Una casa, un salón, una terraza con magníficas vistas, todo ello aderezado con el cocktail, la organización (a los que agradecemos en estas líneas todas la atenciones ) y los asistentes que, ya en la calle, nos íbamos identificando por las miradas perdidas, intentando deducir si íbamos bien encaminados a nuestro destino.
Poco después de haber entrado un poco en calor con el vino y los aperitivos, nos dispusimos a disfrutar de un concierto que, seguro, ninguno esperábamos así: la gran distensión y cercanía del grupo hizo que los asistentes nos sintiéramos de inmediato en una cómoda comunión con ellos.
Estar sentados en un salón, ante un aforo reducido — y muy afortunado– hace que se den situaciones que en grandes estadios, teatros o incluso salas, nunca lleguen a suceder: campechanía, chistes, momentos de alboroto controlado con el público, que Jorge Martí cante encima de una silla…
La duración no fue larga, pero más corta se hizo aún gracias a ellos, a La Habitación Roja, que supieron captar, con ese binomio improvisado de buenas canciones y charla compartida, la esencia de lo que es un evento SalottoLive: una gran experiencia.
Después, nadie quería poner fin a la fiesta –aunque el hecho de estar en una casa, obligaba a cunplir un horario–, y Pau, miembro de LHB, nos dedicó unos minutos de amable conversación, comprobando que son un grupo de directo, de trato con los seguidores y bastante más “salerosos” de lo que podíamos imaginar.
A buen seguro puedo asegurar algo: si alguien fue al concierto sin conocer toda la obra de LHB, o sin saber mucho de ellos, esa noche el grupo sumó a su haber unos cuántos seguidores más.
Buena música, un escenario de lujo, asistentes privilegiados, genial organización. ¿Se puede pedir algo más?
Estad atentos a las próximas ediciones. ¡Tú puedes ser uno de los afortunados que disfrute de una experiencia así!
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