Aunque la mayor causa de euforia es el rechazo a un gobierno ineficaz y fracasado, como el de España que preside Pedro Sánchez, hay también otros motivos que alimentan la esperanza de los independentistas, que pronto esperan ser una mayoría sólida. Uno de ellos es el coronavirus, que ha eliminado a parte de la población más anciana, que suele ser la que vota por la unidad.
Los muertos por coronavirus, la pésima gestión de la pandemia, el desastre de las residencias de mayores, la ocultación de cifras de bajas, la desprotección de los sanitarios y el deficiente funcionamiento de la sanidad española en general han alimentado el descontento y el deseo de separarse de esta España corrompida e ineficiente.
Ante el fracaso del gobierno de España y el rechazo que está suscitando, muchos ciudadanos se refugian en sus gobiernos autonómicos, lo que se traduce en un refuerzo de las autonomías y del sentimiento de independencia, visible no sólo en Cataluña y el país Vasco, sino también en Galicia, Baleares, Valencia y hasta en Andalucía, donde se escuchan ya insólitos llamamientos en favor de un andalucismo que proteja a la región de los abusos y venganzas del gobierno de Pedro Sánchez.
Tenían razón los intelectuales catalanes que afirmaban que había que esperar a que el fracaso de España llenara las filas del independentismo y los que quieren la separación consolidaran una mayoría aplastante.
Una verdad que los socialistas españoles no querrán escuchar y que ninguna de las televisiones y tertulianos comprados se atreven a decir: Pedro Sánchez está haciendo más por el independentismo catalán que Puigdemont.
Francisco Rubiales