Estrés en los recién nacidos

Por Mamasybebes
Los recién nacidos tienen la capacidad de generar una respuesta anticipada al estrés basado en las expectativas acerca de cómo sus padres les tratarán en un contexto determinado. Si bien situaciones estresantes en determinados momentos pueden ser beneficiosas para desarrollar estados de alerta y mecanismos de defensa, su recurrencia, a largo plazo, tendría efectos muy negativos en el desarrollo normal de los más pequeños. Expertos en desarrollo infantil de Canadá realizaron un estudio ("Infant anticipatory stress") a mediados de 2010, publicado en "Biology letters", que aseguraba que los menores de seis meses que se consideran privados del amor de su madre durante dos minutos aumentan sus niveles de cortisol, la hormona del estrés.

Además, según comprobaron los investigadores de la Universidad de Toronto, los recién nacidos también se preocupan porque la situación pueda volverse a repetir al día siguiente, lo que confirma que pueden recordar emociones no usuales. Los responsables del estudio avisan de las consecuencias de exponer las criaturas, de manera repetida, a situaciones estresantes.
Los investigadores quisieron comprobar si los pequeños de medio año son capaces de anticipar problemas. Para ello, contaron con la participación de 30 mujeres y sus bebés. Las madres se pusieron ante sus hijos, que estaban sentados en asientos de coche, y jugaban y hablaban. En periodos de solo dos minutos, sin embargo, se limitaron a mirarles con una cara neutra. Los niveles de cortisol, medidos a lo largo de las pruebas, se incrementaban cuando no se les hacía caso. En un segundo grupo que pasó por el mismo proceso, pero sin ser ignorado por su madre, sus niveles hormonales casi no cambiaron.
Elementos de estrés en bebés
No se dispone de datos exactos sobre el efecto del estrés en los más pequeños. Tan solo un estudio español de 2009, "Estudio sobre el Estrés del Bebé", afirmaba que los recién nacidos de hoy en día tienen 50 veces más probabilidades de sufrirlo que hace 15 años. Y las cifras van en aumento, probablemente por los cambios en el modelo social y familiar, el exceso de permisividad, la incomunicación y el estilo de vida inadecuado de los progenitores (exigencias, necesidades y estatus social que se debe alcanzar), entre otros.
Tras nacer, son muchos los factores que predisponen a padecer esta condición: el propio parto, enfermedades habituales (cólicos del lactante, flatulencia u otitis, entre otras), falta de cuidados (pañales húmedos o inseguridad), alimentación insuficiente o inadecuada, ambiente familiar problemático (falta de cariño y afecto o discusiones constantes entre los padres). Los bebés acostumbran a expresar estas situaciones de estrés con el llanto. El pequeño responde con estados de alerta extremos (se muestra demasiado movido o demasiado quieto), duerme mal, está irritado y con alteraciones de la alimentación (muchas o pocas ganas de comer).
Consecuencias físicas y psíquicas
Las consecuencias del estrés en recién nacidos pueden ser generalizadas. Afectan tanto a su estado físico como psicológico: disminuyen las funciones del sistema inmunitario; hay mayor tendencia a contraer alergias, alteraciones del aparato digestivo y, sobre todo, trastornos del sueño; decrece la autoconfianza y la empatía, se registra un bajo estado de ánimo y alteraciones de la memoria. Según el "Estudio sobre el Estrés del Bebé", esta condición se manifiesta con ansiedad, en ocasiones con depresión o, incluso, con trastornos del comportamiento. En las niñas es más frecuente la ansiedad y la depresión, mientras que en los niños son más habituales los trastornos del comportamiento (reacciones agresivas, hostilidad, dificultad en las relaciones).
Desde | Consumer, Por NÚRIA LLAVINA RUBIO
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