La experiencia de Corea lleva a considerar, que el epicentro de la cuestión en torno al avance productivo gravita alrededor de la necesidad de asimilar nuevos conocimientos y tecnologías haciendo uso de diversos mecanismos de intervención estatal dirigidos a la coordinación de los recursos requeridos y a la provisión de los incentivos adecuados.
Política Educativa La política educativa que de tiempo atrás ha venido implementando el Estado coreano, se ha visto reflejada en la capacidad del aparato productivo para transferir, adaptar e innovar tecnologías provenientes de economías más avanzadas; sin este componente indudablemente la estrategia global de desarrollo trazada por Corea no habría logrado ser tan exitosa.
La inversión en educación que ha acometido el gobierno coreano ha propiciado cambios importantes en el sector productivo al mejorar las posibilidades de absorción de nuevos conocimientos y tecnologías. Sin embargo en la medida en que la economía de Corea ha penetrado en nuevos actividades cada vez más exigentes, se ha hecho palpable la necesidad de incrementar la pertinencia y calidad de la educación ofrecida para enfrentar los retos de una economía basada en el conocimiento.
A partir de los años setenta Corea
empezó a fomentar la innovación tecnológica destinada a incrementar la
competitividad de los productos coreanos en el exterior, como parte integral
de su estrategia exportadora. Para la década de los ochenta se puede
identificar una tendencia clara hacia la autonomía tecno-industrial con el
desarrollo de una infraestructura científica, acompañada del otorgamiento de
estímulos fiscales y financieros para el aprendizaje tecnológico de las
empresas.
Estas
medidas fueron complementadas con las políticas destinadas a promover la educación
y la capacitación del personal especializado en los diferentes campos
técnicos, así como con el establecimiento de una infraestructura de
institutos científicos y tecnológicos diseñados para servir a la industria.
Como ocurre en muchos países, en Corea se efectuaban desde los años sesenta actividades de ensamblaje de vehículos para atender tanto el mercado local como otros mercados aledaños; en la mayoría de casos el ensamblaje correspondía a conjuntos CDK20, con una participación nula de la industria local. Para conseguir el objetivo de establecer una industria automotriz nacional el gobierno coreano era consciente de la necesidad de superar dos etapas de transición: de una parte la transición del ensamblaje a la manufactura completa y de otro lado transición de la producción para el mercado interno a la exportación. Ya a comienzos de años setenta, con la formulación del plan quinquenal que orientó los esfuerzos de desarrollo hacia la industria pesada, la política estatal de Corea fijo como objetivo de mediano plazo la consolidación de la producción nacional de automóviles abandonando el énfasis en las empresas manufactureras de pequeña escala. Para ello contaba con los chaebol en ciernes, particularmente Hyundai, Daewoo y Kia, los cuales se articularon a la estrategia establecida mediante el “plan de promoción a largo plazo de la industria automotriz” lanzado en 1974.
La huella del Estado en todas estas transformaciones estructurales conduce naturalmente a interrogarse acerca de las características que han hecho que su accionar sea eficaz, evitando simultáneamente la configuración de un sector empresarial rentista. La respuesta apunta a señalar a la autonomía y a la profesionalización de la burocracia estatal, como aspectos cruciales que han posibilitado la imposición de una férrea disciplina sobre el empresariado, con resultados muy positivos a la vista.
· Procesos de imitación de productos conducentes al dominio de principios aplicados por la industria ya existente del bien en cuestión. · Búsqueda de mejoras en productividad que le permitan a las nuevas industrias penetrar en el mercado internacional sobre la base de menores costos. Para alcanzar este objetivo las empresas aplicaron la denominada “Ingeniería inversa”, consistente en desarmar y armar los bienes elaborados por los competidores para copiar su tecnología y buscar alternativas en su secuencia de producción que generen incrementos en productividad y/o reducción de costos. · Desarrollo de inversiones conjuntas con empresas extranjeras en las que se exigía compartir buena parte del “know how”. Esta práctica mejoró sustancialmente los conocimientos y competencias tanto de los operarios de planta, como de los cuadros administrativos de las empresas coreanas. · Aplicación de esfuerzos propios de investigación y desarrollo de la mano con el trabajo de centros de investigación financiados por el gobierno y los mismos conglomerados industriales coreanos. Esto posibilitó mejorar muchas de las tecnologías usadas por productores extranjeros.
Las prácticas implementadas por las empresas coreanas se podrían clasificar desde el punto de vista de la economía evolucionista como la expresión de rutinas de orden superior encargadas de la búsqueda y selección de métodos más eficientes de producción con base en la aplicación de nuevas tecnologías. ENTRADAS SIMILARES