Por Georgeos Díaz-Montexano
Reconstrucción paleogeográfica más extendida posible de la isla Atlantis, de acuerdo a las fuentes primarias. Llegaría por el sur hasta las islas de Cabo Verde y por el noroeste hasta las islas Azores, siendo así, todas las islas actuales, las cumbres de las regiones montañosas de la Atlántida. Al otro lado, justo enfrente, parte del continente (êpeiros) citado en el Timeo, o sea, América del Norte y Groenlandia. Georgeos Díaz-Montexano, 2001.
Tales preguntas parecerían innecesarias a los millares de personas de casi todo el mundo que alguna vez han leído algún libro de los tantos publicados sobre la Atlántida. Que la Atlántida estuvo en América o era América del Norte o del Sur, o toda la América entera, es una de las más viejas hipótesis que comenzó con el mismo re-descubrimiento de América por los hispanos, pocos años después de Colón traer a Europa las evidencias de lo que parecía una grandísima isla o un continente desconocido hasta entonces.
Cuando Colón se aventura en su empresa, en busca de una ruta alternativa por el occidente, para acceder a las ricas tierras de la India, inspirado en autores clásicos, sobre todo en Aristóteles, apenas había pasado diez años desde que el filósofo renacentista y neoplatonista Marsilio Ficino publicara la primera traducción latina de las obras completas de Platón.1 Si bien el Timeo ya era conocido por la mayoría de los intelectuales europeos durante la Edad Media, especialmente por la traducción latina del archidiácono Calcidio (s. IV), el Critias era solo conocido por las escasas referencias en otros autores antiguos. No obstante, en la vida de Cristóbal Colón, se sostiene que Colón leyó la historia de la Atlántida de Platón, y ello le impulsó en su objetivo de encontrar, al menos, restos de las partes que no se habrían sumergido…
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