Entre las especies inofensivas, las más abundantes, al menos en la cornisa cantábrica, son las culebras del género Natrix, de las que podemos encontrar dos especies: la Culebra de collar mediterránea (Natrix astreptophora) y la culebra viperina (Natrix maura). El pasado sábado en compañía de mi amigo Gonzalo Gil, tuvimos la suerte de ver unos cuantos ejemplares de estas dos especies, que localizamos en una zona degradada en la orilla de un río del oriente de Asturias, donde entre restos de talas de madera, basura y gran abundancia de flora invasora parecían encontrarse a sus anchas.
Las culebra de collar mediterránea pueden llegar a medir 1,20 metros de longitud y aunque es raro verlas tan grandes, ese día encontramos una que podría llegar a ese tamaño. Estos ejemplares, al sentirse amenazados, suelen aplanar y levantar la cabeza y la parte anterior del cuerpo, pudiendo bufar e incluso golpear con la cabeza sin llegar a morder. Si esto no les da resultado se hacen las muertas, abriendo la boca, sacando la lengua y girando el cuerpo dejando el vientre hacia arriba. Por último, como una acción desesperada si son capturadas, pueden expulsar el contenido de sus glándulas cloacales, que desprende un olor nauseabundo.
La coloración de estas culebras es muy variable y cambia con la edad. Los jóvenes tienen un collar blanco muy marcado que va desapareciendo a medida que crecen y los adultos pueden ser pardos, rojizos o grises, y con muy baja frecuencia en algunos casos aparecen individuos melánicos.
Y uno de estos individuos melánicos fue el que nos encontramos el otro día, lo que fue una sorpresa, no solo por su rareza, sino porque son más frecuentes en zonas de alta montaña. Los individuos melánicos se seleccionan positivamente en ambientes fríos, ya que los colores oscuros permiten absorber mayor cantidad de radiación solar que los claros y por otra parte les protegen contra la radiación ultravioleta. De esta forma, una serpiente melánica se calentará antes y por lo tanto tendrá más tiempo para cazar y encontrar pareja.
La culebra viperina (Natrix maura) está muy ligada al medio acuático, siendo raro encontrarla lejos de arroyos, ríos o charcas, ya que se alimenta sobre todo de anfibios y peces que captura en el agua. En la zona en la que estuvimos el sábado esta especie resultó mucho más abundante que la culebra de collar, seguramente por encontrarse al lado del río.
Al igual que ocurre con la culebra de collar, la culebra viperina es totalmente inofensivas y se defiende de una forma parecida a su pariente. En este caso de Natrix maura su comportamiento antidepredador más característico es el de imitar a una víbora (de ahí viene su nombre común), un caso claro de lo que en biología se denomina mimetismo batesiano. Para imitar a las víboras, estas culebras aplanan la cabeza y adquiere una forma triangular, para lo que extiende unos huesos de la cabeza consiguiendo moldear esa forma característica. Además, emite unos bufidos característicos muy parecidos a los de la víbora, y por si fuera poco su diseño dorsal es muy parecido al de las víboras.
Si todos estas intimidaciones no son suficientes para disuadir al depredador y finalmente es capturada, el último recurso, al igual que hace la culebra de collar, es vaciar sus glándulas cloacales expulsando una secreción de un olor muy desagradable.
A pesar de estas estrategias defensivas, lo cierto es que la lista de depredadores de estas culebras es muy larga, siendo las aves las más numerosas, destacando sobre todo las ardeidas (garzas, garcillas y martinetes), las aves rapaces, como el milano negro, el ratonero común, el águila culebrera o los cernícalos., las cigüeñas, pero también mamíferos como la nutria o la marta. Y por supuesto, a esta larga lista de enemigos hay que añadir al ser humano, que mata miles de estas serpientes todos los años porque teme que le muerdan o simplemente por odio o miedo.
Recuerda que lo mejor que puedes hacer si encuentras una serpiente en el campo es dejarla tranquila, ya que ella ni te atacará ni te perseguirá, simplemente te ignorará. Y no olvides que no debes tratar de cogerla, sobre todo si no estás familiarizado con ellas, porque la gran mayoría de los accidentes por mordeduras de víboras se producen cuando se intentan capturar con la mano.
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