Revista Sociedad

Estupor global: un misil derribó un avión con 298 personas a bordo sobre Ucrania

Publicado el 18 julio 2014 por Maxisoria @maxialiados

Un objeto cubierto de llamas iluminó el cielo y se estrelló hecho un amasijo de metales humeantes, ayer al mediodía, al explotar un avión comercial en Ucrania con 298 personas a bordo. Se convirtió en el drama más sangriento del conflicto separatista que envuelve al país y que lo tiene, también, al borde del estallido, desde hace meses.

El avión de Malaysia Airlines cubría la ruta de Amsterdam a Kuala Lumpur y volaba a 10.000 metros de altura cuando fue derribado cerca de la ciudad de Donetsk, a sólo 50 kilómetros de la frontera con Rusia, una zona de enorme actividad militar.

El incidente causó una inmediata conmoción global. No sólo porque un avión comercial fue derribado en el cielo de un país dominado por una guerra que enemista a varias naciones, desde febrero pasado, sino porque el avión pertenecía a una línea que ahora parece maldita. Malaysia Airlines perdió, en marzo, otro vuelo -el MH370- en uno de los mayores misterios de la historia de la aviación comercial.

Terrorismo, misiles, cazas militares, error de cálculo, derribo premeditado, ataque frustrado contra Vladimir Putin: las hipótesis se sucedieron unas a otras durante la frenética jornada de ayer. Mientras tanto, el incidente alimentó la onda expansiva del conflicto entre el gobierno de Kiev y los separatistas prorrusos.

La palabra jamás mencionada fue que se trataba de un “accidente”, una opción descartada por todas las partes de este enconado conflicto que convirtió a Ucrania en uno de los países más inestables del mundo.

Una de las pocas certezas en ese océano de versiones fue que, una vez más, el avión siniestrado era un Boeing 777 de Malaysia Airlines, como la nave que se extravió en marzo en el sudeste asiático y que tuvo en vilo al mundo entero durante largas semanas por su inexplicable desaparición de la faz de la tierra.

Valijas, partículas del avión y pedazos de fuselaje destrozado quedaron desperdigados en una vasta zona de Donetsk, una de las regiones alzadas en armas contra el gobierno y cuya aspiración es pasar a la órbita rusa. Increíblemente, también se podían ver cadáveres enteros, a pesar de que la nave fue casi pulverizada por la explosión. Las autoridades estiman que en el avión viajaban unos 80 chicos.

En una acusación que países occidentales ratificaron luego, Ucrania culpó de inmediato a los “terroristas” -como denomina a los rebeldes que combaten contra las fuerzas armadas- de haber disparado un misil antiaéreo contra el avión comercial.

El sistema utilizado habría sido una plataforma de lanzamiento de misiles Buk, de origen ruso, con capacidad de alcanzar y superar los 10.000 metros, altura a la que volaba el Boeing.

El presidente ucraniano, Petro Poroshenko, se apresuró a dejar en claro su posición. “Este incidente no es una catástrofe, es un acto terrorista”, escribió en Twitter.

Los líderes separatistas negaron estar detrás del incidente y acusaron a las fuerzas ucranianas, aunque luego dijeron que el avión pudo quedar atrapado en una batalla aérea, impactado por error por un caza ucraniano o abatido por la artillería antiaérea de los insurgentes. Kiev insistió en que los rebeldes habrían disparado al avión por error mientras tenían en la mira un Iliushin-76 de transporte militar.

Para agregar más elementos a la incertidumbre, el Servicio de Seguridad de Ucrania afirmó haber captado una conversación en la que los rebeldes reconocían haber derribado un avión de pasajeros.

Los servicios de inteligencia de Estados Unidos indicaron, a su vez, que el avión recibió el impacto de un misil tierra-aire, pero no pudieron confirmar enseguida el origen del proyectil, según fuentes citadas por CNN y The Washington Post. “No fue un accidente, estalló en el cielo”, dijo el vicepresidente Joe Biden, durante un discurso en Detroit.

Quizá la versión más extravagante fue la que ventilaron medios rusos, en los que se aventuró que el vuelo comercial fue derribado por un misil ucraniano que tenía por objetivo nada menos que el avión de Putin, que regresaba de su gira latinoamericana.

De las 298 víctimas del siniestro, 283 eran pasajeros y las otras 15 eran miembros de la tripulación. Entre ellos había 154 holandeses, 27 australianos, 45 malasios, 12 indonesios, nueve británicos, cuatro alemanes, cuatro belgas, tres filipinos y un canadiense, según se informó desde Holanda. Hasta anoche aún faltaba determinar la nacionalidad de otras 41 víctimas.

La escala del desastre podría aumentar la presión internacional para resolver una crisis que causó cientos de muertes en Ucrania, desde que un levantamiento popular sacó del poder en febrero al presidente Viktor Yanukovich, estrecho aliado de Moscú. La primera consecuencia fue la anexión de Crimea por parte de Rusia, tan sólo un mes después de la caída de su socio.

Ucrania acusa desde entonces a Rusia de tomar un rol activo en el conflicto, agitando las regiones separatistas con el suministro de armas y combatientes irregulares, además de amenazar con desplazamientos de efectivos en la frontera y de lanzar airadas proclamas en defensa de los habitantes de habla rusa de las zonas rebeldes, donde son mayoría. Sin ir más lejos, esta misma semana Kiev acusó directamente a Moscú de haber derribado dos aviones militares.

Putin no se dejó enredar en acusaciones y rebatió ayer las denuncias con una contraofensiva retórica en la que señaló, como único responsable del desastre del Boeing, al gobierno de Ucrania.

“Sin duda, el Estado sobre cuyo territorio sucedió esto tiene la responsabilidad -dijo Putin-. La tragedia no habría tenido lugar si en esa tierra hubiera paz, si no se hubieran reanudado las acciones militares en el sudeste de Ucrania.”

A la espera de las investigaciones que revelen las causas, o dicho de otro modo, que revelen el tipo de misil que habría abatido al avión comercial, los bomberos comenzaron las tareas de rescate. Mientras tanto, los separatistas prorrusos ofrecieron un cese del fuego de tres días para facilitar esas labores.

El primer ministro de Malasia, Najib Razak, admitió estar impactado por este segundo desastre de la aerolínea de bandera en menos de seis meses, y dijo que se iniciará una investigación.


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