Parece que ETA quiere anunciar que dejará de asesinar, pero exige que antes se reconozca a Sortu, la marca posmoderna de Batasuna, que es parte de la banda según los tribunales españoles y europeos.
La noticia, publicada en los periódicos que reciben las confidencias del Ministerio de Interior, coincide con la afirmación del candidato socialista a las elecciones generales del 20N, Alfredo Pérez Rubalcaba, de que estos serán los primeros comicios sin atentados.
Nadie sabe en qué se basa el ministro de Interior hasta hace mes y medio para hacer tal profecía.
Porque, o ETA se le ha garantizado, o sus astrólogas de cabecera –Valenciano, Pajín—le revelaron que las estrellas les anuncian la renuncia de los etarras a sus pistolas y bombas antes de que gane el PP.
Tras la legalización por el Tribunal Constitucional de la coalición Bildu, algunos medios cercanos al Gobierno creen que quizás se apruebe la inscripción de Sortu, que es la genuina ETA-Batasuna.
No mostrará las armas, pero será igualmente feroz, como los capos mafiosos que casi no necesitan pistolas cuando tienen a la población acobardada.
Y este país seguramente aceptará a la ETA política, como toleraría una invasión extranjera: como en 711, los españoles son, posiblemente, los únicos nacionales cuya mayoría no se defendería en caso de un ataque de otra nación.
Lo decía un sondeo del CIS del pasado marzo: sólo el 41 por ciento de los españoles estarían dispuestos a tomar las armas para defenderse.
En 2005 tampoco eran muchos, el 48 por ciento: las campañas de “no a la guerra” y las risas sobre Perejil habían hecho mella. Mientras, cuando ETA mataba se le pedía rendida y vacunamente “¡Paz, Paz!”.
En noviembre, si gana el PP, volverán las risas sobre Perejil, y adiós España.
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SALAS ha descubierto la imagen del tatuaje,
...y el texto de la enmienda constitucional