El hombre es lo que hace no lo que dice.El periodismo ya no es, como decía Sthendal, respecto a la novela, un espejo que refleja el camino sino un proyecto que trata de hacer el camino, como si el periodista fuera, se hubiera convertido, al fin, en un ingeniero, según la idea que el director del medio tiene de lo que es realmente el mundo.Para Pedro J., únicamente existe el poder y a él se llega sólo a través de la estética, la ética no existe más que en los libros antiguos porque ha perdido todo su sentido, qué sentido tiene preguntarse ahora por lo que debe de ser estando tan ocupados como estamos en conquistar el futuro, manejando adecuadamente el presente, el mundo debe de ser tan sólo como nosotros lo queremos, como lo proyectamos que no es sino como lo quiere el poder, duro, útil, masivo, omnipresente y omnipotente, ¿para qué? Precisamente para eso, para dominarlo todo, si es que nos queda algo por dominar. ¿Acaso no hacemos y deshacemos presidentes de gobierno, a nuestro antojo? Para ello, nuestros redactores van desde el nihilismo inteligente de Del Pozo al materialimso rampante de Sostres, pasando por la retranca anquilosada de Anson y el positivismo cuasi fascista de Gistau, con pinceladas liberalistas de sus ágiles féminas en las que hay de todo, desde las que profesan descaradamente el nazismo a las que fingen que algún día fuero libertarias. Todo ello debidamente adobado por una ética del golpe de Estado permanente: o haces lo que te ordeno o te derribo. O sea la estética pura y dura del poder.Luego está la ética del pensamiento. Sólo somos lo que realmente pensamos, se trata, pues, de llegar a la sabiduría, de conseguir saber lo que realmente queremos y que esto esté de acuerdo con lo que verdaderamente debe de ser. Por supuesto que también persiguen hacerse con el poder pero de una manera totalmente diferente: no secuestrando el pensamiento sino conformándolo de arreglo con las normas de la lógica. Hay, pues, un predominio de la ética sin abandonar decididamente la estética. Ramoneda, Pradera, Estefanía, Basset, Mila Pérez Oliva, Cruz, etc, con ese injerto monstruoso de Vargas Llosa, que casi lo echa todo a perder, ética, pues, por encima de todo, pero una ética en cierto modo retrógrada, que mira sobre todo al pasado.Y, luego, está el imperio de la voluntad de servir. Una mirada ética también pero rabiosamente moderna. El mundo y la vida son mucho más voluntad que representación. No está bien que el mundo sea como es, hay que modificarlo sustancialmente para que sea mejor y esta idea está servida por laboriosos soñadores, gente que persigue sobre todo el deber ser pero con los pies fuertemente asentados sobre el suelo.A Público acuden todos los que sueñan con un mundo mejor. Los hay demasiado jóvenes y por eso se hallan todavía desorientados pero que irán aprendiendo, poco a poco, porque sienten la irresistible tentación de saber por qué ocurren todas estas cosas. Casi nunca estoy de acuerdo con lo que ellos hacen porque son demasiado jóvenes o yo demasiado viejo pero sí que estoy conforme con su modo de hacerlo. No creen hallarse en posesión de la verdad absoluta porque lo primero que aprendieron es que ésta no existe, que sólo hay un impulso indeclinable para mejorar, porque las cosas se hagan cada día un poco mejor y, si es posible, que no se retroceda demasiado cuando vienen mal dadas.Y no es sólo posibilismo sino también una decidida vocación de hacer el mundo, cada día, un poco mejor, por eso siempre están al lado de las gentes honradas, que trabajan incansablemente junto a los más débiles para que no lo sean tanto.No voy a mencionar expresamente a nadie porque, como buenos izquierdistas, no tienen pretensiones individuales sino colectivas, no sé realmente si a esto se le llama marxismo o más concretamente comunismo aunque creo que la mayoría de ellos se sentirían muy incómodos bajo estas rúbricas.Está bien, uno no es realmente lo que quiere ser sino simplemente lo que es.Y todos ellos son marxistas desde el mismo momento en que han comprendido que no hay nada fuera de la puñetera economía y que luchar por la igualdad de todos los hombres es la única manera decente de rehacer este asqueroso mundo.
