
(“Los muertos tienen autopistas” Clive Barker)
David Cronenberg es un profeta de los nuevos tiempos que están por venir y tiene en su haber la filmografía más interesante, inclasificable, arriesgada, insólita y coherente de las últimas décadas.Sus constantes técnicas y formales son fácilmente detectables y actúan como una marca propia distintiva, pero a pesar de ello, de esa repetición de patrones, su cine va evolucionando con cada película, abriendo nuevos caminos, haciendo cine fantástico sin serlo propiamente dicho.
Nace en 1943 en la ciudad canadiense de Toronto en el seno de un padre (Milton) librero, editor de la revista "The Canadian Stories", y una madre (Esther) pianista, lo cual avivó en él un hambre por la cultura que ha quedado patente a lo largo de su vida. Hay, como siempre ocurre, dos factores que marcarán el devenir de su vida. Uno, el ser un chico solitario y aislado, un outsider como él mismo dice, que frecuentaba únicamente la compañía de libros y música; el otro, la extraña enfermedad degenerativa de su padre que le llevaría hasta la muerte. El mal que asoló a su progenitor, se presentó como una especie de colitis que se transformó en una incapacidad total del organismo en procesar calcio, lo cual hizo que sus huesos se deteriorasen y se viera obligado a morir consumiéndose en la cama (esta visión perseguiría a Cronenberg durante años y sería su obsesión en sus primeros trabajos fílmicos).
Intenta ser escritor, debido a la voracidad con la que leía y como homenaje a Nabokov y Burroughs, dos de sus escritores preferidos. La admiración por ellos es tal que, inconscientemente, es incapaz de encontrar su propio estilo y sus textos parecen sacados de libros de los autores mencionados.
Se matricula en la Universidad de Ciencias, pero descubere que aquello no era como el había imaginado e idealizado y se decide a probar suerte con la carrera de Literatura Inglesa. Allí su mente se estimula como el quería y además de ganar el premio al mejor estudiante del año, comienza su afición al mundo del cine. A partir de aquí, y de manera autodidacta y personal, labró su camino para convertirse en uno de los cineastas más importantes de nuestro tiempo.

Cronenberg es un director obsesionado con la sexualidad malsana, las prácticas médicas, científicas, quirúrgicas y sus secuelas(cicatrices) y siempre preocupado por los miedos del hombre actual a las máquinas que rigen su vida y la dualidad emocional que le supone el convivir con las nuevas tecnologías, que le atenazan y le fascinan por igual. Una carne propensa a contraer enfermedades y a ser atacada por todo tipo de virus. Carne que tiende a degradarse y degenerar en una suerte de babas, llagas, eczemas y supuraciones que llevan a la pérdida de los miembros y a su posterior amputación y sustitución con prótesis. Para Cronenberg, la carne es una prisión que ha de ser exorcizada y mutada para crear (en metamorfosis kafkiana) al nuevo hombre que gobernará el mundo (algo similar a lo que, años después que él, hiciese Tsukamoto con su impagable saga "Tetsuo", aunque con un aire cyberpunk loable que no tendría ningún sentido en el cine de Cronenberg) y que encontrará, de esta manera, su identidad propia que estaba perdida. Este planteamiento, esta nueva "religión", este concepto, es el que nos lleva hasta lo que comunmente, en el ámbito cinematográfico, conocemos como "La nueva Carne".
La nueva carne está ligada a las teorías esgrimidas por Gilles Deleuze y Félix Guattari y su teoría de las "máquinas deseantes". Para Deleuze, las máquinas deseantes están compuestas por la energía libidinal del ser humano, que se transmite y transmuta a través de los órganos (que se acoplan, durante la relación sexual, a otros órganos) en perfecta y harmónica simbiosis. La desaparición del cuerpo viene dada por la pérdida de los órganos (que en cine de Cronenberg se da también a la inversa, por exceso de órganos).
Pero nuestro cineasta, en lugar de dejarse llevar y representar tan solo la parte más desagradable de estos procesos de mutación (que sí que nos muestra), añade además teorías existencialistas y debates sobre la búsqueda de identidades.
La nueva carne nos lleva también hasta territorios pasados, hasta el romanticismo y esas ideas sobre el hombre como dueño de su propio destino, de su propio cuerpo. Recordemos, que el existencialismo perseguía, como finalidad, el conocimiento de la realidad a través de al experiencia inmediata de la propia existencia y destacaba al ser humano individual como único creador del significado de su vida.
Aunque, también, hay mucho, muchísimo de Nietzche y del nihilismo en este apartado, con Sartre a la cabeza y su náusea como consecuencia última del cuerpo, que es un lastre pero que, por desgracia, es necesario para la existencia misma.
Es por ello, que la consabida Ley Natural, desaparece y la fusión de la carne y la tecnología se hace poco menos que inevitable. Ha comenzado la evolución del ser humano. Diariamente, constantemente (ahora que yo estoy escribiendo y ahora que tu estás leyendo), nuestro contacto es con las máquinas. Más casi de lo que lo hacemos con nuestros semejantes (y a día de hoy, cuando nos decidimos a hacerlo, a comunicarnos con el resto de seres humanos, lo hacemos por medio de la tecnología; véase facebook, messenger, telefonía móvil, twitters, chats y sucedáneos). Esa tecnicidad desorbitada, hace que vayamos perdiendo nuestra capacidad de emocionarnos (y por ello, perdiendo la capacidad de saber lo que es ser "humano") y de empatizar con quienes están a nuestro alrededor. Perdemos el contacto con las personas y abrazamos de lleno a la máquina. Sustituimos carne por metal.
