Continuamos con la serie dedicada a la estructura de la novela y, aunque ya en otras ocasiones hemos tratado la escena dentro de una historia de ficción, esta vez vamos a realizar un completo análisis sobre ella. Explicaremos cómo debe escribirse y qué errores evitar. Vamos a aprender la manera de tender los cables y tensarlos de forma que, al final, nuestra estructura sea sólida y tenga todos los cabos bien atados.
La escena
Antes de adentrarnos en la estructura de una escena, deberíamos definir qué es. La definición que da Bickham es bastante concisa: una escena es un segmento de historia, escrito momento a momento, sin resúmenes y presentado en el “ahora”. ¿Y cuál es la regla por la que se rige? Muy sencilla:
1. Presentación objetivo.
2. Introducción y desarrollo del conflicto.
3. El personaje no alcanza el objetivo y se produce un desastre táctico.
Si releemos la segunda anotación sobre la estructura, en la que nos preguntamos ¿Dónde empiezo mi novela y cómo la termino?, recordaremos que toda historia comienza con un cambio que resulta amenazador para nuestro protagonista, de manera que este personaje toma una decisión para afrontar ese cambio que es lo que se convierte en el objetivo a largo plazo u objetivo de la historia (es decir, el objetivo que le va a guiar durante toda la novela).
También en esa anotación se dijo que el lector transformará ese objetivo de la historia en una pregunta dramática (es decir, la pregunta que, como escritores, tendremos que contestar al final, en la resolución de nuestra novela). Obviamente, esta pregunta no podemos contestarla en la página 2, porque, de hacerlo, habríamos acabado nuestra novela justo en esa página.
¿Entonces? Entonces lo que hay que hacer es obstaculizar todo lo que podamos los pasos de nuestro héroe en su camino hacia el objetivo. En palabras de Bickham:
El desarrollo de una historia dependerá de tu habilidad para interponer obstáculos entre tu héroe y el logro de su objetivo.
Generalmente, esta interposición de obstáculos se consigue con la figura del villano: alguien que va a ponerle las cosas difíciles a nuestro héroe, con quien estará en permanente conflicto. Y este conflicto debe moverse hacia alguna parte. De hecho, debe ir directo hacia un desastre táctico.
¿Y cómo se logra todo ello? Bickham nos da la respuesta: mediante el desarrollo de una serie de escenas. De modo que volvamos a echar un vistazo a la regla por la que se rigen las escenas, ya expuesta ahí arriba:
El objetivo
La escena debe comenzar con la presentación de un objetivo claro (el objetivo de la escena). A diferencia del objetivo a largo plazo de la historia, éste es un objetivo a corto plazo, pero, al igual que el otro planteaba una pregunta dramática, éste va a plantear una pregunta de escena en el lector. Sin embargo, ten en cuenta que:
La pregunta de escena no puede ser vaga o de tipo filosófico. Debe ser:
1. Específica.
2. Estar relacionada con el objetivo de la escena y puede ser contestada con un simple sí o no.
Ahora que hemos abierto una escena, tenemos un personaje que se ha planteado un objetivo para ella, el cual a su vez está relacionado con el objetivo de la historia, y ese objetivo de la escena ha sido establecido en términos claros, ¿cuál es el próximo paso? El conflicto.
El conflicto
¿Y por qué necesitamos un conflicto? No sólo porque al lector le encantan los conflictos, sino porque, si damos una rápida respuesta a la objetivo de la escena, la tensión se relajará en el lector; y lo que nosotros deseamos es mantener su atención, ¿no? Entonces, sumerjámonos de lleno en el conflicto, y hagámoslo ocupar entre el 95 y el 98% de la escena.
Dos son los puntos importantes a la hora de escribir el conflicto:
1. Debemos presentarlo momento a momento. Es decir, no valen los resúmenes. Al lector le gusta ver en su imaginación cómo luchan nuestro héroe y el villano. De modo que brindémosle una buena serie de fotogramas. En la parte que ocupe el conflicto, utilizaremos casi siempre una gran cantidad de diálogo acompañado de los suficientes gestos y expresiones faciales para mantener al lector orientado en su imaginación.
