Europa, pendiente de deshojar el tulipán

Publicado el 14 marzo 2017 por Juan Juan Pérez Ventura @ElOrdenMundial

Durante el año 2016, el auge de los populismos se hizo visible en todo el mundo. La llegada de Donald Trump al poder dio delirios de grandeza a los diferentes movimientos euroescépticos, que alzaron sus proclamas en contra de la inmigración y la Unión Europea. Los Países Bajos no se muestran indiferentes a esta tendencia. El creciente protagonismo de Geert Wilders, líder del partido de extrema derecha local, comienza a preocupar sobremanera a quienes ven en su figura una nueva amenaza para el orden establecido. 

Los populismos, en la cresta de la ola

Si 2016, con el triunfo del brexit en Reino Unido y la elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos, vino cargado de novedades y sembró de incertidumbre el panorama político internacional, todo apunta a que 2017 tampoco nos va a dejar indiferentes. Menos aún en Europa, donde están llamados al voto países como Francia, Alemania o Países Bajos, entre otros, que representan el 40% de la economía de la región.

El apretado calendario electoral, que podría hacer tambalear los cimientos del Viejo Continente, se inicia el 15 de marzo de 2017. En tal fecha, 12,6 millones de neerlandeses están llamados a las urnas para elegir primer ministro. La comunidad internacional centra su mirada en lo que pase en el país de los tulipanes mientras los analistas tratan de aventurar los posibles efectos secundarios que los resultados puedan tener en el resto de comicios.

En este contexto, hay que tomar en cuenta el avance de los populismos en todo el mundo. Entendidos como estrategias políticas destinadas a atraer a los ciudadanos a un determinado redil aportando soluciones fáciles —de discutible validez— a problemas sociales de vasta envergadura, han adquirido notable protagonismo en la era de la posverdad. El carisma de los líderes, la propaganda 2.0 o el uso del odio hacia determinadas clases o grupos sociales son algunas de las características de estos movimientos, que, en el caso de los Países Bajos, se encarnan en la figura de Geert Wilders, líder del Partido por la Libertad (PVV por sus siglas en neerlandés), vinculado a la extrema derecha.

Los discursos de Wilders comenzaron a coger fuerza en las elecciones municipales de 2010. Tachado de xenófobo e islamófobo en la prensa nacional e internacional por su abierto rechazo al islam y a la inmigración musulmana, entre sus principales propuestas de cara a las elecciones se encuentran hacer frente a la inmigración con un aumento en los controles y la regulación, ilegalizar el Corán, cerrar las mezquitas y escuelas islámicas del país o aplicar un impuesto al velo islámico.

Por su parte, las ideas aislacionistas también ocupan lugar entre las propuestas de Wilders, con lemas de dudosa originalidad, como “Make the Netherlands great again”, pero, sobre todo, con el nexit —la salida de los Países Bajos de la Unión Europea—. El anhelo del PVV radica en reducir la importancia de las instituciones europeas para permitir disfrutar al país de una mayor libertad, tanto económica como política.

No obstante, para poder entender las posibles consecuencias de los resultados electorales sobre los comicios de terceros países, se antoja necesario conocer la esencia del país, la situación que atraviesa y el contexto que rodea a las elecciones más importantes de su Historia reciente.

El misterio de las encuestas

El poder legislativo neerlandés, al igual que el español, se asienta sobre las bases de un sistema político parlamentario bicameral. El Parlamento, también denominado Estados Generales, está compuesto por un Senado o cámara alta —Eerste Kamer— y una Cámara de Representantes o cámara baja —Tweede Kamer. Debido a la existencia de un bicameralismo imperfecto, donde las funciones y la importancia de ambas son desiguales, es la baja la que posee mayor relevancia. Sus miembros son elegidos por sufragio universal directo, es decir, son los votantes los encargados de decidir. Compuesta por 150 miembros, su máximo representante es el primer ministro —Minister-President—, que es además jefe del partido o coalición mayoritaria y se elige cada cuatro años. Dicho puesto lo ocupa actualmente el liberal Mark Rutte, cabeza del Partido Popular por la Libertad y la Democracia (VVD en neerlandés).

