Eugenio Trías. De cine

Publicado el 15 octubre 2013 por Santosdominguez @LecturaLectores

Eugenio Trías.De cine.Aventuras y extravíos. Galaxia Gutenberg /Círculo de Lectores. Barcelona, 2013.
El cine es un microcosmos de todas las artes, escribe Eugenio Trías al comienzo del prólogo con el que abre De cine, una colección de ocho ensayos sobre cine que publica Galaxia Gutenberg /Círculo de Lectores.
Subtitulado Aventuras y extravíos, este volumen póstumo de Trías recoge ocho intensas aproximaciones a la producción de otros tantos directores de cine: de Fritz Lang a David Lynch y de Hitchcock a Bergman pasando por Welles, Kubrick, Coppola y Tarkovski.
Un canon personal que evoca películas esenciales, de Metrópolis a Drácula de Bram Stoker, de Rebeca a Inland Empire con el enfoque que anuncia esa frase inicial: un arte que conjuga otras: teatro y pintura, novela y arquitectura, música y fotografía, una suma en la que se produce la compenetración de imagen y sonido que caracteriza al cine, el arte específico del siglo XX, en palabras de Trías.
Cada uno de los ocho ensayos se organiza alrededor de una idea central que les da coherencia, una caracterización del cine de cada autor que se anuncia en el título de cada uno de ellos: Naturaleza y ciudad (Fritz Lang); las grandes mansiones y las historias de amor en Hitchcock, los mundos aparte de Coppola, los hombres huecos en Welles, la evidencia de los sueños en Tarkovski o la inteligencia y sus fantasmas en el cine de Kubrick.
La mirada certera de Trías analiza así el complejo diseño de Metrópolis, el ciclo de Mabuse o Furia; las mansiones siniestras y la insistencia de Hitchcock en las historias de amor o las vertiginosas imágenes arquetípicas del abismo en sus películas: desde el gótico de Rebeca a la genialidad risueña de Con la muerte en los talones pasando por la obra mayor que es Vértigo, para muchos cinéfilos –como recuerda el ensayista- la mejor película de la historia del cine, por delante de Ciudadano Kane.
Trías hace una profunda disección del cine de un Kubrick al desnudo en la reveladora Atraco perfecto, genial en Senderos de gloria, potente y prodigioso en La chaqueta metálica. Un cine coral, explica Trías, en el que el director y guionista explora la inteligencia –incluida la artificial en 2001: una odisea del espacio- y su lado oscuro, la sombra de la locura en El resplandor. Un cine que nos ha dejado el prodigio preciosista de la iluminación en Barry Lyndon, con Schubert al fondo, antes de llegar a Eyes wide shut, su obra culminante.
O relaciona el cine de Welles con la idea de los hombres huecos de T. S. Eliot que recorre gran parte de sus películas y sus interpretaciones, desde El cuarto mandamiento, malograda en parte por un montaje impuesto que la mutiló, hasta Sed de mal o El tercer hombre. En el comienzo de otras películas de Welles –como en Ciudadano Kane, Otelo o en Mr. Arkadin y su maldad sin fondo- rastrea Trías la presencia de la muerte, lo que provoca el flashback consiguiente con el que se organizan esas películas.
Los de Coppola son mundos aparte: el de la mafia en la trilogía del Padrino, que tiene un diseño casi operístico; las bandas juveniles marginales de La ley de la calle; el Drácula de Bram Stoker, fronterizo con la muerte, o el de Kurtz en el corazón de las tinieblas de Apocalypse Now.
El cine de Tarkovski – Nostalgia, Sacrificio, Solaris- es una exploración en lo onírico, entre la realidad y el deseo, los sueños y las pesadillas, así como el de Bergman, desde El séptimo sello hasta Fanny y Alexander vive entre la narración de las catástrofes y los contratiempos y alcanza su cima en Persona.
El último ensayo lo dedica Trías a David Lynch y a sus películas con ciudades y avenidas de la libido con un análisis en orden cronológico inverso que arranca de la reciente y turbadora Inland Empire y se remonta hasta la inicial La abuela, pasando por Mulholland Drive –para Trías, la mejor de Lynch- Corazón salvaje, Twin Peaks o Terciopelo azul.
Cierra el volumen un epílogo en el que Trías fija su canon en diez constelaciones con una película dominante y dos o tres que la acompañan. En ese canon, final por más de una razón, está naturalmente y en primer lugar Vértigo, acompañada de Con la muerte en los talones y La ventana indiscreta.
Le siguen otras constelaciones cuyas estrellas más brillantes se llaman Apocalypse Now, Persona, Eyes wide shut, Nostalgia, Metrópolis, Cuentos de la luna pálida, Alemania año cero, El ángel exterminador y Mulholland Drive. 
Orson Welles queda fuera de ese canon y Trías lo explica así, en las palabras que cierran el libro:
Todo lo suyo es bueno y no sabría destacar ni tan siquiera ese monarca fílmico destronado que es Ciudadano Kane.

Santos Domínguez