Memorable noche la vivida ayer en el estadio de La Rosaleda. Un Málaga que jugó como los ángeles deslumbró a toda Europa con el espectáculo mostrado con Isco como referente.
Tras cantar el himno malaguista y con la melodía mágica del himno de la Champions, el público estallaba en un grito de emoción y fervor. Había mucha rabia contenida que tenía que salir, y lo hizo de la manera más positiva posible, celebrando goles. El primero no tardaba en llegar. Un niño con barba de tres días llamado Isco maravillaba a Europa entera en tan sólo unos segundos, los que tardó en burlar a todo defensa ruso que se interpuso en su camino para disparar ajustado al palo y poner la ventaja para el Málaga.
Hulk trató de echarse a su equipo a la espalda y entrando desde la derecha, creó peligro en varias ocasiones. En una de ellas estrelló un balón en el larguero de Caballero.
Con el 2-0 se llegaba al descanso. Tras el mismo, Pellegrini dio minutos a Iturra, que sustituía a un Portillo que cada día demuestra que este es su año. El mediocentro chileno no desentonó y realizó una labor impecable.
El Zenit se vino arriba para tratar de acortar distancias. A su vez, dejaba huecos atrás que el Málaga trataba de aprovechar a pesar de no ser un equipo hecho para jugar a contraatacar. Esperábamos sufrir más, pero ya cerca del final, el Málaga puso la puntilla con el gol de la noche. Joaquín se internaba hacia el centro desde la izquierda y posaba el balón a los pies de Isco para que éste se inventara un disparo imparable cerca de la escuadra del portero ruso.
La Rosaleda ha vivido muchas noches memorables. La de ayer, está muy por encima de las demás. Por todo lo que significa una victoria así en la máxima competición de clubes. Por todo lo que hemos sufrido quienes llevamos este escudo tatuado en el alma. El fútbol malagueño está de enhorabuena, y todo gracias a Pellegrini, su cuerpo técnico y cada uno de los futbolistas que forman esta gran plantilla. Eternamente, gracias a todos ellos. Y que siga la fiesta.