Estrés y obesidad, aliados perjudiciales

Por El Rincón De Ika @rincondeika

La vida sedentaria, la ingesta poco descontrolada o poco saludable de alimentos son las causas más comunes de sobrepeso u obesidad. A estos se suma el estrés emocional, un tipo de ansiedad que induce, entre otros síntomas, a comer en exceso, de forma poco saludable y a movernos cada vez menos. Así, se crea una relación directa entre el estrés y la obesidad.

Esto se debe a que se asocia el confort y la comida de ciertos alimentos con el placer, de forma que el cuerpo cae en un círculo vicioso que puede llegar a se peligroso para la salud. No en vano, hay un instinto básico de supervivencia y auto-recompensa en la comida. Por este motivo, el estrés causa un desequilibrio en la alimentación en una relación directa con la búsqueda inconsciente de la satisfacción.

Relación entre estrés y obesidad

Además de esa necesidad básica entre la satisfacción que produce la comida y el alivio del estrés, el estrés crónico también afecta a la calidad del sueño, de forma que desequilibra los niveles de azúcar en la sangre y produce apetito.

Según un estudio de Giles Yeo de la BBC y científicos de la Universidad de Leeds en Reino Unido, observaron que los niveles de azúcar en sangre aumentan y disminuyen cuando se ingieren alimentos, pero bajo estrés, tardaron tres horas en volver a la normalidad, unas seis veces más que sin estrés. Se cree que esto ocurre por la sensación de alarma del cuerpo que se prepara para enviar energía a los músculos.

Cuando se termina la alera, el páncreas bombea insulina para reducir los niveles de azúcar en la sangre, lo que provoca hambre. Por este motivo, se cree que el cuerpo busca alimentos ricos en carbohidratos cuando se está bajo estrés.

Otro estudio de la revista Nature Medicine de 2007 en ratones, mostraba un mecanismo de neurotransmisores que mostraba cómo el estrés crónico provocaba un aumento de peso mayor en relación a las calorías consumidas. El cortisol, la hormona del estrés, causa ese aumento de glucosa en sangre, fomentando el metabolismo de grasas, proteínas y carbohidratos.

Por otro lado, cuando el estrés es constante, el cortisol se acumula en sangre y libera un neuropéptido Y (NPY); de esta forma, se inciia un proceso que hace que las células de la grasa abdominal se pongan a producir y liberar este neuropéptido, causando la formación de nuevos vasos sanguíneos que favorece la llegada de ácidos grasos y genera una proliferación de adipocitos, con el fin de aumentar la capacidad de almacenaje. De esta forma, se produce una mayor acumulación de grasas.

Por este motivo, es importante controlar la alimentación cuando se pasan periodos de estrés y ansiedad. Como consumir alimentos ricos en triptófano, como la leche y los cereales que contienen aminoácidos que estimulan la producción de serotonina, la hormona del bienestar. De esta forma, se combaten síntomas como el cansancio, el dolor de cabeza, las alteraciones de apetito o problemas musculares.

Las ventajas de controlar el estrés y la comida

No todo lo relacionado con el estrés es malo. En la actualidad, existen estudios que defienden que cierto grado de estrés puede ser beneficioso. Distintos estudios apuntan a que el estrés agudo, pero puntual y de corta duración, prepara el cerebro para mejorar el rendimiento, potenciando la atención, el rendimiento y la memoria. Sin embargo, la recurrencia es lo que termina por superar en muchos casos a la persona.

También el estrés produce hormonas como el cortisol y la adrenalina, que ayudan a mantener la actividad y nos hace sentir vivos. Por eso, el estrés en su justa medida puede ayudarnos a rendir mejor y sentirnos satisfechos con nosotros mismos; el problema llega cuando el el estrés llega en exceso, de forma permanente y en cantidades que llegan a ser perjudiciales para las personas.

Así, para intentar gestionar de forma positiva el estrés, recuerda que la actitud lo es todo, por lo que acogerlo de forma positiva y con confianza será imprescindible. No dudes en buscar ayuda y apoyo si lo necesitas y practica ejercicio físico para liberar la tensión acumulada.

Cuando sientas ansiedad o estrés y tengas ganas de comer, intenta racionalizar el consumo, pensando si realmente tienes hambre y buscando otras actividades placenteras que te ayuden a controlar la ingesta de comida. Si sucumbes, intenta optar por opciones lo más saludable posibles. Por ejemplo, si te apetece chocolate, busca porcentajes puros para reducir al máximo grasas y azúcares.

No olvides, que hay muchos alimentos que ayudan a levantar el ánimo y que son opciones saludables para que no tengas que arrepentirte luego. Algunos ejemplos son la piña, las pipas de calabaza, las naranjas, las nueces o el huevo.

La entrada Estrés y obesidad, aliados perjudiciales se publicó primero en El Rincón de Ika.