Como España o Reino Unido, Países Bajos constituye una monarquía parlamentaria constitucional (verde). Otras formas de gobierno en Europa son la república presidencial (Chipre, en rojo), semipresidencial (naranja) o parlamentaria (amarillo). Fuente: Wikimedia

La cita del próximo 15 de marzo ofrece a los neerlandeses la opción de elegir entre 31 partidos para gobernar el país. Las encuestas han estado durante un tiempo encabezadas por el partido de Wilders, que podría obtener entre 25 y 31 escaños; en segunda posición se encuentra el VVD, que en la actualidad gobierna el país y podría obtener entre 22 y 26 escaños. Estas dos posiciones, sin embargo, se han ido alternando de acuerdo con el momento y la organización encargada de realizar las encuestas. A estos dos partidos los seguirían los democristianos de la Llamada Demócrata Cristiana (CDA en neerlandés), los liberales progresistas de Demócratas 66 (D66), así como otros partidos minoritarios, como los verdes de Groenlinks, los componentes de la izquierda socialista (SP) y los del partido laborista (PvdA), que serían, según las encuestas, quienes peor parados saldrían en comparación con los resultados obtenidos en anteriores comicios.

Encuesta comparativa de la situación en el Parlamento en 2012 y 2017, según las encuestas. Fuente: Electograph

El cuantioso fraccionamiento del espectro político neerlandés podría ser, precisamente, el mayor impedimento para que el PVV de Wilders saliera victorioso en estas elecciones, pues ni las encuestas más optimistas prevén que alcance un número de escaños tal que le permita una victoria directa. Si bien la cultura del pacto para conformar Gobierno ha sido una característica común en la historia de los comicios neerlandeses, en esta ocasión todo parece indicar que la gran cantidad de partidos con un número aproximado de diez escaños obligará a coaliciones más numerosas, de hasta seis partidos.

En este escenario, dado el creciente desinterés por parte del resto de partidos por llegar a algún tipo de acuerdo con el PVV, la figura de Jacques Monasch se erige casi como el único aliado de Wilders. El que fuera referente socialdemócrata, antiguo miembro del PvdA, fundó hace apenas unos meses un partido que dio en llamar Nuevas Maneras. A pesar de sus convicciones políticas de izquierdas, Monasch basa su programa en las mismas ideas que el líder de ultraderecha: restricción de la inmigración y protección de los valores y costumbres nacionales.

A pesar del escarnio que la opinión pública se llevó en 2016 al creer a pies juntillas en la elección de Hillary Clinton y en el fracaso del brexit, no parece muy factible que Wilders gobierne en los Países Bajos. Ahora bien, su notable ascenso desde las pasadas elecciones supone, sin lugar a dudas, un impulso y un argumento más susceptible de abanderamiento por parte del resto de grupos europeos de ideología similar.

Espionaje ruso y sentencias judiciales

Las elecciones primarias y, más tarde, el nombramiento de Donald Trump como presidente de Estados Unidos estuvieron repletos de dimes y diretes, de chismes, rumores y sobresaltos. El más notorio fue, sin duda, el que aludía a la posible intervención de dos grupos de ciberdelincuentes rusos, según el FBI, que habían robado información sensible de los ordenadores y teléfonos móviles de los más estrechos colaboradores de Clinton para utilizarla en favor del por entonces candidato republicano.

La experiencia estadounidense ha provocado que cunda el pánico entre los servicios holandeses de inteligencia militar (MIVD, por sus siglas en neerlandés). Los ataques cibernéticos, que ya se producen de forma diaria, suponen una amenaza real ante los comicios del 15 de marzo. El temor a la intervención en las elecciones por parte de expertos rusos y chinos ha obligado al Gobierno neerlandés a tomar medidas para luchar contra tamaña amenaza. Tanto es así que, en este contexto, en los meses previos se están incorporando a las filas del MIVD jóvenes expertos en informática y medios digitales para evitar intrusiones.

