Su aparición fue vista con recelo por varios sectores, pero insistieron hasta lograr un espacio dentro del vigoroso movimiento estudiantil. La Federación Mapuche de Estudiantes (Femae) irrumpió en el agitado panorama de cuestionamiento al sistema educativo en Chile, agregando un nuevo foco de crítica: la marginalidad que viven niños y jóvenes indígenas en cada sala de clases del país.
Fue percibido casi como un detalle por el ministro de Educación, Felipe Bulnes, quien apenas dedicó unas líneas a las demandas por una educación intercultural en su propuesta a los estudiantes. Sin embargo, la voz de la Femae llegó para visibilizar un ya viejo mecanismo de discriminación y censura ejercido por el Estado a través de la educación. [Ver La lucha de los estudiantes mapuches]