Hace un mes
Catalina Acevedo Méndez (15) se atrevió a contarle a su madre que sus compañeros de
2° medio, del
colegio parroquial Santa Marta de Ñuñoa, la atormentaban y que no quería regresar a clases.La joven es la menor de 3 hermanos y nació con el
síndrome TAR - trastorno genético que se caracteriza por la
ausencia del hueso del radio en el antebrazo y un
recuento de plaquetas reducido- que la obliga a usar
silla de ruedas.Ingresó al plantel en 8° básico, pero los problemas con sus compañeros se iniciaron este año, cuenta a
Nación.cl. Un grupo de alumnos
solían jugar con su silla (en la sala de clases se sienta en un banco normal)
“y yo les pedía que me dejaran tranquila y no entendían.
Me tiraban pelotas de fútbol en mala”.El día que hizo crisis fue cuando le impidieron ir al baño.
“Algunos pusieron los pies en la silla de ruedas y me tironearon. Comenzó un forcejeo y casi me caigo. Esto me hizo explotar y el profesor jefe no hizo nada".El colegio es mixto y en su curso hay 38 estudiantes, pero los que la molestaban eran siempre los mismos, asegura.
“Eran como 7 compañeros los que me hostigaban”.SE LO CONFESÓ A SU MADRE
El bullying sostenido la afectó tanto que habló con sus padres y les dijo que no quería retornar a la escuela.
“Mis papás algo sospechaban. Les dije que tenía un problema y que no volvería al colegio”.Reafirmó su decisión hace algunos días, cuando fue a buscar sus notas.
“Sentí una angustia tan grande que me di cuenta que ese entorno me hacía muy mal”.
PEREGRINAR POR COLEGIOS
Catalina tiene un 6 de promedio y pensó que sus buenos antecedentes académicos le abrirían puertas.Inició entonces el peregrinar por distintos establecimientos educacionales buscando una matrícula. Pero no contaba que esto le provocaría otra “gran frustración”, acota.En los últimos días, acompañada por una amiga y su abuela
Julia Bonilla, ha recorrido muchos planteles, asevera, y la respuesta ha sido la misma:
no tienen infraestructura para recibirla a propósito de su discapacidad.
“Este martes visitamos cerca de 10 colegios de Ñuñoa y Providencia y nos fue mal. En el Regina Pacis me habían dado esperanzas, pero después me dijeron que no”, relata.En el colegio donde estudiaba le dieron la opción de cambiarse de 2° medio,
“pero no acepté. Tampoco me gustaría rendir exámenes libres”.
DERECHO A ESTUDIAR
Decidió hacer pública su experiencia, porque considera
“inconcebible” lo que sucede con algunos jóvenes discapacitados.“
Decidí denunciarlo, porque todos los niños y adolescentes con necesidades especiales tienen derecho a estudiar. Todos somos iguales.
Me afecta demasiado que discriminen porque se es inválido, gordo o flaco, no puede ser”.Catalina señala que la ciudad tampoco da facilidades a las personas discapacitadas.
“No puedo subirme al Metro, es complicado. Fui un tiempo a la Teletón y me di cuenta que algunos jóvenes simplemente no van al colegio.
Yo estoy dispuesta a luchar por mis derechos”.Su abuela Julia Bonilla agrega: “Deberían hacerse campañas para que se educara a la gente acerca de la discapacidad. Después de la Teletón todo el mundo se olvida”.
VIDA NORMAL
La adolescente es reservada, suele sonreír todo el tiempo y hace una autocrítica respecto a lo ocurrido.
“Debí haber contado lo que me pasaba. Andar en silla de ruedas ya es un cacho para la gente, entonces prefiero andar sonriente por la vida, no dar problemas”.Le agradece a sus padres por haberla ayudado a ser autovalente. “Me baño y me visto sola. Lo único que no sé es cocinar”.Catalina
quiere estudiar Medicina y ejercer y tiene la convicción de que lo logrará. “Por eso pido que me den la oportunidad de volver a estudiar”.
COLEGIO
Nación.cl intentó infructuosamente comunicarse con el director del colegio parroquial Santa Marta, Fernando Pereira, para conocer su versión de los hechos.http://www.lanacion.cl/escolar-discapacitada-que-sufrio-bullying-acusa-que-colegios-le-niegan-matricula/noticias/2013-06-12/191506.html
Este obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 3.0 Unported.