2. Mantengámonos fieles al principio de estímulo y respuesta.
¿Y cuando el conflicto acabe, qué? Entonces viene el tercer punto en el desarrollo de la escena, naturalmente: el desastre táctico.
Es decir, resumiendo un poco lo visto hasta ahora:
- Después del objetivo, debemos plantear un conflicto.
- El conflicto debe ocupar entre el 95y el 98% de la escena.
- Para conseguir que el lector viva la lucha entre nuestro héroe y el villano en su imaginación, debemos presentar cada escena momento a momento.
- ¿Y cómo lo conseguimos? Respetando el principio de estímulo y respuesta.
- Además, el conflicto debe acabar siempre en un desastre táctico.
El desastre
Cuando hablamos de “desastre” no tenemos por qué entenderlo como un cataclismo. Cuando decimos desastre nos referimos a cualquier calamidad que impida al personaje lograr el objetivo de la escena. Esta es la razón, nos dice Bickham, por la que la escena, que es un bloque en la construcción de nuestra novela, debe acabar mal: el personaje debe abandonarla en peores circunstancias que con las que llegó a ella.
Según Bickham:
Siempre que logres construir una escena de la que tu personaje salga peor a cómo llegó a ella, habrás progresado en lo que se refiere al desarrollo de tu historia.
Y recuerda:
Cualquiera que sea la pregunta de la escena que hayas planteado (es decir, cualquiera que sea el objetivo que el personaje persigue en la escena) La respuesta debe ser negativa.
Algunas veces, no obstante, la respuesta podría ser Sí, pero… Lo cual implica que el sí lleva aparejado una serie de condiciones que el personaje no puede aceptar, y que por tanto lo colocarán en una difícil posición: tendrá que enfrentarse a un dilema y hacer una elección ética.
Otras veces, la respuesta puede ser No, y es más… (y aquí se añaden una serie de consecuencias negativas extra). Este tipo de desastre final para nuestra escena tensa al lector e incrementa su preocupación, además de ganar su simpatía hacia nuestro héroe.
En cualquier caso, no olvides que:
El tipo de desastre al que nos referimos es un desarrollo no esperado, pero lógico, que:
- responde la pregunta de escena,
- está en relación con el conflicto que ha sido presentado y
- empeora la situación de nuestro personaje.
Otra pregunta interesante es: ¿Cuánto debe ocupar una escena? Según Bickham, no hay un modelo establecido, pero por lo que se viene viendo en la narrativa de los últimos tiempos, la escena debería ocupar entre 4 y 6 páginas, aunque las hay más cortas aún. Yo no estoy totalmente de acuerdo con Bickham. Creo que la longitud de la escena depende de lo que cuente y, según mi parecer, pueden darse escenas que ocupen tan sólo unas líneas.
En cualquier caso, Bickham aconseja que, si tienes dudas con respecto a lo longitud que deberías darle a tus escenas, una buena opción es hacerlas tan largas como sea posible. Es preferible una buena escena, aunque larga, que una escena sin el suficiente desarrollo. Y en esto sí estoy de acuerdo.
Y un último recordatorio sobre algo que el autor de Scene and Structure considera fundamental:
¿De verdad tengo que plantear el conflicto fuera del personaje? ¿No puedo mostrarlo en lucha consigo mismo a través de sus pensamientos? Bickham insiste en que no: El conflicto tiene que darse en el exterior. Puede que el personaje esté pasando por un infierno interior, pero esto no es en lo que debes centrarte cuando escribas la escena. Debes centrarte en lo externo, no en lo interno.
Esto es todo por hoy, pero no con respecto a la escena. Continuaremos con el estudio de este elemento en una próxima anotación en la que hablaremos sobre El resultado de las escenas.
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Referencia: Scene and Structure, Jack M. Bickham.
Fotografía: Vita Vilcina, Unsplash.
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