Pasaje destacado"Por entonces yo ya era consciente de lo importante que resultaba llevar a cabo una reparación continuada de corazas y membranas. La membrana de la dulzura. La de la sencillez. La de la ingenuidad. La de la perspectiva de un futuro diferente al pasado propio y al futuro de los demás.
Reparar las membranas de la inocencia. Las que se van resecando al comprobar que todas las vidas son iguales y que todas las vidas dejan de ser nuevas y relucientes para empezar a deshacerse, en parte o por completo, con el paso de los días y la superación de etapas y creencias. De camino a la disolución".
La trama a grandes rasgos sin spoiler
La narradora de esta historia nos cuenta que ha sido contratada por una especie de Comunidad de religiosas para tratar de ayudar, de salvar al Hijo Agua, al Hijo Iluminado, también llamado el número 53, que lleva incomunicado en su habitación más de dos años por voluntad propia. En dicha Institución, todos los adultos son mujeres regidas por estrictas normas y dirigidas por la madre Sandra, la gobernanta. También viven con ellas varios chicos internos “especiales”, ¿delincuentes? que “cuando se impacientaban, se impacientaban. Que cuando odiaban, odiaban. Hasta las últimas consecuencias”.
La casa donde residen está ubicada en la ladera de un monte, una casa que las Hermanas mantienen repleta de plantas con unas cruces de madera clavadas entre ellas, para recordar y homenajear a una de las mujeres que antaño se ahogó en el embalse, intencionadamente o no, nadie podía saberlo. Las Hermanas prefieren creer que ellas no son carceleras y pensar que los chicos “se hallan recogidos allí dentro. Meditando. Reflexionando sobre su pasado”.
Por allí ya han pasado varias terapeutas, pero ninguna ha conseguido nada con el número 53 que ahora se comunica con la nueva únicamente a través de la puerta y de emails. Él la llama Coco (hermana Coco, ayudante Coco, tutora Coco), y ella a él le llama Lemuel. Ninguno de los dos son sus verdaderos nombres, porque allí nadie debe saber el auténtico nombre de nadie, son las normas. Ella le habla y Lemuel solo escucha, en silencio, nunca habla. Poco sabe Coco acerca de este chico, tan solo que le dan asco las hormigas y que su habitación está llena de plumas, también que tuvo un hermano gemelo que ahora está muerto. Mientras los demás niños rezan en los pasillos, se juntan en los patios, hacen deporte, practican una segunda y una tercera lengua, Lemuel se niega a salir, así como también se niega a hablar.
Un día, la hermana Sandra les comunica a las demás la fatal noticia de que les van a enviar a un hombre, un preceptor, una presencia que deberán aceptar y acoger por narices aún sin saber qué es lo que viene a hacer allí, cual va a ser su misión.
—¿Un hombre? ¿En esta casa?—Ya hay hombres en esta casa.—Pero no hombres adultos. No los ha habido nunca.—¿Y el jardinero? ¿Y el chófer?—No viven con nosotras.
Ellas siempre han sido autosuficientes, con su propia filosofía de vida basada en el aislamiento, el retiro, la búsqueda de la virtud y la santidad, la templanza, el decoro, no comer animales, no adjetivar nunca, vestidas todas de igual forma.
Con la falda cosida a la blusa en el talle y un bolsillo a cada lado. Cerrados a la espalda con una cremallera que ascendía desde las caderas hasta un cuello redondo. Cortados a partir de un tejido desgastado de color negro, y todos, sin excepción, con los bajos deshilachados.
Por lo que la llegada de Evans, que así se llama el susodicho intruso, lo pone todo patas arriba invadiendo, imponiendo, sometiendo, revolucionando tanto a las hermanas como a los internos.
Y hasta ahí puedo contar. . .
Los puntos fuertes de la novela
✔ “Eterno amor” se puede considerar una novela corta o un relato largo (96 páginas), según por donde se mire, yo me decanto mas por la novela corta, pero realmente no es algo que importe. Ha sido lo único malo que me he encontrado en la lectura, que se acaba pronto. Porque cuando algo me gusta mucho, quiero, prefiero que me dure, cuanto mas, mejor. Ahora me toca esperar a que Pilar Adón saque nueva novela y me da rabia, porque seguramente (igual me equivoco, ojalá me equivoque) publicará antes algún relato o mas poesía (he comprobado que suele ir alternando y como su última publicación ha sido “De bestias y aves” en 2021. . .)
✔ Me he encontrado de nuevo con muchos de esos puntos comunes en sus novelas, los que os comentaba en mi reseña 2x1 donde os hablaba al mismo tiempo de los otros dos libros leídos casi a la par de la autora, comparando aspectos de las tramas y de las ambientaciones. Y aquí, me encuentro con que los temas profundos de base, siguen siendo los mismos:
● Una Comunidad de mujeres que viven sin hombres, autosuficientes, cerrada al exterior, siguiendo normas estrictas de convivencia. Mujeres que se unen para luchar juntas contra los extraños que vienen a perturbar la paz del hogar.
