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MÚSICA
Eterna juventud
Publicado el 14 enero 2016 por
Pablosiana
@pablosiana
Miércoles 13 de enero
, 20:00 horas
. Auditorio de Oviedo, Jornadas de Piano "Luis G. Iberni":
Mitsuko Uchida
(piano y dirección),
Mahler Chamber Orchestra
. Obras de
Mozart
.
©Foto Web
Nada mejor para comenzar el año que
Mozart
, el joven eterno que nos transmite esa vitalidad indescriptible, y con una de las grandes del piano,
Mitsuko Uchida
, madurez juvenil que sigue siendo referente en la interpretación del
genio de Salzburgo
,
en gira
con la
MCO
plena de jóvenes músicos donde también había representación española (seguimos formando y exportando), calidad, cercanía, vitalidad, complicidad
con la Maestra
en un número ideal para los conciertos elegidos, y contagiosa alegría haciendo de
Mozart
una verdadera fiesta sobre el escenario de un auditorio que no se llenó como merecía este esperado concierto.
El concertino israelí
Itamar Zorman
lideró el
Divertimento en Si bemol mayor "Sinfonía Salzburgo", K137
(K125b)
, que sirvió como tal entre los dos grandes conciertos solistas, al frente de la sección de cuerda que sonó realmente camerística como si del
cuarteto original
se tratase, empastada, de sonido brillante y claro en una
obra
del joven
Mozart
con tres movimientos ligeros y frescos, especialmente el conocido
Allegro di molto
central para disfrute interpretativo, compuesto aún en Salzburgo ya con ese sello personal para completar un programa donde piano y pianista fueron los verdaderos protagonistas.
Y es que
Mitsuko Uchida
mantiene un idilio permanente con
Mozart
del que parece absorber su energía juvenil más allá de su atuendo siempre etéreo cual ángel a punto de levantar el vuelo, controlando todo desde el piano con una química y entendimiento cercano además de cómplice con sus
jóvenes acompañantes
, lo que permite tener el control total en cualquiera de los conciertos que interprete, en esta gira dos de la época vienesa que analiza perfectamente
Juan Manuel Viana
en sus notas al programa.
El
Concierto para piano y orquesta nº 17 en sol mayor, K453
tiene una orquestación donde el trío de madera (flauta, oboe y fagot) presenta momentos sublimes perfectamente ejecutados por unos intérpretes de primera, bien contestados por el dúo de trompas (a pesar de algún problema en los saltos de octava) y sobre todo por una cuerda que daba gusto escucharla, coprotagonista siempre con el piano de
Mitsuko Uchida
, tímbricas increíbles junto a dinámicas asombrosas por parte de todos, ejecutado con una limpieza cristalina para saborear cada movimiento y paladear las cadencias de
la Maestra
. Si personalmente disfruto con los movimientos lentos (y el
Andante
fue una lección de intimismo), los rápidos de
la japonesa
afincada en
Viena
representan otro mundo que cautiva por su empuje y energía sin perder nunca una sonoridad clara desde la precisión y dominio total de la obra. La transición del
Allegretto
al
Presto
en el tercer movimiento contagió su vigor a todos los presentes, obligando a la artista a salir al escenario casi sin esperarlo ataviada con un mantón para aliviar la diferencia de temperatura. Mientras sus jóvenes nos "divertían", ella se metió en la sala de cámara donde había otro piano para mantener sus dedos en estado óptimo para la segunda parte, lo que nos da una idea de cómo entienden y sienten la música estos genios.
El
Concierto para piano y orquesta nº 25 en do mayor, K503
tiene de sobrenombre "Emperador", homónimo del beethoveniano en parte por la majestuosidad global, desde la elección de la tonalidad hasta la evolución de los tres movimientos que parecen estar presagiando ya el romanticismo, incluso con una rítmica digna de su continuador en Viena, sin olvidarnos del tema secundario que recuerda la famosa
Marsellesa
compuesta cinco meses después de la muerte de
Mozart
. Añadiendo timbales y trompetas (naturales) a la orquestación del 17, nuevamente
Mitsuko Uchida
dominó de principio a fin, con los tiempos exactos para escuchar todo lo que está escrito, asombrar con sus trinos, dejarnos unas cadencias que la orquesta contestaba con la misma intención y equilibrio de planos escuchados en el piano, respeto por la partitura que
marca
diferencias con otros intérpretes reconocidos, pero sobre todo la mencionada complicidad y control de cada momento, pisando a fondo y frenando afectos sin perder intensidad emocional.
Un placer escuchar
este debut
en las jornadas dedicadas al piano y además con
Mozart
que también fue regalo solitario en otra lección magistral: el
Andante
de la
Sonata en Do K545
que iba devolviéndome juventud al escuchar y seguir mentalmente una partitura que estudié con verdadera fruición y me descubrió la dificultad de ejecutar el engañoso y aparentemente fácil
Wolfgi
, un genio que nos dejó pese a su juventud un catálogo sin par. Su música sigue contagiando vida y produce ese vampirismo casi adolescente tanto a sus intérpretes como al público.
©Foto Web