En política, es bueno que uno sea capaz de prever las consecuencias de sus propias acciones y que sepamos graduar. Quienes representan al pueblo tienen que ser modélicos y ejemplares. Obviamente, esto no se ha dado entre los representantes del Gobierno, por ello, es legítimo que el presidente del Gobierno dimita y se convoquen nuevas elecciones, ya no solo por el incumplimiento de sus compromisos electorales sino por el ruido de sobres que genera un desprestigio y la imposibilidad de una regeneración para nuestra débil democracia con el Gobierno actual. La solución no puede ser enrocarse en sus equivocaciones y no hacer siquiera una mínima remodelación de Gobierno esperando que pase la tormenta mediática y a la gente se le olvide la obscenidad que estas personas están realizando desde un concepto de democracia absolutamente viciado.
Desde Izquierda Unida entendemos que esta revolución política debería ir acompañada de un nuevo proceso constituyente donde los movimientos sociales y organizados, entre ellos los movimientos políticos pudiéramos participar en la elaboración de una nueva constitución que marque las normas de nuestra convivencia democrática. Necesitamos un nuevo paradigma de estilos de vida, un nuevo paradigma político y un proceso constituyente que conlleve a una nueva constitución. Una política entendida como un compromiso con la realidad y su transformación en favor de la mayoría, sobre todo aquella que está más indefensa y empobrecida, no una política de intereses particulares de gente que no tienen otra actividad profesional conocida y utilizan la política como proyección de su imagen personal.
Es necesario entender los valores de la dignidad del ser humano y la responsabilidad infinita para con el otro, de la subjetividad que necesita verse traducida para formar el concepto de una comunidad de comunicación de la vida.
Tampoco la llegada de Izquierda Unida al poder solucionaría de golpe todos los problemas, el proceso que hay que seguir es el de politizar a la ciudadanía y conseguir que, de manera compartida, y con una gran movilización social la gente pierda el miedo y se enfrente a los verdaderos poderes que gobiernan en España más allá de las marionetas bipartidistas. Habiendo otros partidos con mayores cuotas de poder y con una concepción de la política muy distinta a la nuestra es complicado que dentro de nuestro movimiento político y social pueda haber casos de corrupción, puesto que la toma de decisiones está más colectivizada que en otros, donde las decisiones se toman desde la cúpula. Además ser escrupulosos con el cumplimiento de los estatutos respecto a la duración de ocho años en una determinada responsabilidad, extraordinariamente doce, es poner dificultades para que la persona con tiempo en un determinado cargo se corrompa. Si se diera el caso, que caiga sobre quienes se corrompen todo el peso de la justicia, ya que creemos que, a pesar de que las estructuras sean más proclives o menos a la corrupción, ésta es una lacra que hay que eliminar de nuestra sociedad, en todos sus ámbitos, no solo en el ámbito político.
El reto es construir una democracia desde la ciudadanía y donde la participación social sea un requisito para la toma de decisiones, acertadas o equivocadas, en mayor medida pero tomando las decisiones de modo colectivo, vinculando a otra mucha gente, es como podemos crear algo nuevo. El reto es salirse de los marcos mentales de la estructura democrática que marcan un camino único que se puede seguir en mayor o menor medida y con más o menos dolor para la ciudadanía, el reto es plantear una alternativa en todos los ámbitos que cuestione al sistema que ha estado implantado desde la Constitución de 1978, que era una constitución de máximos y se ha ido desinflando para convertirse en el artículo 135: “Los créditos para satisfacer los intereses y el capital de la deuda pública de las Administraciones se entenderán siempre incluidos en el estado de gastos de sus presupuestos y su pago gozará de prioridad absoluta.” Teniendo esta concepción de la política y un limitado espacio de poder es imposible plantear las necesidades reales de la ciudadanía en el ciclo del sistema económico actual.
Tras la comparecencia de Ada Colau en defensa de la Iniciativa legislativa popular que paralice los desahucios podríamos citar a Reyes Mate: “Las víctimas, el ejército de perdedores, todos aquellos que no pueden descansar tranquilos porque se les ha privado de su dignidad. Si nos esperan es porque tienen una factura que pasarnos, tienen unos derechos pendientes que nosotros debemos saldar.“ Queda en los representantes políticos que cumplan con sus obligaciones y en sus representados intentar que la toma de decisiones se haga pensando en la mayoría de la sociedad y no en las élites económicas.