El artículo menciona que el contacto piel a piel con la madre permite al bebé sincronizar su temperatura corporal con la de ella, cosa que no se logra con ninguna manta o artefacto. Y lo que más me horrorizó: un bebé cuyo control se realiza sobre el cuerpo de su madre, tiene aproximadamente cuatro episodios de llanto, contra cuarenta y un episodios de llanto de un bebé que es controlado en la cuna. Esto es porque un bebé que resulta separado de su madre llora ininterrumpidamente para lograr reunirse con ella, y solo para de llorar cuando ya no puede hacerlo por cansancio, porque no le quedan fuerzas. Además el bebé separado baja su temperatura corporal para ahorrar energías y sobrevivir más tiempo solo, porque por supuesto, no sabe cuánto tiempo estará solo, simplemente siente el dolor de esa ausencia, la insatisfacción de sus necesidades, el vacío. Todo ello deriva en que un bebé separado de su madre, luego de nacer, tiene el doble de hormonas de estrés que un bebé que no fue separado.
Leí todo esto y no pude evitar pensar en esas cinco horas que mi María Victoria estuvo lejos de mi, apenas salida de la panza después de la cesárea, llorando, regulándose para sobrevivir, estresada... y volví a sufrir como ese día. Recuerdo que tardaban en traerla conmigo, que me preguntaba una y otra vez cómo estaba ella, si le pasaba algo, si había algo mal. Recuerdo que Dante iba y volvía por los pasillos de la clínica preguntando por ella, mirándola, al menos, a través del vidrio. Recuerdo a mi papá enojado, intentando hacer algo, frenado por mí... sí, hoy me averguenza decirlo, pero yo lo frenaba, porque en mi ignorancia y mi inexperiencia pensaba que los médicos sabían lo que hacían, que si no la traían era porque le pasaba algo y la estaban atendiendo. Recuerdo que Dante me dijo "llamá por teléfono, a lo mejor a vos te dan bolilla, que sos la madre, a mí ni me contestan". Me recuerdo llamando, con una mezcla de temor y ansiedad, preguntando si mi hija estaba bien, sin obtener ninguna respuesta válida. Solo me decían que estaban con mucho trabajo y que apenas puedan me iban a dar una respuesta. Recuerdo el llamado de ellos, diciéndome que una doctora estaba yendo a mi habitación para explicarme la situación. Recuerdo el pánico de esos momentos. No pasaba nada, pero ellos hicieron que pasara todo en nuestro interior de padres primerizos, ellos hicieron que pasara ausencia, soledad, temor, dolor, vacío materno en mi hija. Ellos hicieron que la lactancia fuese casi una misión imposible para nosotros. Durante el primer año de vida mi hija fue excesivamente apegada a mí, y aun hoy lo sigue siendo, aunque trabajando entre las dos vamos logrando un poco más de independencia cada día, sin que esa independencia sea forzada ni dolorosa para ella. Siempre me pregunté si lo que estamos haciendo no será compensar esas primeras horas de soledad y dolor. Se lo pregunté a varios médicos, que me dijeron que no. Yo me lo sigo preguntando. Si les interesa el artículo original, los invito a leerlo AQUI. Cuando nació tu bebé te permitieron el contacto piel a piel, o lo retrasaron? Crees que esta circunstancia pueda condicionar de algún modo el futuro de nuestros hijos, su conducta, su actitud en general?