La izquierda ha ido demasiado lejos y está provocando una reacción potente de los europeos en contra de la cultura progre, globalista y asesina de los viejos valores y de la democracia.
La inmigración es ya el tema que más pesa en Europa a la hora de votar y elegir a los gobiernos. El rechazo a la permisividad ante la invasión crece como la espuma en todo el continente y la culpa principal es de una izquierda que se autodenomina "progresista", sin serlo, y que está empeñada en destruir la vieja cultura, incluyendo valores imprescindibles, como la libertad, el respeto a las leyes y la convivencia en paz.
Quince Estados miembros de la Unión Europea, desesperados ante la invasión musulmana que sufren y que amenaza su identidad, libertad y cultura, piden que se regule y controle la inmigración y que se creen centros fuera de la UE para migrantes rescatados en el mar
Italia, Grecia, Malta, Países Bajos o Dinamarca reclaman, además, acelerar las expulsiones de los que no tienen derecho al asilo.
España, infectada y gobernada por las izquierdas, incluyendo a los brutales comunistas, es uno de los países que defienden la invasión descontrolada de los musulmanes con más entusiasmo e irresponsabilidad.
No se trata de racismo, sino de indignación razonable del pueblo ante el abuso de sus políticos, que están propiciando que la cultura europea y la forma de vida que compartimos esté desapareciendo con la llegada masiva de inmigrantes, al mismo tiempo que se dispara la delincuencia y barrios enteros se deterioran con violencia y tensiones insoportables en la convivencia.
El Pacto Europeo de Migración y Asilo fue aprobado de forma definitiva recientemente, con el voto en contra de Hungría y Polonia, tras tres años y medio de intensos debates. Pero un gran número de países de la UE lo consideran insuficiente y reclaman ya "nuevas formas y soluciones" para hacer frente a la invasión.
Las voces que denuncian la agonía de Europa y de su rica cultura crecen y gritan con fuerza al ver como la progresía tiene narcotizado al continente, que no reacciona ante la masiva llegada de inmigrantes, muchos de los cuales se comportan como enemigos, dispuestos a imponer la ley islámica para que sustituya a las leyes y costumbres vigentes.
Los políticos europeos son los responsables del enfrentamiento que se cuece entre europeos y africanos, entre cristianos y seguidores del Islam, entre las culturas de la libertad y la esclavitud.
Los progres de izquierda acusan de racismo y odio a los que pedimos que los inmigrantes delincuentes y hostiles sean expulsados porque su integración es imposible, pero pedir la expulsión de los inmigrantes ilegales que delinquen, se niegan a trabajar y no quieren integrarse no es delito de odio. Más bien es delito contra la nación y su pueblo llenar el país de delincuentes que destrozan la seguridad y la convivencia, como hace el sanchismo en España.
Las tácticas suicidas de la izquierda, unidas a la cobardía de las viejas derechas, también infectadas de cultura marxista, están llevando a Europa hacia su derrota y desaparición.
Esa es la razón principal de que millones de europeos demócratas y amantes del humanismo, la libertad y los valores que hicieron de Europa el líder mundial de la democracia y los derechos humanos se estén refugiando en masa en los partidos que llaman de "extrema derecha", los únicos con ánimo y fuerzas para defender a Europa de la invasión de un Islam que considera meritorio y heroico asesinar a los infieles que no creen en su dios Alá, y violar a las mujeres infieles.
Francisco Rubiales