Buenas,
hoy os traigo al blog una faceta por la que creo que pasan muchos bebés y que a mí personalmente me entusiasma. No es raro coger el móvil un día y encontrarte con aplicaciones cambiadas de sitio, o con algún contacto borrado. Yo personalmente no soy de ofrecer a Zoe el móvil para jugar (ni la tablet) pero tampoco me vuelvo estricta con la advertencia de "no exponer a los bebés a pantallas antes de los 3 años". El móvil, sobre todo, es parte cotidiana de mi vida y si mi hija me ve manejarlo pronto le entrará la curiosidad de deslizar sus deditos por la pantalla y ver qué pasa... Y así ha sido.
Me sorprende lo resuelta que es con la herramienta, aún cogiéndolo en momentos muy puntuales. El otro día la sorprendí enviando un mensaje de voz a través de whatsapp. Sabéis lo complicado de su manejo ¿no? Hay que mantener el "botón" de grabación pulsado mientras creas el audio y después soltar para enviar. Bueno, pues envió el mensaje con la frase completa sin que nadie le explicara cómo debía hacerlo. Menos mal que lo envió a un conocido cercano y no a algún contacto de la agenda puntual.
El caso es que igual que la aplicación de whatsApp ya sabe qué aplicación tiene que pulsar para acceder a la cámara del teléfono y hacer fotos. Me encantan estas fotos... Son su mirada del mundo, su aprendizaje constante traducidos en un sinfín de instantáneas que pronto me colapsan la memoria del teléfono. A veces encuentro 60 fotos de un mismo objeto y otras, preciosos selfies capturando su concentración en el juego.
Os dejo aquí una pequeña muestra:
Por estas cosas, ¡qué demonios! que me colapse la memoria del teléfono una y mil veces si quiere.