El Partido Popular no tuvo reparos en utilizar la lucha antiterrorista y a las víctimas, llegando a reirse en una comisión de investigación parlamentaria de la comparecencia de Pilar Manjón, presidenta de la Asociación 11-M Afectados del Terrorismo, como arma política para desgastar al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, deslegitimando sus negociaciones con la banda terrorista para conseguir el fin de la lucha armada, a pesar de ser el único presidente que solicitó autorización expresa al Congreso de los Diputados para una iniciativa que habían intentado todos los presidentes anteriores, incluido el instigador del fundamentalismo popular, José María Aznar, quien llegó a denominar de “Movimiento de Liberación Nacional Vasco” a la banda terrorista en el año 1998.
Ahora, otra vez, vuelve el Partido Popular a hacer un uso torticero de las instituciones y de los datos para deslegitimar las cuentas de la Administración andaluza, al poner en solfa el porcentaje de endeudamiento de la Junta de Andalucía, no fiarse de las certificaciones de la Cámara de Cuentas y aceptar a regañadientes los balances que se presentan al Ministerio de Hacienda para la autorización de la cuantía del gasto presupuestario de la Comunidad. Contrariando los deseos absolutistas de los conservadores, que buscaban hacerse con el gobierno en todas las regiones además del central, Andalucía representa, con su coalición gubernamental de izquierdas, una alternativa visible que contrastaría las políticas económicas y sociales que impulsa el Partido de Mariano Rajoy, de marcado sello neoliberal, tendentes al desmantelamiento del Estado de bienestar y el empobrecimiento de la población como respuesta a la crisis financiera que nos aqueja.