan más horas de lo pactado y viven sumergidas en una rutina que les hace sentir que sus talentos están desperdiciados.
Si te identificas con este perfil acompáñame porque al final de la entrada te proporcionaré una herramienta que te permitirá relacionarte de una forma más congruente con tu trabajo.
Pero para saber implementarla es necesario entender por qué se está produciendo este fenómeno.
Un paradigma orientado a la seguridad
En el contexto social de finales del siglo pasado, estudiar una carrera y ser un profesional de primera estaba asociado de forma casi unívoca al éxito.
Este paradigma respondía al deseo de los padres de que sus hijos gozaran de estabilidad económica.
Sin duda el pilar sobre el que construir una vida exitosa era la seguridad.
El problema comienza a surgir cuando para la mayor parte de la sociedad las necesidades básicas (y otras no tan básicas), quedan de sobra cubiertas.
Tenemos por tanto individuos trabajando como máquinas para producir un salario que sustente un estilo de vida que alguien les dijo que les proporcionaría la felicidad.
Pero las personas se diferencian de las máquinas en algo fundamental: tienen sentimientos
Y la realidad es que ese estilo de vida no garantiza en absoluto la felicidad: tan sólo aporta cierto grado de confort y sensación de seguridad.
Y digo sensación de seguridad porque, tal y como se ha demostrado en la crisis que estamos viviendo, en lo que al trabajo se refiere no hay nada seguro.
Las creencias limitantes alimentan a la bestia
El problema reside en que creciste aprendiendo creencias y paradigmas orientados a asegurar un cierto nivel de vida.
No sólo esas creencias, sino también otras como:
- Para ser un buen profesional hay que estar a disposición de la empresa
- Hay que estudiar una carrera para ser alguien en esta vida
- En la vida hay que sufrir para alcanzar lo que uno desea, o lo que es lo mismo, aquello que se alcanza sin sufrimiento carece de valor…
En tiempos anteriores al boom de internet y del acceso a la información, estas creencias casi nunca eran cuestionadas, y aunque hubiera personas insatisfechas laboralmente, pocas eran las que se atrevían a reinventarse.
Pero hoy por hoy el amigo “google” nos ofrece respuesta a la mayoría de las cuestiones que se nos puedan presentar, incluidas por supuesto las que responden a cualquier tipo de “preguntas existenciales”.
La liberalización de la información ha hecho posible que muchas personas observen cómo otros disfrutan de un estilo de vida que sueñan, y se pregunten por qué ellos no pueden gozar de cuestiones tan importantes como la libertad o la familia.
Al enfrentarse creencias con valores tan fundamentales, es cuando se produce un importante conflicto personal que provoca una sensación enorme de frustración y de falta de sentido en lo que se hace.
Cómo sentirse mejor en el trabajo en 5 pasos
Dicho lo anterior, la forma de trabajar para escapar de este tipo de dilemas pasa por la toma de conciencia y cambio de ciertas conductas.
-
Evalúa tu situación financiera
Evidentemente si tienes una total dependencia de tu trabajo porque es tu única fuente de ingresos para pagar hipotecas, créditos, etc.. lo tendrás más difícil que si no tienes tantas obligaciones, o por algún motivo, gozas de cierta libertad financiera.
Se trata de tomar conciencia de cuáles son tus prioridades en la vida: familia, salud, libertad…
-
Descubrir y cuestionar tus creencias sobre el trabajo y el dinero:
Para descubrirlas observa tus conductas y cómo juzgas a los demás en tu entorno laboral.
- ¿Crees que fulanito no es una persona comprometida porque no se queda más horas en el trabajo?
- ¿Piensas que el dinero es algo negativo?
- ¿Consideras que dejar un trabajo después de 10 años en una empresa es impensable porque has hecho una enorme inversión en tu vida?
- Etc.
-
Modifica tus creencias para alinearlas con tus valores personales.
Cuando descubras que una creencia no se ajusta a lo que tú consideras que es fundamental en tu vida, has de modificarla para sentir congruencia en tu forma de pensar.
Por ejemplo, si quieres disfrutar más tiempo de tu familia pero crees que debes de trabajar a deshoras para obtener la valoración de tus superiores, has de modificar la creencia que te está limitando.
-
Modifica tus conductas de acuerdo a tus nuevas creencias.
Si cambias tu creencia pero no modificas tu conducta, no habrás conseguido prácticamente nada.
En el caso anterior, si modificas todo pero sigues saliendo a deshoras no habrás mejorado en absoluto la situación, todo lo contrario, te sentirás culpable por no respetar lo que consideras que es justo para tu vida.
Bueno pues espero que con esta estrategia puedas desde mañana encontrar la fórmula para que te sientas mejor en tu trabajo.