Estrecheces

Publicado el 01 abril 2019 por Mariocrespo @1MarioCrespo

Una de esas mañanas de sábado en las que a uno le da por pasear por el Madrid de los Austrias y tomar unas cañas en la Plaza Mayor y unas raciones en el Museo del Jamón y comprar libros antiguos en librerías de viejo y mezclarse con los guiris y visitar algún museo, me topé con un pequeño edificio encajonando entre otros de mayor entidad que, a primera vista, me pareció enjuto, realmente estrecho, con una anchura poco mayor que la de una cama de matrimonio king size; una fachada propia de una época sin planes urbanísticos eficientes; una peculiaridad arquitectónica que se encuentra en la calle Postas número 6.
Una vez en casa, busqué información y referencias sobre el pequeño inmueble de la calle Postas. Posee tres metros y doce centímetros de ancho, medida que lo convierte en el edificio más estrecho de Madrid, con cierta diferencia sobre la casa donde residiera y muriera Calderón de la Barca, sita en el número 57 de la calle Mayor, que tiene una anchura de cuatro metros y medio.La de Postas alberga en su interior un negocio de objetos religiosos: el centenario establecimiento “Sobrinos de Pérez”, fundado en 1887 y mencionado por Galdós en Fortunata y Jacinta.
La investigación me condujo además hacia otros edificios estrechos de la capital y los textos sobre ellos a los edificios más estrechos de España, Europa y el mundo. La mayoría fueron levantados antes del siglo XX; una época en la que el valor de los inmuebles dependía de los metros de fachada que tenían. Veamos; la vivienda más angosta de España, y tal vez de Europa, se encuentra en Valencia, en la plaza Lope de Vega número 6; una edificación de cinco metros de altura y ciento cinco centímetros de ancho. Existe no obstante cierta controversia al respecto, pues en Ámsterdam hay una casa, en la calle Singel número 7, que, metro en mano, no supera los ciento dos centímetros. Resulta reseñable también, entre otros muchos, el edificio de Manjuli, en Plasencia (Cáceres), pues, con su poco más de metro y medio de ancho, y siendo uno de sus lados una medianería, parece una casita de muñecas.
Sea como fuere, y con independencia de qué ciudad posee este curioso récord, ¿qué se puede hacer en un piso que tiene menos anchura que coche?, ¿quién dio los permisos para su construcción?, ¿son realmente viviendas?, ¿son habitables? En este tipo de casas hay que moverse en un único sentido, en otras palabras; hay que aprovechar su profundidad, pues ni siquiera se pueden colocar las camas en perpendicular a las ventanas. Quizá, más que apartamentos pequeños haya que considerarlos una broma arquitectónica, un experimento, un chiste.
Así las cosas, y por desgracia, ese tipo de vivienda estrecha de antaño no parece una anécdota de la historia, algo que sucediera en una época más salvaje y desregulada, puesto que hoy en día siguen existiendo micropisos, porterías, estudios, bajos lúgubres e infames que se venden o alquilan a precios desorbitados en las grandes ciudades; proyectos arquitectónicos que son consecuencia de otro tipo de desregulación, la del mercado inmobiliario. De hecho, la que se considera la edificación más estrecha del mundo, sita en Madre de Deus (Brasil), fue levantada en el año 2008.
La evolución de la vivienda mantiene pues patrones similares desde hace siglos. Es por ello que los arquitectos de hoy, obligados por los caprichos del mercado, siguen demostrando ingenio y destreza a la hora de diseñar viviendas ínfimas; un alarde de virtuosismo sobre el alambre de la estrechez arquitectónica, de la estrechez social y de la estrechez humana.