Por si la contratación de hackers no fuera suficiente, el país ha confirmado que los votos serán cuantificados de forma manual y comunicados por vía telefónica. Desde dentro del propio Gobierno, se ha admitido que los ordenadores empleados para el recuento de votos son anticuados y que el software instalado está obsoleto. Las consecuencias del recuento manual podrían incluir fallos en el conteo de los votos o, como es de esperar, un retraso en la publicación de los resultados oficiales.

Pero los sobresaltos no solamente proceden de fuera. A nivel nacional, varios escándalos han sacudido a los Países Bajos durante los últimos meses. Desde el año 2001, un polémico caso de narcotráfico ha perseguido a diferentes miembros del VVD, actualmente en el poder. Hace no muchas semanas fue el turno de Ard van der Steur, de quien por entonces dependía la cartera de Justicia. Acusado de encubrir información sobre un pago millonario a un conocido traficante de droga, Van der Steur dimitió, lo que sembraba dudas en su partido en plena campaña electoral.

Geert Wilders tampoco escapa a la polémica. De hecho, fue declarado culpable a finales de 2016 de un delito de discriminación por unas declaraciones contra el colectivo marroquí durante un mitin en 2014. A pesar de la sentencia que declara su culpabilidad, sobre el político no ha recaído pena alguna ni tampoco deberá pagar los 5.000 euros que exigía la fiscalía. El líder ultraderechista, que apelaba a la libertad de expresión tras las acusaciones, basó su defensa legal y mediática en presentar el juicio como un ataque a aquellos que intentan mostrar la realidad que está viviendo Países Bajos con respecto a la inmigración. A la postre, la sentencia tuvo una finalidad meramente simbólica e incluso ha servido al protagonista para reforzar su posición entre sus seguidores.

Dime de dónde vienes y te diré si eres neerlandés

Desde comienzos del año 2017, la población neerlandesa supera los 17 millones de habitantes, lo que supone un aumento de más de 100.000 habitantes en tan solo doce meses. Según las estadísticas de los últimos años, todo parece indicar que la evolución de la cifra seguirá siendo creciente. Los motivos de esta tendencia han servido a políticos del país, especialmente a la ultraderecha de Wilders, para fomentar los sentimientos antiinmigración entre los ciudadanos neerlandeses. Aunque el crecimiento demográfico natural —diferencia entre nacimientos y fallecimientos— fue el principal factor de aumento de la población en el país entre los años 2000 y 2014, la importancia de la inmigración ha sido superlativa desde entonces.

Dinámica poblacional en los Países Bajos durante 2016. Fuente: Oficina Central de Estadística (CBS)

Aunque la mayoría de los grupos de origen inmigrante han aumentado durante el último año, el colectivo sirio es el que más ha influido en el cómputo total. Alrededor de 29.000 refugiados procedentes de Siria han cruzado las fronteras de Países Bajos con el objetivo de quedarse, al menos de forma temporal. Este número, que supone más de un cuarto de la cifra total de inmigrantes de primera generación, tiene una gran relevancia más allá de las estadísticas y ha sido utilizado por la cabeza visible del PVV como una de sus principales estrategias a la hora de defender un programa político que, para muchos, pecaba de ilógico viniendo precisamente de un cuasimestizo como Wilders.

Porque la historia de Países Bajos muestra una interesante paradoja que relaciona estrechamente al líder de extrema derecha y a la inmigración. El reconocimiento neerlandés de la independencia de Indonesia en 1949 supuso la destrucción de la administración colonial y, con ello, la llegada de grupos procedentes de las Indias Orientales a tierras neerlandesas. A pesar de que formalmente eran considerados repatriados por pertenecer a las antiguas colonias del país, su estatus en la práctica se asemejaba más al de refugiados. Entre las 300.000 personas que hicieron de Holanda su país de residencia se encontraba la familia Ording, abuelos del hoy líder del PVV, Geert Wilders.

