Jeremy Rifkin.En los estudios sobre el comportamiento social de los cerdos realizados por la Universidad Purdue, de Estados Unidos, se ha descubierto que les encanta el cariño y se deprimen fácilmente si se les aísla o se les niega tiempo para jugar con los demás. (...) ¿Qué repercusiones tiene todo esto sobre la forma en que tratamos a otras criaturas? ¿Qué pasa con los millares de animales que cada año son sometidos a dolorosos experimentos de laboratorio? ¿O con los millones de animales domésticos criados en las condiciones más inhumanas y destinados para el matadero y el consumo humano? ¿Deberíamos prohibir las trampas para patas y boicotear la compraventa de abrigos de piel? ¿Y qué pasa cuando se mata a los animales por deporte, como la caza del zorro en la campiña inglesa, las corridas de toros en España o las peleas de gallos en México? ¿Qué pasa con el entretenimiento? ¿Deberíamos enjaular a los leones salvajes en los zoos y dejar que los elefantes actúen en los circos? Estas preguntas están empezando a plantearse en los juzgados y en la legislación de todo el mundo. Actualmente, Harvard y otras 25 facultades de Derecho sólo de Estados Unidos han introducido cursos sobre los derechos de los animales, y cada vez entran en el sistema de tribunales más casos representando los derechos de los animales.