En las esferas se nos dice que el trabajador social es, a la vez, un sujeto moral y un actor social. Es decir, actúa de forma simultánea en ambos rubros reconociendo sus espacios y campos de acción. Existen cinco esferas en las cuales este puede desempeñarse. La primera está ligada a su comunidad más próxima, la segunda se adentra en su aspecto profesional e institucional, la tercera ahonda en el rol político y su reputación estatal, mientras que la cuarta se rige bajo lo sociopolítico y la quinta en el aspecto ciudadano, entendido como un miembro de una sociedad política. Es de vital importancia señalar también el ideal de moral personal. En este punto vemos que hay procedencia de diversas tradiciones, ya sea su origen étnico, su educación familiar, religión y diferenciación de clase. Sobre esta última se dan valores culturales y morales que se diferencian entre sí precisamente por su entorno. Continuando con el desarrollo profesional de un trabajador social hay que saber que su ética más trascendental es la integralidad. Esta se percibe como una fuerza contundente de la valoración de los ciudadanos desde el rubro legal. Hay que saber, además, que los valores culturales condicionan a los valores morales y que los códigos prácticos se desarrollan como atajos para forjar las gestiones burocráticas con mayor rapidez. El aporte que hace Antanas Mockus presentando su versión de Fóscolo en torno a las esferas de acción constitutivas de la vida social y de la convivencia social es dinamizador e interesante, ya que pone sobre la mesa la reflexión y el análisis enfatizando en la educación como una forma de convivencia conjunta en sociedad. Para Mockus la armonización de la ley, la moral y la cultura son ideales que, para propósitos de este análisis, es esencial. Una idea central de Mockus en su texto es: “La tolerancia a la diversidad implica hoy: una transformación de las identidades y de sus mecanismos de reproducción, de manera que para tener una identidad fuerte, o para conservarla, ya no se necesite negar la identidad del otro, no se necesite excluirlo”. Desde su óptica, para hacer viable la tolerancia a la diversidad y excluir la violencia se requieren reglas culturales compartidas, un marco constitucional y legal explícitamente adoptado y convenciones internacionales. Bajo este mismo orden de ideas, Mockus afirma que convivir es acatar reglas comunes, contar con mecanismos culturalmente arraigados de autorregulación social, respetar las diferencias y acatar reglas para procesarlas; también es aprender a celebrar, a cumplir y a reparar acuerdos. La convivencia promueve superar el divorcio entre ley, moral y cultura, al tiempo que la habilidad para celebrar acuerdos y cumplirlos son reconocidos como las claves de la convivencia. Para abordar a profundidad su punto, Mockus ahonda en el ya mencionado divorcio entre ley, moral y cultura, y lo estructura como parte central de su postura. A su ver la tolerancia a la diversidad es esencial y la armonización es pieza fundamental para la consecución y ejecución de los logros deseados como seres sociales enmarcados en la vida social y la convivencia social.ÉTICA CIUDADANA La ética ciudadana es una fundamentación de la ética profesional del trabajador social. La ética ciudadana vale para todo y es miembro de la comunidad política. El trabajo social es una profesión pública y actúa en la esfera política. Precisamente es en el ámbito de la ética ciudadana que el profesional se hermana y solidariza con los co-sujetos en la ciudadanía compartida. La ética ciudadana funge como fundamento de la ética profesional del trabajo social. Por su parte, la ciudadanía social. La ciudadanía social otorga el derecho al acceso a los bienes sociales que una sociedad concibe como necesarios para lograr un nivel de bienestar que promueva la reproducción y mantenimiento de la vid y realización del proyecto de vida.Una idea central sobre este tema es que por el ser el trabajo social un agente privilegiado de la justicia social, es que se vuelve adecuado basar la ética profesional del trabajo social en una ética ciudadana. Desde esta ética se dan dos reflexiones. Por una parte las necesidades y el hombre como sujeto de necesidad, y por el otro los derechos fundamentales o derechos del hombre. El trabajador social trabaja desde las necesidades y la manera como se traten las necesidades puede conducir a un trabajo social controlador y autoritario, paternalista y compasivo o emancipador.Los valores y virtudes de la ética ciudadana son dos puntos centrales. Los valores priorizan a la justicia como posibilitadora de la libertad y la vida. A su vez promueven la igualdad en oportunidades y libertades. Además se propicia a la racionalidad comunicativa, ya que esta permite la discusión racional que se debe tener en una sociedad democrática. Por su parte, las virtudes fomentan la tolerancia radical, que es reconocer todas las formas de vida y necesidades humanas. Además fomentan la valentía cívica, entendida como la capacidad de alzar la voz por una causa, la solidaridad aplicada en los grupos desfavorecidos, el juicio justo, la disponibilidad a la comunicación racional y la prudencia apreciada como el conocimiento crítico de las normas y aplicación de las mismas. A su vez estas superan las contradicciones.Desde la ética ciudadana el trabajador puede validar los conocimientos adquiridos en la profesión y los valores cívicos. Puede incluso tener una concepción de la justicia o apoyarla argumentando de forma crítica. También puede distinguir los diversos procedimientos técnicos legítimos de la intervención y procedimientos que atenten contra la justicia debida a los ciudadanos. Además puede analizar la intraducibilidad de los mundos de la vida, ya sean de clase, comunitarios o incluso de índole personal. Esto puede borrarse a partir de compartir los valores comunes de la ciudadanía. De manera que el trabajo social y co-sujeto son ambos citizen courth equal rights. Además de todo lo anterior, gracias a la ética ciudadana el trabajador social puede eludir la disimetría del poder entre el T.S. y los co-sujetos, debido a que esta es una vía para transmitir la voz de aquellos que han sido lastimosamente invisibilizados.