Estrenos: “Buscando a Dory”

Publicado el 09 julio 2016 por Descartes No Fue Al Cine @descartescine

No sé si fue por la tormenta que cayó esa tarde, por simple casualidad o porque “Buscando a Dory” no despertó el interés que yo preveía, pero el caso es que el día del estreno de esta secuela de “Buscando a Nemo” en la sala apenas estábamos veinte personas…


Cuando hace 13 años vi “Buscando a Nemo” tengo que decir que me encantó (y que esa vez la sala estaba a rebosar). Aunque no llegaba a la originalidad de “Bichos” (de la que hace poco os hablé en esta entrada), ni a la genialidad de “Toy Story“, la aventura del pequeño pez payaso tenía los elementos necesarios para el éxito: personajes que inspiraban ternura, un guión lleno de ritmo y el habitual saber hacer de Pixar, que convertía en arte la animación digital.

Pero además de lo anterior, en “Nemo” aparecía un personaje que nos cautivó a todos con su simpatía y su energía desbordantes: Dory, la pez cirujano con problemas de memoria.

En los medios se nos ha vendido “Buscando a Dory” como la secuela de “Buscando a Nemo“, pero creo que la película es algo más. Desde luego que continúa en el punto en el que se quedaba su predecesora, por lo que desde luego es una secuela, pero al adquirir el papel protagonista la que era un personaje secundario en la anterior y conocer las causas de esa ausencia de memoria, “Buscando a Dory” funciona como un spin-off y una auténtica precuela de la original.

El corto inicial, “Piper”: la auténtica revolución

La sensación que me llevé con “Buscando a Dory” fue una mezcla entre “es un poco más de lo mismo” y “qué pasada de realismo, no sé hasta dónde llegarán estos de Pixar“.

Empezando por esta segunda impresión, el detalle, el color, el movimiento de la película es una maravilla, pero lo que de verdad me dejó con la boca abierta fue ese mismo realismo en el ya tradicional corto que vemos antes de que empiece la película.

El de este año se titula “Piper” y cuenta la historia de un polluelo de gaviota recién salido del cascarón, que tiene que aprender a buscarse la comida en la playa. Tengo que deciros que había momentos en los que parecía un documental del National Geographic: el animal, las olas, la arena… es una genialidad que consigue emocionar.

Y esto es así porque además el protagonista es una pocholada, un pollito ingenuo y vulnerable, pero también observador y valiente que en los pocos minutos que dura la historia evoluciona desde el miedo a lo desconocido para terminar afrontando sus miedos y ayudando a los que tiene alrededor.

Creo que este corto “Piper” es de lo mejor que nos ha enseñado Pixar hasta ahora, dando un paso importante al dejar a un lado los habituales animales parlantes con características y personalidad humanas, para mostrar animales tal y como son, tan reales que parecen de verdad.

Y semejante piropo hablando de cortos de Pixar es mucho decir, con la cantidad de tesoros que ha hecho, como “Pájaritos” (“For the Birds“, 2000), “Presto” (2008) o “El juego de Geri” (“Geri´s Game“, 1998), por ejemplo.

Pero, ¿y en cuanto a “Buscando a Dory”? Un poco más de lo mismo

Sobre esa sensación de que la peli pierde la sorpresa y frescura de su predecesora, me temo que es así: las idas y venidas de Dory, Nemo y su padre Marlin me resultaron casi un déjà vu.

La película consistió en un viaje en el que lo divertido y sorprendente fue el virtuosismo de la propia animación y los nuevos personajes que aparecían en escena. Entre estos, el pulpo Hank me pareció genial por ser capaz de transmitir absolutamente todo únicamente con su mirada y la voz de Javier Gurruchaga.

Junto a cefalópodo están la refrescante, territorial y poco hospitalaria pareja de leones marinos, y la ballena Destiny, que nos cuenta el origen de esa habilidad de Dory para hablar ese idioma tan singular, el balleno.

Por último, dos alicientes que encontré en la cinta fueron, por un lado conocer los primeros ¿años? de Dory, cuando era apenas un alevín adorable, y por otro disfrutar del doblaje de Anabel Alonso y José Luis Gil dando auténtica vida a la protagonista Dory y al cuadriculado Marlin, el padre de Nemo.

En resumen, ¿merece la pena “Buscando a Dory”?

Sin ninguna duda, sí, aunque no estemos ante uno de los mejores films de Pixar. La recomendación de verla no es tanto por la aventura en sí, sino por el alucinante envoltorio digital, por la frescura de los nuevos personajes y, por encima de todo, por el increíble corto inicial “Piper”: sólo por sus cinco minutos merece la pena pagar la entrada.


Buscando a Dory” (“Finding Dory“, Andrew Stanton y Angus MacLane, 2016)


Si os gusta Pixar…

… os recomiendo que os paséis por esta entrada en la que os hablé de la que creo que es su obra maestra, “Bichos“. Aquí os dejo los enlaces de la película y la banda sonora de las aventuras de Flick y compañía, junto con las de Andy y Buzz en “Toy Story“. En ambas, originalidad y diversión están garantizadas.

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