"...la tecnología no es algo que provenga del espacio exterior, es una extensión de nosotros mismo,una encarnación de la voluntad humana", nos dice el cineasta y nos lo muestra perfectamente en "eXistenZ" o "Crash".
"La humanidad ya no necesita del sexo para reproducirse.[...].Muchas de las viejas maneras de relacionarse ya no funcionan. En este caso, ¿qué podemos hacer?. ¿Hacia dónde nos dirigimos?."
Si nos fijáramos en estas palabras y en el aspecto sexual de sus películas, con ese aire malsano que he citado casi al comienzo de este texto, nos daremos cuenta que Cronenberg se cuestiona los estereotipos y los roles preestablecidos y aceptados por la sociedad como "normales".
Él intenta encontrar el sentido de la autosuficiencia, cuyo máximo exponente lo encontramos en el personaje de Max Renn, de Videodrome y su herida vaginal en el estómago, o ese órgano con forma fálica que nace en la axila de la protagonista de Rabia, Rose.
La supuesta misoginia, en leves pinceladas y tal vez motivada por la mala suerte que le ha acompañado en sus infructuosos matrimonios, está también presente aquí, aunque realmente la mujer no es el mal en sí misma, sino la (involuntaria o inconsciente) catalizadora del mismo. La mujer suele ser el factor que desencadena la transformación o bien está presente cuando comienza. En los primeros trabajos del canadiense, la mujer emana agresividad y sexualidad en grandes proporciones y la proyecta con tanta intensidad, que los cambios físicos son radicales. Con posterioridad este radicalismo se ha acentuado, pero su presencia ha continuado siendo clave para todo. Los hombres que están junto a ellas son conucidos por su mano bien hacia la muerte, bien hacia el desengaño o bien hacia la pérdida de ilusión por vivir. nunca esa alteridad existente entre muerte y sexo ha estado tan presente en una obra cinematográfica (salvo en las películas de Paul Verhoeven) como en esta filmografía.
La homosexualidad es algo que también está ahí, latente en algunos casos y explícita en otros, pero siempre subyacente. Este factor viene dado de la fascinación que le produjo en la Universidad la película "Winter kept us Warm" de David Secter (que fue la semilla que alimentó su hambre de cine), largometraje que no he visto, pero que fue seleccionada para Cannes en el 66. Para Cronenberg, el lado masculino y el femenino de las personas son diferentes y pueden convivir por ello en una misma persona (como veremos en "M. Butterfly" o en "Crash").
Hablando sobre su cine con alguna persona, hay quien me ha dicho que el Cronenberg de ahora no es el de hace años, que su cine ha cambiado y se ha, por así decirlo, amansado en sus planteamientos. Y yo no puedo estar totalmente de acuerdo con eso.
Si bien es cierto que ya no es tan visceral como lo era en sus orígenes (creo que "La mosca" fue su punto de inflexión), sus personajes siguen mutando, aunque de diferente manera, ya no cambian exteriormente como lo hacían (literalmente) antes, sino que la transformación es más interna, del alma y psicológica. Si nos fijamos en los cambios corporales que sufren los protagonistas de su primera etapa, veremos que estos se deben, en gran medida, a factores quirúrgicos, televisivos, científicos, por propia voluntad y/o motivados por la irrupción en escena de una mujer (supuesta misogínia patente en este aspecto).
Así en "Vinieron de dentro de...", en "Rabia", en "Cromosoma 3", en "Videodrome", en "La mosca", el proceso de metamorfosis comienza por el cuerpo; en "Scanners", "Spider", "Inseparables", "The naked Lunch", "Promesas del Este" o "Madamme Butterfly", el proceso de cambio, de transmutación del alma, se origina desde la mente y la psicología del individuo. Tanto en unas como en otras, el protagonista cambia, muta, no es el mismo cuando comienza el film que cuando acaba el mismo (ya sea perceptible por su aspecto físico de manera clara, como en "La mosca", como si sólo podemos apreciar su transformado interior por su mirada, como en ese último desolador plano de "Promesas del este". Y ambos son personas ahogadas por su propia identidad y su reflejo mutado).
Sus personajes siempre tienen que debatirse entre discernir lo onírico de lo real y el punto de vista nos viene dado (casi) siempre desde el punto de vista del protagonista, siempre subjetivo (como he mencionado, Cronenberg no juzga, sólo se limita a mostrarnos lo que ocurre). Los personajes femeninos suelen ser más fuertes que los masculinos, siendo estos últimos personas incapaces de soportar las debilidades y miserias sobre las que se asienta su vida, lo cual les lleva a su autodestrucción. Hacia la desmoronación de su carne.
Tan solo, mutarlo.
¡Larga vida a La Nueva Carne!
“Creo que el único tema verdadero de mi cine es la muerte, algo que está vinculado a la misteriosa relación entre la muerte y el cuerpo: ¿qué es estar vivo?, ¿a partir de qué punto se deja de ser humano?.”
(David Cronenberg)