Etica, estética y poder, breve análisis del periodismo español
Publicado el 30 junio 2011 por RomanasEl hombre es lo que hace no lo que dice.El periodismo ya no es, como decía Sthendal, respecto a la novela, un espejo que refleja el camino sino un proyecto que trata de hacer el camino, como si el periodista fuera, se hubiera convertido, al fin, en un ingeniero, según la idea que el director del medio tiene de lo que es realmente el mundo.Para Pedro J., únicamente existe el poder y a él se llega sólo a través de la estética, la ética no existe más que en los libros antiguos porque ha perdido todo su sentido, qué sentido tiene preguntarse ahora por lo que debe de ser estando tan ocupados como estamos en conquistar el futuro, manejando adecuadamente el presente, el mundo debe de ser tan sólo como nosotros lo queremos, como lo proyectamos que no es sino como lo quiere el poder, duro, útil, masivo, omnipresente y omnipotente, ¿para qué? Precisamente para eso, para dominarlo todo, si es que nos queda algo por dominar. ¿Acaso no hacemos y deshacemos presidentes de gobierno, a nuestro antojo? Para ello, nuestros redactores van desde el nihilismo inteligente de Del Pozo al materialimso rampante de Sostres, pasando por la retranca anquilosada de Anson y el positivismo cuasi fascista de Gistau, con pinceladas liberalistas de sus ágiles féminas en las que hay de todo, desde las que profesan descaradamente el nazismo a las que fingen que algún día fuero libertarias. Todo ello debidamente adobado por una ética del golpe de Estado permanente: o haces lo que te ordeno o te derribo. O sea la estética pura y dura del poder.Luego está la ética del pensamiento. Sólo somos lo que realmente pensamos, se trata, pues, de llegar a la sabiduría, de conseguir saber lo que realmente queremos y que esto esté de acuerdo con lo que verdaderamente debe de ser. Por supuesto que también persiguen hacerse con el poder pero de una manera totalmente diferente: no secuestrando el pensamiento sino conformándolo de arreglo con las normas de la lógica. Hay, pues, un predominio de la ética sin abandonar decididamente la estética. Ramoneda, Pradera, Estefanía, Basset, Mila Pérez Oliva, Cruz, etc, con ese injerto monstruoso de Vargas Llosa, que casi lo echa todo a perder, ética, pues, por encima de todo, pero una ética en cierto modo retrógrada, que mira sobre todo al pasado.Y, luego, está el imperio de la voluntad de servir. Una mirada ética también pero rabiosamente moderna. El mundo y la vida son mucho más voluntad que representación. No está bien que el mundo sea como es, hay que modificarlo sustancialmente para que sea mejor y esta idea está servida por laboriosos soñadores, gente que persigue sobre todo el deber ser pero con los pies fuertemente asentados sobre el suelo.A Público acuden todos los que sueñan con un mundo mejor. Los hay demasiado jóvenes y por eso se hallan todavía desorientados pero que irán aprendiendo, poco a poco, porque sienten la irresistible tentación de saber por qué ocurren todas estas cosas. Casi nunca estoy de acuerdo con lo que ellos hacen porque son demasiado jóvenes o yo demasiado viejo pero sí que estoy conforme con su modo de hacerlo. No creen hallarse en posesión de la verdad absoluta porque lo primero que aprendieron es que ésta no existe, que sólo hay un impulso indeclinable para mejorar, porque las cosas se hagan cada día un poco mejor y, si es posible, que no se retroceda demasiado cuando vienen mal dadas.Y no es sólo posibilismo sino también una decidida vocación de hacer el mundo, cada día, un poco mejor, por eso siempre están al lado de las gentes honradas, que trabajan incansablemente junto a los más débiles para que no lo sean tanto.No voy a mencionar expresamente a nadie porque, como buenos izquierdistas, no tienen pretensiones individuales sino colectivas, no sé realmente si a esto se le llama marxismo o más concretamente comunismo aunque creo que la mayoría de ellos se sentirían muy incómodos bajo estas rúbricas.Está bien, uno no es realmente lo que quiere ser sino simplemente lo que es.Y todos ellos son marxistas desde el mismo momento en que han comprendido que no hay nada fuera de la puñetera economía y que luchar por la igualdad de todos los hombres es la única manera decente de rehacer este asqueroso mundo.