Leí cómo estas moscas se desarrollan como gusanos que devoran vivas por dentro a las abejas y abejorros, al estilo de tantos y tantos otros parasitoides del mundo de los insectos. Pero lo especial de los Conópidos es cómo abordan a su víctima. Tienen unas piezas con forma de abrelatas al final del abdomen, con las cuales abren un poco los segmentos abdominales de las abejas, lo justo para introducirles la muerte en forma de un huevo. Dicen que todo sucede en un abrir y cerrar de ojos: el rápido vuelo de la mosca escarlata, la abeja que recibe un inesperado contacto en el aire, y al momento todo vuelve a la normalidad. Pero sólo en apariencia: la abeja lleva ya dentro a un pasajero que acabará por alejarla del sol, de las flores del romero, de todo ese mundo que, al romper la primavera, identificamos como el triunfo de la vida, y en el que el insecto rojo me enseñó que también acechan los más refinados y mortales trucos de la evolución.
Leí cómo estas moscas se desarrollan como gusanos que devoran vivas por dentro a las abejas y abejorros, al estilo de tantos y tantos otros parasitoides del mundo de los insectos. Pero lo especial de los Conópidos es cómo abordan a su víctima. Tienen unas piezas con forma de abrelatas al final del abdomen, con las cuales abren un poco los segmentos abdominales de las abejas, lo justo para introducirles la muerte en forma de un huevo. Dicen que todo sucede en un abrir y cerrar de ojos: el rápido vuelo de la mosca escarlata, la abeja que recibe un inesperado contacto en el aire, y al momento todo vuelve a la normalidad. Pero sólo en apariencia: la abeja lleva ya dentro a un pasajero que acabará por alejarla del sol, de las flores del romero, de todo ese mundo que, al romper la primavera, identificamos como el triunfo de la vida, y en el que el insecto rojo me enseñó que también acechan los más refinados y mortales trucos de la evolución.