-¿Eres virgen? Porque si no, no lo entiendo…
-Ese chico es gay porque cuando una tía se te pone tan a huevo…
-Si un tío no está todo el día pidiéndote follar, échate a temblar, guapa
-A nosotros nunca nos duele la cabeza
Reconocía que para él el sexo era más un juego que una caza, una obligación o una comunión. Y como en todos los juegos, no hay establecido ni un límite ni un número de veces. Hacer el amor le parecía placentero, desestresante, divertido pero no vital ni fundamental en sus relaciones. Sin embargo, a veces, se sentía tan incómodo, le generaba tanta presión que llegaba incluso a preguntarse si haría feliz a una pareja.
Ella no podía reprimir un grito interior cuando oía ciertas afirmaciones. El prototipo de mujer modosa que busca siempre encontrar amor a través del sexo y que sublima éste hasta convertirlo en una experiencia casi religiosa le repateaba.
-Ya se sabe que las mujeres, en general, tienen menos ganas
-No llegué al orgasmo, pero él fue tan cariñoso…
-Si no hay algo de amor, una mujer no se acuesta con un hombre
-Las mujeres valoran ‘otro tipo de cosas’ en una relación
Reconocía que para ella el sexo y amor muchas veces no iban unidos. Y no pasaba nada. Todo lo contrario. ¿Por qué habría de guardarse, esperar, no ir deprisa, no tomar la iniciativa, no ser activa en la cama? Sin embargo, a veces, se sentía tan incómoda, le generaba tanta presión que llegaba incluso a preguntarse si algún día encontraría pareja estable.
Ambos seguirían fingiendo. Total, era solo una etiqueta social asumible. En su intimidad, podrían ser libres, pero él seguiría sonriendo con falsa complicidad a cada pregunta sobre una nueva conquista y ella ocultándolas. No vaya a ser que les dijesen estrecho, salida, soso y ninfómana.