Ofrecernos resguardo para que lo hostil quedara al otro lado. Aunque no era ese el propósito de la residencia: en nuestro caso, el peligro vivía dentro. Las tapias nos aislaban a nosotras de los de fuera para protegerles a ellos.
● Si en las anteriores novelas, la naturaleza, el bosque que rodea el entorno cerrado, ocupaba un lugar destacado, aquí es la propia casa la que está llena de plantas, a rebosar, por todas partes y sus moradores entablan cierta conexión con ellas, las plantas forman parte del día a día, son importantes para todo.
Las plantas transmitían serenidad y, según decían, también en ellas residía la virtud. Constituían un refugio, un reflejo de la perfección. Grandes y pequeñas. Por los pasillos, en los tramos intermedios de las escaleras, en la cocina, los salones. Ahí estaban las plantas. Con sus distintos significados. Y sus funciones específicas. La de la contemplación. La del recogimiento. La de la compasión. La de la profecía.
● También se percibe una sensación de encierro, de aislamiento en universos íntimos y perimetrados ¿voluntario, involuntario?, se transmite cierta sensación de claustrofobia al lector, y está presente el miedo a salir al exterior, a enfrentarse a lo desconocido, a lo amenazadoramente extraño, a interrumpir las tranquilizadoras rutinas.
● De nuevo esa dualidad, ese tener que escoger entre libertad/estabilidad, optar por tener libertad de movimiento, ir de acá para allá constantemente en continuo cambio, lo que conlleva inherentemente cierta inseguridad, o bien decantarse por echar raíces en algún lugar, permanecer en algún sitio para siempre y obtener seguridad.
● Suele estar presente cierto tinte bíblico y el uso de nombres bíblicos (algo que también se daba en “De bestias y aves”), alusiones a la Biblia, a las escrituras, una trama impregnada de cierto carácter espiritual o religioso, pero que no cansa ni satura.
Al Hijo Iluminado o número 53 le habían llamado Juan, Roque, Domingo, Tomás… Yo llegué un 30 de mayo, día de san Fernando, y decidí ponerle Lemuel. Rey bíblico. Consagrado al servicio del Señor. Masculino de Lemuela y, sobre todo, nombre de pila de Gulliver. Fernando no me gustaba.
● Tenemos un final que admite diversas interpretaciones, que permite al lector involucrarse, algo habitual en las obras de la autora que no me incomoda, porque los finales en las novelas de Pilar Adón no son lo mas importante o al menos no es lo que mas me importa a mí.
✔ Siempre es un placer reencontrarme con la prosa de esta mujer, maravillosa. En esos autores que frecuentan la poesía como género principal de sus escritos, suele ocurrir que cuando se pasan a las novelas, siguen manteniendo ese tono poético, sensual y lírico. Es algo que me encanta, porque le aporta a la obra una enorme calidad literaria, que también es el caso en “Eterno amor”.
✔ Recurrí a esta lectura tras haber estado sumergida en una de mis crisis lectoras, en esas de haber abandonado dos o tres novelas y no tener ni idea de qué empezar para engancharme, Pilar Adón como recurso seguro. Y así ha sido. Como siempre la autora no me ha defraudado y me ha interesado-fascinado su historia desde el principio. No sé que tiene esa mujer que me cautiva todo lo que hace, bueno, sí lo sé. Tiene todo lo que os he contado arriba, sus peculiares argumentos que se salen de los normal y que nunca me dejan indiferente por mucho que se repitan las bases de sus tramas y ambientaciones, que tienden siempre a inquietarme, a perturbarme, pero no a atormentarme (Esperanza Gracia. . ., ¿andas por ahí?). Yo busco eso, que una lectura me incomode, me sorprenda y ella siempre lo consigue.
Resumiendo: “Eterno amor” es como todo lo leído hasta ahora de la autora, un texto extraño, enigmático, cargado de símbolos y de metáforas. Una novela grande por su contenido, corta en su extensión que se lee rápido, pero que te deja como siempre con ganas de mas, que te deja fascinada pensando, decidiendo qué ha pasado, que tipo de historia has tenido entre las manos.
Lo salvaje vive en nosotros. Todos tenemos comportamientos feroces de vez en cuando. Incluso irracionales.
¿Os recomiendo leer esta novela? Por supuesto (aunque no es mi preferida), porque es muy cortita, no llega a 100 páginas que se leen en una sentada, y porque a Pilar Adón hay que leerla, degustarla, saborearla. Disfrutarla, o cuanto menos probarla. Mi nota esta vez no es la máxima, para variar: