Este movimiento de diversión a base de aligerar la indumentaria en pleno mes de enero tiene su orígenes en el año 2002, cuando siete amigos decidieron desafiar al frío de Nueva York y a las miradas de sorpresa de los viajeros del metro quitándose los pantalones en pleno vagón. Desde entonces, 13 ediciones más tarde, aquel gesto se ha convertido en el Día Mundial Sin Pantalones en el metro, celebrado en las redes de transporte subterráneo de más de 60 ciudades en unos 25 países de todo el mundo.
A la misma liberación se refieren Karen, una vecina del barrio de Queens más cerca de los 60 que de los 50 años, y que está eufórica por su primera participación en el día sin pantalones en el metro. “No me hubiera imaginado a mi misma haciendo esto hace unos años, pero ahora he decidido vivir la vida al máximo y sentir el cuantas más emociones mejor”, grita al tiempo que las puertas de un vagón repleto de gente en ropa interior se cierran.
Al lado de la ropa interior en plena exhibición, como espectadores de lujo, los pasajeros a quienes este día se cruza por sorpresa. A las caras de asombro les suelen acompañar las risas y el aluvión de fotografías. No falta quien se lamenta por no haber conocido la existencia de este evento antes y quien, al darse cuenta de que no es tarde para participar, se suma al resto de exhibicionistas con el sencillo gesto de quitarse los pantalones o la falda en medio del vagón.
Sin embargo, la iniciativa no el del gusto de todos. A la altura de la parada West 4, una de las más concurridas del metro de Nueva York, un judío ortodoxo comienza a increpar a un grupo de jóvenes que se habían despojado de sus pantalones, y les acusa de “masturbarse en público”. En un día como hoy, la opción de bajarse del metro para esperar el siguiente no parece la más conveniente, pues el andén parece la pasarela de un desfile de ropa interior y el próximo tren en llegar, minutos después, está tan lleno como el anterior de improvisados modelos de bragas y calzoncillos. Finalmente, aquellos ofendidos por la exhibición de tantos muslos no tienen más remedio que salir a la calle y continuar el viaje a pie.
(Artículo escrito originalmente para la agencia de noticias dpa)
Fotografías de Nicola Bailey. http://www.nicolabailey.com/