Imperios coloniales en Asia en 1914. Fuente: Portal Académico

De madre nacida en Sukabumi (Indonesia) y ascendientes inmigrantes, Wilders es considerado un héroe y un chico indio entre algunos componentes de la comunidad indonesia. Su notorio rechazo hacia la población turca, marroquí y, en los últimos tiempos, hacia los sirios contrasta con la defensa que hace de los indonesios como parte de la identidad holandesa. Sin embargo, un reciente suceso ha provocado desconfianza entre los inmigrantes procedentes de las Indias Orientales: Sylvana Simons, fundadora del partido neerlandés Artikel 1, de raza negra y origen surinamés, fue objeto de macabros fotomontajes difundidos por Internet con su rostro como protagonista. Además, ha hecho público haber recibido amenazas e insultos por razón del color de su piel y su lugar de procedencia.

Tras Países Bajos, turno para Francia y Alemania

A pesar de la tensión política, los neerlandeses prefieren afrontar la compleja situación que se presenta con un poco de humor. Para muestra, Kamergotchi, una aplicación de móvil que permite a los ciudadanos cuidar a los diferentes dirigentes políticos de los principales partidos neerlandeses como si de mascotas se tratara. Asignados de forma aleatoria, las actividades incluyen darles de comer, aportarles conocimientos y prestarles atención continua para mantenerles con vida. La aplicación, habilitada hasta el 12 de marzo, ya forma parte de la rutina diaria de más de 350.000 personas, que ven cómo Kamergotchi se ha convertido en el perfecto acompañante para sobrellevar los numerosos comicios que se van a suceder en Europa a lo largo de 2017.

Tras los Países Bajos, Francia será el siguiente país europeo en acudir a las urnas este año. La primera vuelta tendrá lugar el 23 de abril y la segunda se celebrará el 7 de mayo. Al igual que en el caso neerlandés, las consecuencias pueden ser determinantes para el futuro del país galo y, cómo no, también para el resto de Europa.  Hoy por hoy, nadie parece dudar de la participación del Frente Nacional de Marine Le Pen en la segunda vuelta de los comicios. El partido ultraderechista cobra fuerza ante el reciente caso de empleos ficticios que ha teñido de negro la candidatura del político de centroderecha François Fillon.

Para ampliar: “Frente nacional: el primer partido de Francia”, Adrián Albiac en El Orden Mundial, 2015

El turno de Alemania llegará en el mes de octubre. Todo apunta a que la batalla principal se librará entre la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Angela Merkel y el partido euroescéptico de Alternativa para Alemania (AfD), liderado por Frauke Petry. Será así el primer partido de extrema derecha en el Bundestag —Parlamento alemán— desde 1945. Considerado populista, también ha optado por enarbolar el discurso antiinmigración. Precisamente, uno de sus colaboradores no dudó en referirse a las víctimas del atentado de Berlín del pasado mes de diciembre de 2016 como “los muertos de Merkel”, apelando a una supuesta inactividad de la canciller para poner solución al problema de la inmigración.

Las elecciones holandesas, francesas y alemanas podrían traer consigo, además, importantes consecuencias para la economía mundial. Dependiendo de cuáles sean los resultados obtenidos por los partidos euroescépticos que abogan por la salida de la Unión Europea y, por tanto, de la unión monetaria, se podría crear una gran inestabilidad en los mercados. No se conoce qué pasará, pero lo que sí es seguro es que la primera incógnita será despejada el 15 de marzo en Países Bajos y que lo que allí suceda puede ayudar a resolver los muchos misterios que 2017 aún está por desvelar y que revelarán si la nueva Europa defendida por Wilders, Le Pen y Petry termina por ser.